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jueves, 28 de marzo de 2013

Los hermanos más solicitados por los niños

Cuando nuestro hijo piensa en un hermano, imagina a alguien que cubra una necesidad muy concreta. Con un hermano siempre hay alguien en casa para jugar y divertirse.

Además, las relaciones fraternas ofrecen a los pequeños la oportunidad de experimentar y aprender. Pero, ¿qué tipos de hermanos quieren nuestros hijos? Según las necesidades de los pequeños estos son algunos tipos de hermanos que demandan.

El hermanito para jugar

Lo más común, sobre todo entre los hijos únicos, es querer un hermanito para jugar. Se lo imaginan de su mismo sexo, estatura y gustos, alguien con quien compartir su día a día y sus juegos; un igual con quien establecer una relación muy diferente a la que tienen con papá y mamá. No hay que ser hijo único para desear un hermano, casi todos los pequeños de cada familia desean tener un hermano menor para jugar, sobre todo si existe distancia con los hermanos mayores.

Un hermano mayor

Como el mundo de los deseos no tiene límites, también son muchos los que quieren tener un hermano mayor. Esta petición, casi exclusiva de los abrumados hermanos mayores, manifiesta que en parte se sienten solos en su posición y necesitan comprensión, apoyo o a alguien que los defienda. Es un deseo más propio de las niñas que de los niños.

El hermano que complete el grupo

Clara y María no cejan en su esfuerzo. Creen que el bombardeo continuo y sin tregua tendrá sus frutos. Tienen 10 y 7 años, y quieren una hermana pequeña. Sienten que les falta alguien porque en casa de la vecina son tres, en casa de su amiga Laura también, y además saben que, cuantos más hermanos sean, mucho mejor. Por otra parte son niñas, les gustan los bebés y ¡quieren uno en casa! Tienen una imagen idílica de lo que supone cuidar del bebé, muy diferente a la que tiene su madre.

El hermano contra la oscuridad y el miedo

Muchos niños quieren un hermano para no dormir solos en esa habitación en la que se alargan las esquinas de noche. En cuanto se dan cuenta de las ventajas nocturnas, el hermano se convertirá inconscientemente en la compañía ideal para afrontar juntos las sombras y sonidos nocturnos. Y también los diurnos.

Diferentes tipos de epilepsia infantil


Éstas podemos dividirlas según según si la crisis se origina en una zona determinada del cerebro o bien dichas descargas afectan a la vez a varias partes del cerebro. También podemos diferenciar entre aquellas crisis que se originan sin existir evidencia de alteración en el sistema nervioso o en las que sí existe.

Según esto que hemos visto, podemos hablar de crisis parciales o focales cuando la crisis epiléptica tiene su comienzo en un área limitada del cerebro, pudiendo acompañarse de síntomas de tipo motor, sensoriales o psíquicos. Este tipo de crisis son las más frecuentes, y podemos dividirlas, a su vez, en:

Simples: son aquellas que ocurren sin ningún tipo de pérdida de la conciencia, pero si con alteraciones motoras o sensoriales, pudiendo ir acompañadas de sensaciones fóticas (relacionadas con la luz), gustativas, de calor o de hormigueo o adormecimiento.

Complejas: al contrario que las anteriores, y como consecuencia de una afectación de estructuras cerebrales más complejas, en este tipo de crisis sí existe pérdida de conciencia, acompañada o no de sensaciones de miedo, problemas de memoria o cognitivos, alucinaciones o movimientos involuntarios de diferentes partes del cuerpo.

Por otro lado nos encontramos con las crisis generalizadas, las cuales constituyen descargar que afectan a la vez a más de una zona concreta del cerebro, produciendo pérdida de la conciencia que en muchas ocasiones cursa junto a reacciones motoras anormales.

Pueden ser primarias, que es cuando las crisis epilépticas se presentan de forma simultánea por todo el cerebro, o secundarias que, por el contrario, es cuando la descarga se origina en una parte determinada del cerebro y posteriormente se va extendiendo al resto del cerebro.

Así mismo, pueden presentar o no trastornos motores mientras duran las crisis. En el caso de que se manifiesten estas descargas motoras podemos encontranos con diferentes tipos de alteraciones motoras, como por ejemplo las mioclonías masivas bilaterales, que consisten en sacudidas involuntarias de las extremidades de duración breve y que ocasionean movimientos violentos en el pequeño.

También pueden darse crisis clónicas, en las que el niño pierde la conciencia y se producen contracciones musculares que se repiten de forma rítmica, o crisis tónicas, donde existen contracciones tensas sostenidas en los músculos sin que se muevan.

Finalmente, dentro de las crisis convulsivas, también pueden darse las llamadas crisis tónico-clónicas, las cuales se conocen también con el nombre de “crisis de gran mal”. La duración de estas crisis oscila entre los 5 y 10 minutos, existiendo una pérdida total de la conciencia.

Se divide en dos fases, siendo la primera la fase tónica, la cual en alguna ocasión se da después de un dolor intenso en el abdomen y sensaciones de mareo. Se da una contracción intensa de todos los músculos del cuerpo, acompañada de una desviación de la mirada (al dar la crisis, los pequeños tienden a mirar hacia arriba), elevación de los brazos y espamos en la largine, lo que hace que se emitan diferentes gritos agudos e intensos (llamado “grito epiléptico”).

Después de esto llega la llamada fase clónica, durante la cual se producen varios movimientos convulsivos repetidos en brazos y piernas, así como incapacidad para controlar el pis. Después de esta fase, llega un breve periodo comatoso seguido de una fase de sueño tras la cual el niño se encuentra desorientado y confuso, con dolor de cabeza, muscular y dificultad para recordar lo ocurrido.

En el caso de que la crisis no curse con ningún tipo de descarga motora, podríamos encontrarnos crisis atónicas en las que se llevaría a cabo una pérdida de la conciencia y disminución del tono muscular, lo que ocasiona que el pequeño se desplome pudiendo producirle daños importantes debidos al impacto. Por otro lado, las crisis acinéticas tienen, igualmente, una pérdida del movimiento y hacen que el niño caiga al suelo, aunque no existe afectación del tono muscular.

Las ausencias, llamadas hasta hace poco “crisis de pequeño mal”, son muy características de la infancia y suelen desaparecer antes de los 15 años aproximadamente. Durante las ausencias disminuye la conciencia (pudiendo llegar incluso a suspenderse) durante unos 2-15 segundos.

Nos damos cuenta de que el niño está teniendo una ausencia porque deja de hacer lo que estaba haciendo, permanece quieto durante ese tiempo, y al concluir la crisis se encuentra desorientado. Pueden darse alteraciones como palidez de la piel, incapacidad para controlar el pis o la saliva.

Como podéis ver, al hablar de epilepsia no hablamos siempre de lo mismo, sino que existen diferentes tipos de epilepsia infantil que hacen que debamos tenerlo en cuenta a la hora de llevar a cabo el tratamiento más adecuado para cada caso.

sábado, 23 de marzo de 2013

Claves para entender a un niño de dos años

¡No hay quienes les comprenda! Quieren algo y luego lo desprecian, no contestan a preguntas simples, hacen lo contrario a lo que les decimos… No nos están desafiando. Simplemente, su razonamiento es diferente al de un adulto.

La forma de entender el mundo de un niño de dos años no tiene nada que ver con la de los mayores. A esta edad, los niños no tienen capacidad para ponerse en el lugar del otro, ni para calibrar bien las consecuencias de sus actos.

No muestra gratitud

No había forma de hacer entender a Alberto que el correpasillos de su primo no era suyo y cada visita a casa de los tíos se convertía en un drama. Sus padres le regalaron uno igual el día de su Santo como sorpresa. Pero cuando lo recibió no se inmutó. ¿Había perdido el interés?

¿Qué le pasa?

No es que Alberto esté descontento, es que está desconcertado por el nuevo sentimiento que empieza a conocer, ya sea agradecimiento o una alegría inmensa. A los dos años todavía no tienen la capacidad de ponerse en el lugar del otro, por lo que, por mucho esfuerzo que hayan puesto sus padres en encontrar un correpasillos idéntico al de su primo, no entiende que debe mostrarse agradecido.

Qué hacer

Nada, salvo esperar a que crezca para poder ver su alegría al lograr las cosas que desea muchísimo.

Desconoce qué es el castigo

Hoy toca estar revoltoso, y mamá y papá se están hartando. Para que Salvador cambie de actitud, le dicen: "¿Quieres quedarte sin ver Peppa Pig esta tarde?". Responde tranquilamente: "Sí". Llega la hora de los dibujos y mamá apaga la tele. Entonces, empieza a llorar desconsoladamente y pregunta por qué lo han hecho.

¿Qué le pasa?

No es que no distinga entre respuestas afirmativas y negativas, simplemente no calibra bien la dimensión del castigo y tampoco conoce sus consecuencias.

Qué hacer

Para evitar que luego se eche atrás, hay que hacer las cosas de inmediato. Así le será mucho más fácil entender la relación entre causa y consecuencia.

Solo contesta a preguntas concretas

Puede tirarse toda una tarde hablando, pero cuando mamá o papá le preguntan qué tal en la guardería, qué ha hecho esta tarde o cómo ha pasado el fin de semana con los abuelos, obtienen la callada por respuesta.

¿Qué le pasa?

Esta reacción bastante habitual en niños de dos años. Son preguntas con una respuesta muy poco concreta y le cuesta resumir todo lo que ha hecho o piensa. Al no saber por dónde empezar o qué priorizar, opta por callarse.

Qué hacer

Preguntas concretas del tipo: "¿Qué es lo que más te ha gustado del fin de semana?" o "¿Habéis jugado con los muñecos de los primos?" son mucho más fáciles de responder.


Un “¿qué?” por respuesta

A pesar de que la virtud de todo padre que se precie es mantener la calma, a veces resulta difícil no llegar a la desesperación. Porque, vamos a ver, ¿quién es el santo que no salta cuando su hijo, sí o sí, responde por decimoquinta vez con un "¿qué?" a cualquier pregunta que se le formule?

¿Qué le pasa?

No es que esté intentando que papá y mamá rebasen el límite, simplemente pide tiempo muerto. Muchas veces está distraído cuando le preguntan, por lo que su atención no se fija al 100% en la persona que le está hablando. Por eso, ese continuo "¿qué?" es una forma de ganar tiempo para procesar lo que le han preguntado.

Qué hacer

La única opción es llamar su atención antes de preguntarle algo y, al hacerlo, hablarle despacio. Así el niño no tendrá necesidad de pedir ese tiempo muerto.

Le gusta transgredir los límites

A Jordi le encanta hacer guarraditas con la comida. Por eso, sus padres le han preguntado antes de darle la papilla si iba a jugar con ella. Su respuesta ha sido un "no" tajante. Acto seguido, ha metido la mano en el plato, se la ha restregado por la cara y ha escupido. ¿Les desafía?

¿Qué le pasa?

No, más bien está tanteando, le gusta trasgredir límites. Necesita probar dónde está la línea, es una especie de juego. Es su manera de sentirse reforzado y valorado.

Qué hacer

No queda más remedio que ignorar su mal comportamiento y prestarle atención cuando obedezca.


Busca nuestra atención

Cuando pide algo insistentemente y finalmente se lo damos, lo rechaza. Así que, cuando lo vuelve a pedir, lo más habitual es pensar que nuestro hijo tiene ganas de jugar con nosotros.

¿Qué le pasa?

Este comportamiento solo es una forma de intentar llamar la atención. Por eso, como lo que en realidad buscan es que estemos pendientes de ellos, no hace falta darles lo que nos piden.

Qué hacer

Cuando les prestemos la atención que buscan, hablando, escuchando o jugando con ellos, se olvidarán de lo que estaban reclamando porque, en realidad, ya lo tienen: que les tengamos presentes.


Quiere lo mismo una y otra vez

Nicolás solo quiere ver la película de Los Aristogatos. Y, además, pide que le repitan una y otra vez la misma escena. ¿Está obsesionado?¿La querrá ver hasta que se haga mayor?

¿Qué le pasa?

Puede que haya visto cientos de veces la misma peli, puede que se la sepa de memoria y que pensemos que hasta que cumpla los quince no se va a hartar de ella. Esa actitud es de lo más normal. Simplemente, la película cubre sus necesidades, conecta con su psicología, le hace reír y, claro está, eso le hace sentir bien.

Qué hacer

Nada. De repente, de un día para otro (y ese día no está lejos) dejará a los Aristogatos apartados en un rincón y no volverá a acordarse de ellos nunca más. Entonces... se aprenderá de memoria la siguiente película. No hay nada de malo en ello.

Y es tímido… cuando quiere

Entre las faldas de mamá se sienten protegidos ante la perturbadora presencia de ese desconocido (que, además, probablemente querrá alzarlo, besarlo, zarandearlo... ).

¿Qué le pasa?

A los dos años, los niños empiezan a sentir timidez, un sensación que muchos no habían experimentado. Suele ocurrir en críos que por carácter son tímidos o que, aun sin serlo, no se han expuesto todavía a muchos "saraos" sociales. Además, algunos ya han experimentado lo que suele pasar cuando mamá se encuentra con una amiga: que le empieza a hacer monerías y no le deja en paz. Ni a él ni a su madre, que se pasa horas y horas (según su particular forma de apreciar el tiempo) hablando con esa desconocida.

Qué hacer

Para que no se sienta incómodo ante una persona que no conoce, tenemos que empezar por respetarle y no forzarle a mostrar conductas que no desea. Es posible que en unos minutos se le pase. Habrá que ofrecerle situaciones en las que pueda interactuar con otros niños y con sus padres.

La lactancia materna reduce el reflujo gastroesofágico

Muchos bebés padecen de reflujo gastroesofágico, lo que significa que el contenido del estómago sube por el esófago, producto de la inmadurez del esfínter esofágico inferior para cerrarse debidamente y contener el alimento, lo cual produce vómitos y molestias por la acidez de ese contenido.

La lactancia materna parece tener un efecto protector contra este trastorno habitual en los primeros meses, hallándose menos número de casos entre los que se alimentan de la leche materna en comparación con los que reciben leche de fórmula.

Como la leche materna se digiere más rápidamente tiene menos oportunidad de regurgitarse. Por ello, estos bebés tienen menos probabilidades de tener reflujo, y cuando lo tienen, los cuadros suelen ser menos graves.

Dar el pecho produce movimientos peristálticos que evitan el reflujo, aún cuando se mame de un pecho vacío. A diferencia de los bebés con reflujo alimentados a fórmula, los lactantes pueden seguir alimentándose a demanda.

Una forma de aliviar las molestias del bebé con reflujo es cargarlo en posición vertical, sobre todo después de darle el pecho. Se puede también elevar la cuna unos centímetros y si duerme con los padres es recomendable que se eleve la cama de éstos.

Además de los vómitos, otros síntomas del reflujo esofágico son las dificultades para dormir, el bebé llora a menudo y está irritable. En ocasiones, el reflujo puede conllevar pérdida de peso o un estancamiento en el crecimiento. Suele corregirse por sí mismo con el tiempo, cuando el sistema digestivo madura, y en pocos casos, se requiere de cirugía.

miércoles, 20 de marzo de 2013

¿Qué es la donación de óvulos?

La donación de óvulos es un proceso mediante el cual cualquier mujer sana y joven, que lo desee y que cumpla con los requisitos e indicaciones necesarios, puede donar una pequeña proporción de sus óvulos a otras mujeres o parejas que tienen inconvenientes para tener hijos.

Las mujeres donantes están entregando su gameto femenino a otras parejas que desean llevar a cabo y concretar la reproducción. Se trata de una donación altruista en la que algunas mujeres contribuyen generosamente a que otras puedan concebir los hijos anhelados.

Los requisitos para ser donante de óvulos son rigurosos pero no complicados. Esto significa que prácticamente cualquier mujer con buena salud y joven es una candidata perfecta aunque generalmente las mujeres que más suelen donar son de edades comprendidas entre los 18 y los 35 años.

El papel de la donante de óvulos se completa cuando a la donante se le extraen los óvulos.

¿Tiene la donante algún derecho sobre el hijo fruto de su embrión?

Otro tema que preocupa a las futuras madres es si la donante tendrá algún tipo de derecho sobre el hijo fruto de su ovocito. No rotundamente esta posibilidad porque, además, la donación es completamente anónima. Así, tampoco está permitida la donación dirigida; es decir, una hermana no puede donar los ovocitos a otra. "Al final es una fuente potencial de conflictos, siempre implica alguna responsabilidad", señala el experto que afirma que es así "en casi todo el mundo". La excepción, como siempre, algunos estados de EEUU, "donde existen incluso catálogos de donantes".

Como ya se sabe que hecha la ley, hecha la trampa, que nadie piense que si dona ovocitos a la vez que un familiar, estos les podrán tocar a la destinataria deseada. "En esos casos, frecuentes en la sanidad pública, donde las donantes –al no soler recibir compensación económica- es más probable que sean familiares, se opta por la donación cruzada, nunca van al familiar",

martes, 19 de marzo de 2013

¿Cuánto peso debe ganar el bebé cada mes?

Las mamás se alegran si el pediatra les dice que su bebé está engordando a buen ritmo y se preocupan si no llega a la media. Y es que el aumento o pérdida considerable de peso suele ser indicativo de salud. Hemos aunado criterios pediátricos para despejar dudas sobre qué variaciones de peso se consideran correctas.

Recién nacido

El margen de normalidad del peso del recién nacido es amplio: entre los 2,5 y los 4 kilos (por debajo y por encima de estas cifras, pueden necesitar cuidados especiales).

El peso medio de los bebés nacidos a término se sitúa entre los 3 y los 3,5 kilos. Sin embargo, la expresión "peso medio" se fundamenta en un cálculo general y no hay que asustarse si nuestro pequeño lo supera un poco o se queda algo corto (las niñas suelen pesar unos gramos menos que los niños).

Tres o cuatro días después del nacimiento, el niño pesará menos. Les ocurre a todos los bebés porque expulsan la orina y el meconio acumulados durante la gestación. Esta pérdida puede representar hasta un 5 ó 10 por ciento del peso total. Salvo que el pediatra opine lo contrario, no hay por qué preocuparse (suelen recuperarlo enseguida).

Primeros meses

Según la regla general, durante el primer semestre ganan unos 600 gramos al mes y durante el primer año suelen crecer 25 cm. Entre los cero y los doce meses se produce el mayor índice de crecimiento de toda la vida.

Sin embargo, en la práctica, la realidad depara muchas sorpresas: a veces a los niños les da por aumentar 350 gramos en solo siete días y los siete siguientes ganan solo 100.

La lactancia o la producción de leche no tiene nada que ver en estas oscilaciones. Los niños no engordan de forma constante, sino con altibajos. Por esa razón se recomienda pesarlos una vez al mes y no por semanas. Así que no hay que preocuparse.

Y si toma biberón, hay que cuidarse mucho de no forzar al bebé para que se lo termine entero: ellos paran cuando están saciados.

Hay que respetar al pie de la letra las indicaciones de preparación de la leche en polvo. Resulta contraproducente pasarnos con el agua o la leche en polvo porque corremos el riesgo de que el crío ingiera una cantidad de grasas, proteínas, etc. inadecuada para su organismo o de que se alimente de forma insuficiente.

A partir del sexto mes

Entre los seis y los doce meses, los bebés suelen ganar unos 500 gramos al mes.

Se recomienda empezar a variar su dieta hacia los seis meses. La Organización Mundial de la Salud, la Asociación Española de Pediatría y su homóloga norteamericana recomiendan alimentar al bebé solo con leche hasta el sexto mes, a no ser que el especialista ordene lo contrario.

Es importantísimo seguir el orden de introducción que indique el pediatra y no adelantarnos nunca. El médico es la persona indicada para establecer qué sólidos puede tomar el niño y en qué mes pueden incorporarse a su dieta.

A veces a los pequeños les cuesta aceptar los nuevos sabores. Para que este rechazo no afecte a su peso, es conveniente introducirlos muy poco a poco, sin reducir drásticamente el número de tomas o biberones.

Lo mejor es incluir los alimentos de uno en uno, en pequeñas cantidades y espaciándolos entre sí una semana como mínimo. Así, si alguno produce reacciones alérgicas al bebé, sabremos exactamente cuál ha sido y podremos eliminarlo de su dieta inmediatamente.

El niño tiene tos, ¿cuándo ir al pediatra?

Con niños pequeños, no hay invierno que no pasemos por unos cuantos resfriados en casa. Y si con nuestros bebés la preocupación aumenta considerablemente, conforme van creciendo nos acostumbramos a diferenciar los tipos de tos y a “mantener la calma” ante este proceso.

Hay bastantes dudas sobre si determinados fármacos son eficaces para tratar la tos, y además conocemos que la tos en los niños es un reflejo de protección: constituye una respuesta beneficiosa del cuerpo cuando hay una obstrucción o una infección que afecta al sistema respiratorio, desde la nariz hasta los pulmones.

Todo ello puede hacer que dejemos pasar la tos, o como mucho acudamos a remedios para que la garganta no sufra, y lo normal es que la tos remita con el paso del tiempo y acabe quitándose. Recordemos que en niños mayores de un año, la miel puede resultar beneficiosa en el caso de la tos seca del inicio de los catarros, pero no debe mojarse en ella el chupete, ni olvidar el lavado de dientes.

No obstante, hay ocasiones en las que sí deberíamos preocuparnos. Si el niño tiene tos, ¿cuándo hay que ir al pediatra?

- Si la tos viene acompañada de dificultad para respirar, fatiga…
- Si al coger aire al respirar notamos un sonido agudo y anormal producido por el flujo de aire (estridor inspiratorio), especialmente si se produce fatiga o si estamos hablando de un bebé. Esta afección, que se caracteriza por una tos fuerte y repetitiva, puede ser síntoma de una obstrucción.
- Cuando existe sospecha de que el niño ha aspirado un cuerpo extraño, ya que en este caso también se produce tos seca y a modo de ataques de tos. Os recordamos en este punto los consejos sobre cómo actuar si se atraganta un niño o un bebé.
- Si la tos es persistente (más de tres semanas). Habitualmente la tos blanda o productiva (que expulsa flemas) es de corta duración y se asocia a los catarros “normales” de los niños pequeños, una tos que contribuye a la curación. Pero si se alarga en el tiempo, hay que llevar al niño al pediatra.
- Cuando la tos se acompaña de fiebre prolongada.
- Si la tos en accesos con cambios de color en los labios o cara del niño (azulados o violáceos).

Por último, también nuestro sentido común tiene mucho que decir en los casos de tos de los niños, pues muchas veces la gravedad salta a la vista y no es necesario disponer de un listado de evidencias de peligro.

En definitiva, aunque la tos es un síntoma de los más frecuentes en los niños y no suele ser dañino, como la producen muchas patologías diferentes si nos encontramos con alguno de los casos de tos anteriores hay que visitar al pediatra para que haga un diagnóstico correcto y en su caso localizar y tratar un posible riesgo.

viernes, 15 de marzo de 2013

7 trucos para que los niños aprendan a comer sano

¿Por qué, si nuestro país se caracteriza por la saludable dieta mediterránea, hay muchos niños que no comen correctamente? En los últimos años los hábitos de alimentación han cambiado y hemos pasado de llevar una dieta sana a empezar a tomar algunos alimentos que no lo son tanto.

1. Comer de forma saludable

Es fundamental que aprendan el hábito de comer de forma saludable entre los cinco, seis y siete años. A partir de los diez será muy difícil conseguir que cambien sus costumbres a la hora de elegir sus alimentos y decidir lo que les gusta o no les gusta.

2. Variedad y equilibrio

Habrá que intentar que tomen verdura preparada de formas muy diferentes, para que vayan descubriendo distintos sabores asociados a la comida sana. El mismo plato de acelgas cada dos días provocará que «cojan manía» a toda la verdura. La podemos cocinar con bechamel, queso o puré de patata para que les vaya gustando. Lo mismo ocurre con la fruta: el típico plátano para merendar o almorzar en el colegio les puede llegar a aburrir.

3. Cuidado: lo imitan todo

Muchas veces los niños imitan a sus padres a la hora de comer: «Como a mi padre no le gusta la fruta, a mi tampoco. Mi madre no me va a reñir porque él tampoco se la come». Tenemos que tratar de evitar que asocien nuestros gustos con los suyos. En la mesa, lo ven y lo escuchan todo.

4. Cocinar y congelar

A veces, preparar verdura o guisos más sanos nos quita mucho tiempo y es más trabajoso. Lo más práctico es cocer verdura o cocinar legumbres en grandes cantidades para congelar y darle después al niño su ración cuando le toque. Siempre son mejores los alimentos sanos, aunque estén congelados, que recurrir a la comida rápida y a las patatas fritas.

5. Crear hábitos de alimentación

Si no les gusta la comida que hay ese día (alcachofas), le decimos que coma menos que los demás. Verá que al resto de la familia sí le gustan y que es «normal y habitual» comer alcachofas. A lo mejor dentro de un tiempo le terminan gustando o se las terminará comiendo ¡porque tiene más hambre! Lo cierto es que lo asimilará como un hábito familiar.

6. ¡Esto no me gusta!

Cuando algo no les gusta, hay que respetarlo. Pero no es lo mismo que no le gusten las acelgas que la verdura en general. En ese caso, la comida se convierte en un capricho y eso no es bueno. Debe acostumbrarse a que en su casa se come «lo que hay» y que no siempre se puede elegir. Los caprichos son para situaciones especiales.

7. Alternativas bajas en calorías

Si llega a casa del cole y va directo a la nevera a buscar el batido de chocolate (envasado) que tanto le gusta... le podemos decir que ese día no hay. Y en su lugar le ofrecemos chocolate negro en tableta, pepinillos o cebolletas en vinagre o cualquier otro alimento «premio», pero que no siempre sea alto en calorías.

Madres recientes y obesas, más expuestas a ACV y ataques cardíacos

Las mujeres jóvenes con obesidad tienen mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular o un ataque cardíaco poco después de dar a luz, en comparación con mujeres con un peso normal.

Estos datos se desprenden de un estudio realizado en Dinamarca, siguiendo a más de 273.000 madres recientes. Estas mujeres tenían un promedio de edad de 30 años y dieron a luz entre 2004 y 2009. Ninguna de las mujeres tenía antecedentes de ACV, enfermedad cardiaca ni problemas renales. Durante el periodo de seguimiento de seis años, 68 mujeres tuvieron un ataque cardiaco y 175 un ACV.

Entre las mujeres obesas, el riesgo de tener un ACV o ataque cardíaco se incrementó al doble en comparación a las de peso saludable, incluso al tener en cuenta complicaciones relacionadas con el embarazo u otros factores de riesgo cardiovasculares, incluyendo el hábito de fumar.

Si bien los episodios de este tipo son infrecuentes en las mujeres jóvenes, se comprobó un claro riesgo aumentado en aquellas mujeres obesas, que acababan de ser madres.

“Las mujeres jóvenes han de ser conscientes de los riesgos graves para su salud que hay asociados con la obesidad y unos hábitos de estilo de vida deficientes, y estos [efectos negativos] aparentemente se manifiestan a una edad temprana”, señalaron.

“Este estudio es importante porque aunque la incidencia de la enfermedad cardiaca esté disminuyendo en términos generales, esta tendencia a la baja no parece aplicarse en el caso de las mujeres de 35 a 44 años de edad”, concluyeron.

La lectura convierte el sueño en vida y la vida en sueño... también para un niño

Qué hay más apasionante que viajar dejando volar la imaginación a través de los libros. Aprender, soñar, divertirse, llorar, pensar… Son tantas cosas las que nos pueden dar las letras, que cualquier bebé debería venir con un libro bajo el brazo.

Hoy quiero rescatar un fragmento del discurso de Vargas Llosa con motivo de la entrega del Premio Nobel de Literatura en 2010. Un texto que ya había leído en su momento, pero que ahora recuerdo porque, tal vez, hoy necesito un poco más de literatura en mi vida y creo más firmemente que los libros deberían formar parte del crecimiento de cualquier niño.

Las palabras del escritor dan cuenta de la importancia de la lectura en su vida. Y en esos recuerdos de infancia, ¿quiénes aparecen vinculados a los libros? El colegio, los profesores, los padres, la familia.

Ojalá muchas otras personas supiéramos expresarnos tan bien como él, porque estoy segura de que ese mismo sentimiento de agradecer a padres o maestros el amar los libros es muy compartido.

Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.

La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.

Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro, de gran nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores.

Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero (…)

No muchos de nuestros hijos serán escritores llevando su pasión por la lectura a este modo de vida. Pero sin duda muchos amarán la magia de las palabras, de los dibujos, las sorpresas en cada página, el placer de dormirse con un libro en sus oídos, imaginando esos mundos de ensueño que les visitarán durante la noche…

Antes de que ellos aprendan a hacerlo solos, leerles cuentos a nuestros hijos nos hace cómplices, es una fuente de riqueza y de placer inmensos. Por eso espero esta noche, a pesar del cansancio, encontrar ese hueco para un cuento.

lunes, 11 de marzo de 2013

¿Dormir las siestas a bajo cero para evitar enfermedades?‏

Imagina que viene a visitarte una mujer nórdica con su bebé en un frío día de invierno. Es un día tan frío, tanto, que en el exterior el termómetro marca cero grados y has decidido no salir de casa con tu bebé por el riesgo a que te coja algo que no tiene. Acabáis de comer y como su hijo tiene sueño y se ha quedado dormido al pecho, lo deja en el cochecito. En ese momento se acerca a tu balcón y te pide permiso para abrirlo. Sorprendida accedes. Lo abre, saca el cochecito, entra y lo cierra de nuevo.

Seguro que en ese momento estás pensando que esta madre está “de loca para arriba”, sin embargo, si la visitante al país nórdico fueras tú, la rara serías tú, al no ofrecer a tu hijo lo mejor para evitar enfermedades: sacarlo a temperaturas bajo cero para que duerma ahí la siesta.

Nunca he estado en un país nórdico, así que si alguna sois de ahí o lo habéis visto lo podréis verificar. Según se cuenta, es habitual ver varios cochecitos alineados en la entrada de las cafeterías con los niños durmiendo, mientras los padres pasan el rato dentro. De igual modo, en las guarderías también sacan a los niños en la hora de la siesta y, evidentemente, los padres en sus casas hacen lo mismo.

Las temperaturas a las que pueden llegar a estar varían, según el día, pero es habitual que estén a temperaturas de entre -5ºC y -15ºC. Es entonces cuando “abrigan” un poco más al cochecito, para evitar el viento, o ponen un poco más de esmero en abrigar al niño, que ya de por sí está muy bien tapado (en eso seguro que podrían darnos unas cuantas lecciones).

Esto no es novedad

No se trata de una tendencia actual, pues hace ya décadas que se lleva a cabo y, como digo, ahí es lo más normal del mundo. Ya prontito, al poco tiempo de nacer, empiezan a pasar ratitos fuera en el exterior, llegando a estar hasta dos y tres horas cuando son bebés más grandecitos.

El tiempo, lógicamente, lo marca el bebé, pues cuando se despierta vuelve al interior (aunque algunas guarderías proponen sus actividades mayoritariamente en el exterior, siendo la excepción las que se llevan a cabo en el aula). Según comentan cuando los bebés duermen fuera duermen más tiempo que cuando están dentro, siendo una posible explicación que están muy “recogidos”, abrigados y físicamente contenidos, sin llegar a sudar.

Más sanos que si durmieran dentro

El motivo de hacer algo así es que tienen claro que en invierno las enfermedades están al acecho. Como la mejor manera de lograr que un niño se contagie de algo es metiéndole en un sitio cerrado y caliente con un montón de niños o personas que le pueden contagiar tienen la teoría de que al aire libre las probabilidades de enfermar son mucho menores.

Claro, lo ideal sería saber hasta qué punto es esto cierto. Según algunos estudios realizados por la Agencia de Protección del Medio Ambiente en Suecia esta teoría no está del todo clara. En algunos estudios se evidencia que los niños que pasan más tiempo al aire libre, tanto en siestas como en general, se ausentan del colegio menos días que los niños que pasan la mayor parte del tiempo en el interio. En otros estudios, en cambio, no se observan diferencias a la hora de comparar a los niños que duermen dentro y a los que duermen fuera.

Evidentemente, ponen mucho énfasis en conseguir que el niño, aún estando fuera, no pase frío. Como dicen habitualmente, “no hay mal tiempo, sino mala ropa”. Un bebé de semanas o meses no tiene la misma capacidad de regulación de temperatura que los adultos, por lo que si nosotros hiciéramos lo mismo y no abrigáramos bien a nuestros hijos correríamos el riesgo de poner su salud en riesgo.

Como allí los abrigan bien no sucede nada de lo que nosotros más tememos (que “cojan lo que no tienen”, que “pillen una pulmonía” o cualquiera de las cosas de las que nuestros padres nos advertían cuando salíamos con un frío de aúpa), así que como aquí hace menos frío y raramente llegamos a temperaturas bajo cero, podríamos hacer lo mismo y empezar a sacar a los bebés a dormir al exterior. Así evitaríamos los sitios cerrados cerca de los niños y adultos que tantas enfermedades contagian a nuestros hijos.

Sin embargo, no sé por qué, dudo mucho que esta técnica preventiva se acabe extendiendo en nuestra población.

jueves, 7 de marzo de 2013

¿Qué llevar al hospital? La canastilla básica del recién nacido

Una de las cuestiones que más preocupa a los futuros papás es la canastilla básica del recién nacido, esa bolsa o pequeña maleta que deberíamos tener preparada para llevar al hospital cuando llegue el gran momento.

Y remarco lo de “pequeña” maleta, porque realmente no hace falta que hagamos un gran “equipaje” para preparar la llegada del bebé. En los hospitales públicos y algunos privados nos proporcionarán la mayor parte de cosas necesarias (pañales, toallitas…).

Pero suponiendo que lo queramos llevar preparado nosotros o que no vayamos a dar a luz en un hospital, ¿qué debería llevar el ajuar básico del recién nacido?

El ajuar del recién nacido para el hospital

Bodies de recién nacidos, de algodón, con abertura ancha en el cuello o abotonamiento lateral o frontal, para que sea más fácil vestir al bebé, una tarea que al principio nos parecerá de ingeniería, pero que pronto llevaremos a cabo como expertos. Debemos llevar varios, ya que es probable que se manchen a menudo por las heces líquidas.

Gorritos: la temperatura del bebé recién nacido no se regula fácilmente, y pierde mucho calor por la cabeza. Por ello es necesario que lleven gorrito de recién nacidos, de algodón.

Pijamas o peleles completos, que tapen de cuello a pies. Por el tema de la regulación de temperatura, son imprescindibles en las primeras horas, aunque si estamos en verano pronto podremos ponerle algo más ligero al bebé.

Calcetines para cuando no lleven peleles, proteger los pies, que también suelen enfriarse con facilidad.

Manoplas para evitar los arañazos en la cara (aunque es probable que tu bebé no se rasguñe).

Una mantita o arrullo para arropar al niño cuando salgamos a bañarlo o a pasear por el hospital, o para cuando nos vayamos a casa.

Toda esta ropa debemos llevarla previamente lavada en casa, con detergentes neutros y sin suavizante, para que la piel del bebé, tan delicada, no sufra.

Baberos o gasas por si el bebé regurgita.

Pañales de recién nacido, talla 0 (aunque puede haber mucha diferencia entre el tamaño de los distintos bebés). Hay algunas marcas de pañales de tela que también ofrecen pañales para recién nacidos, aunque hemos de valorar el tema de la limpieza si estamos en el hospital no va a ser fácil, por lo que podemos empezar a probarlos una vez en casa.

Toallitas húmedas para peles sensibles. Las necesitamos para limpiar las heces, especialmente el difícil meconio, las primeras heces del recién nacido, que se van expulsando en varias deposiciones durante las primeras 48 horas de vida del bebé.

Crema protectora para la zona del pañal, una de las que más sufren por la humedad y la propensión a irritaciones.

Aunque lo suelen proporcionar en el hospital, hacen falta gasas para el cuidado del ombligo y alcohol de 70 grados o clorhexidina, una sustancia antiséptica (es algo que necesitaremos también en casa).

Qué no llevar en la canastilla del bebé

Como veis, en este listado no hemos incluido chupetes (desaconsejados hasta que la lactancia materna esté establecida: la AEP señala que será a partir del mes cuando no conlleve riesgos, hasta los 12 meses), ni zapatitos (innecesarios mientras no caminen, para lo cual faltan bastantes meses)…

Tampoco hemos hablado de colonia, aunque si, a pesar de lo bien que huelen los recién nacidos (cuando no llevan “pastel”), no nos resistimos, no olvidemos ponerla sobre la ropa y no sobre la piel del bebé.

Respecto al gel de baño, se supone que en el hospital tienen el más adecuado para bebés. Recordad que, una vez en casa, en un recién nacido es aconsejable evitar cualquier sustancia sintética de alto poder espumoso, por lo que lavaremos al bebé con un jabón que tenga un pH de 4 a 4’5.

Si queremos utilizar nuestra propia toalla para el baño del bebé (aunque en el hospital tendrán las propias), que sea pequeña, de tejidos naturales y suave, también previamente lavada en casa.

Tampoco, por no ser elementos propiamente de canastilla y porque no todos los padres van a necesitar desplazamientos largos o en coche, hemos hablado de cochecito ni capazo o sistema de retención infantil para el vehículo, pero se tratan de elementos necesarios en los casos citados. ¡A ver si no va a haber manera de volver a casa, con las ganas que tendremos!

En definitiva, no se trata de una canastilla excesiva, llevamos lo básico y además, otra cuestión básica y más en los tiempos que corren, es ¿qué me pueden prestar o regalar? Porque en lugar de regalos que acaben olvidados en un cajón, podemos pedir a familiares y amigos que se encarguen de algunos de estos elementos para los primeros días de vida del bebé.

viernes, 1 de marzo de 2013

Desórdenes del sueño en los niños, ¿cuándo hay que preocuparse?

Dormir es una función necesaria para la salud de cualquier persona, por eso se pueden identificar ciertos desórdenes que provocan que el sueño no se desarrolle con normalidad y puedan afectar a su calidad y a la salud del niño.

No obstante, no se deben considerar desórdenes los despertares nocturnos de bebés y niños, que no solo son normales sino también saludables. Hablamos de otros trastornos que pueden ser más preocupantes, aunque afortunadamente temporales en su mayoría, como las pesadillas o los terrores nocturnos… Otros, como la apnea del sueño o la narcolepsia requieren una atención médica.

Pesadillas infantiles

las pesadillas en los niños son muy frecuentes y son la manifestación inconsciente durante el sueño de sentimientos de inseguridad, ansiedades, miedos o preocupaciones. El niño se suele despertar sobresaltado y recuerda el sueño.

Las pesadillas suelen ocurrir más frecuentemente durante períodos de transición, estrés o cambios de rutina del niño. Tienden a desaparecer espontáneamente, pero algunas cosas que podemos hacer para intentar que no se repitan las pesadillas es estimular al niño a hablar sobre lo acontecido durante la pesadilla, mostrarle imágenes agradables antes de que se duerma (un cuento…), y evitar la televisión u otros juegos antes de acostarse a dormir.

Terrores nocturnos

los terrores nocturnos son más frecuentes entre los tres y los ocho años de edad. El niño está intranquilo, solloza, gime, se le acelera la respiración e incluso en ocasiones se incorpora o se levanta de la cama y corre.

A diferencia de las pesadillas, los terrores nocturnos no provocan que el niño se despierte, y aunque parezca despierto (con los ojos abiertos), en realidad solo se trata de un despertar parcial: está dormido mientras ocurren y no suele recordar lo ocurrido al día siguiente. Los terrores nocturnos son más frecuente en niños cansados, estresados, enfermos… y para intentar prevenirlos podemos hacer lo mismo que en el caso de las pesadillas.

Sonambulismo en los niños

el sonambulismo ocurre con más frecuencia a la misma edad que los terrores nocturnos, entre los tres y los ocho años. El niño está entre dormido y despierto y por lo general no recuerda lo ocurrido al día siguiente, aunque, a diferencia de los terrores, no son episodios que les provoquen ansiedad o llanto. Dormir lo suficiente es importante para reducir la frecuencia de los episodios de sonambulismo.

Apnea del sueño

La apnea del sueño afecta tanto a adultos como a niños, hasta un 5% de la población infantil española padece esta enfermedad cuyas características principales son las breves interrupciones de la respiración que se sufren durante el sueño. Se produce con más frecuencia en los niños que comprenden edades entre los dos años de edad y los seis.

Los niños con apnea habitualmente roncan, su sueño es inquieto y pueden manifestar somnolencia durante el día. La causa principal es el aumento del tamaño de las amígdalas. Existen varias formas de tratar la apnea: hay que consultar al especialista para confirmar el diagnóstico y recibir tratamiento.

Narcolepsia infantil

La narcolepsia es un trastorno del sueño que causa somnolencia excesiva y ataques de sueño frecuentes durante el día: el niño se duerme de repente, en cualquier situación, por espacio de unos segundos o minutos, y vuelve a despertar. Por lo general empieza durante la pubertad, aunque puede comenzar antes. Los síntomas narcolépticos a menudo son más graves cuando el trastorno se desarrolla temprano en la vida en lugar de la edad adulta.

Aunque se desconocen las causas exactas, los expertos han comenzado a reconocer que la narcolepsia a veces contribuye a ciertos problemas infantiles de conducta, como el trastorno de hiperactividad y déficit de la atención y deben ser abordados cuanto antes. Si no se diagnostica o se trata, la narcolepsia puede presentar problemas especiales en niños y adolescentes, interfiriendo con su desarrollo psicológico, social y cognitivo.

Como vemos, estamos hablando de trastornos de muy diversa índole, y algunos conllevan riesgos físicos para los niños: los terrores nocturnos y el sonambulismo porque pueden dañarse mientras caminan o hacen alguna actividad semidormidos; y la narcolepsia por el peligro de “caer dormido” en cualquier situación.

Por eso hemos de procurar un entorno seguro en los dos primeros casos (habitaciones y pasillos despejados, determinadas puertas cerradas, protección de escaleras…) y una vigilancia continua en el caso de la narcolepsia, que ha de ser tratada por un especialista.

Hay investigaciones médicas que revelan que un porcentaje elevado de niños sufren algún desorden del sueño, aunque por fortuna la mayoría no son graves y son transitorios. Siempre que tengamos sospecha de alguno de estos trastornos, o notemos que el niño no está descansado durante el día y padece de somnolencia, conviene consultar al pediatra.

lunes, 25 de febrero de 2013

Malos hábitos: Comer viendo la tele

Los niños que comen en familia se alimentan mejor que los que comen solos. Además, cenar frente al televisor anula la conversación e impide prestar atención a lo que se come.

Alimentarse es mucho más que aplacar el hambre. Es disfrutar de los alimentos con todos los sentidos, saborearlos, percibir su aroma y deleitarse con su presentación.

Lo ideal es comer en familia. Algunos estudios demuestran que los niños que comen junto con sus padres se alimentan mejor que los que comen solos. Toman más frutas y verduras, ingieren más cantidad de vitaminas y minerales, consumen más fibra, poseen mayores habilidades de expresión, establecen relaciones más saludables con los otros y se sienten mejor integrados en su familia.

Comer viendo la tele

Pero todos esos beneficios desaparecen cuando el grupo familiar mira la televisión durante la comida. ¿Por qué?

Cuando los comensales están pendientes de la tele no le prestan atención a lo que comen. No aprecian el sabor de los alimentos ni sus cualidades y además pierden el control sobre la cantidad que están comiendo. En este sentido, el hábito de comer viendo la televisión puede favorecer la obesidad.

Las familias que comen viendo la televisión toman menos frutas y verduras, alimentos que proporcionan fibra, vitaminas y minerales y tienen un efecto protector contra enfermedades cardiovasculares y distintos tipos de cáncer.

La relación entre los comensales se reduce, la familia habla menos y si lo hace, la conversación se centra en el programa que está viendo.

En horario infantil la televisión concentra la emisión de anuncios de alimentos, que pueden influir en los hábitos de consumo del niño. La mayoría de anuncios son de golosinas, chocolates, bollería, refrescos, etc.; estos productos tienen un elevado contenido en grasas, azúcar y calorías, y no se deben consumir a diario, sino una vez por semana.

En resumen: la familia debe apagar la tele mientras come, porque es importante que el niño establezca una buena relación con la comida desde el principio. Por eso la televisión tampoco se debe utilizar como premio si el pequeño come.

Gérmenes y más gérmenes: ¿dónde está el mayor peligro?

No se trata de estar obsesionados con la limpieza ni de intentar tener un entorno aséptico, pero sí podemos prestar atención a aquellos lugares que acumulan más gérmenes. De este modo podemos incidir en su limpieza o procurar que los bebés y niños no jueguen con determinados objetos, para evitar riesgos.


Los gérmenes son bacterias, virus, hongos y protozoos microscópicos que pueden provocar enfermedades.

El hecho de lavarse las manos a menudo previene muchas infecciones, por lo cual esta sencilla medida preventiva debe ser la primera.


No se trata de esterilizar la casa, las ropas, los utensilios de comida… pues el exceso de higiene debilita el sistema inmune y no podemos pretender eliminar microorganismos con los que hemos crecido todos. Además no podemos vivir en una burbuja y el riesgo no solo está en el hogar.


No obstante, tal vez nos paremos a pensar unos segundos antes de permitir que el bebé muerda el mando a distancia, o que juegue con el teléfono, con la toalla del baño, con la esponja, con los zapatos…

Lugares con mayor acumulación de gérmenes 

Según la organización estadounidense Keeping It Kleen, estos son los lugares con mayor acumulación de gérmenes:
  • El mando a distancia, ese compañero inseparable que habita en los salones de las casas (o en varias estancias) y que es manipulado por todos y colocado en cualquier parte. Charles Gerba, profesor de microbiología de la Universidad de Arizona, encontró la bacteria E. coli en un gran número de estos aparatos.
  • El teléfono móvil. Según un estudio realizado en el Reino Unido por la London School of Hygiene and Tropical Medicine, el 16% de los teléfonos móviles está infectado con restos de heces humanas y E. coli (responsable de infecciones gastrointestinales), así como con Staphylococcus aureus (que puede causar afecciones cutáneas, neumonía y meningitis).
  • En relación a lo anterior, las pantallas táctiles de cualquier dispositivo (smartphones, tabletas…) también acumulan múltiples gérmenes y bacterias fecales, pasando fácilmente de mano en mano.
  • El bolso de mano, ese gran aliado que puede encerrar cualquier cosa cuando tenemos bebés, se convierte también en un importante foco de gérmenes. Una investigación a cargo de la microbióloga Amy Karen en Salt Lake City, reveló que casi todos los objetos analizados estaban contaminados con Pseudomonas, que ocasionan infecciones en los ojos, y Salmonella, E. coli, materia fecal y Staphylococcus aureus, que desata irritaciones en la piel. Curiosamente, los bolsos de cuero resultan más limpios que los de tela.
  • La almohada después de dos años de uso incluye múltiples gérmenes, polvo, ácaros, secreciones de estos animales, piel muerta y saliva. El estudio que determinó estos “vecinos” no deseados de sueños fue realizado en los principales hospitales ingleses, ya que las almohadas estaban asociadas con la proliferación de infecciones y bacterias entre las cuales se encuentra el Estafilococo Áureo.
  • El carrito del supermercado: merece la pena limpiarlo con una toallita desinfectante antes de sentar en él al bebé o niño. De acuerdo a una investigación realizada en la Universidad de Arizona, en un carrito hay más gérmenes que en un baño público; el 72% de los examinados tenían restos de materia fecal y 50% presentaban E. coli.
  • Los zapatos, para el suelo. Tal vez en esto tengamos que alegrarnos de que los niños no quieran llevarlos. Eso sí, mejor mantenerlos fuera de su alcance. Tras tres meses de desgaste, el 13% de las suelas de calzado presentan restos de E. coli y 90% presenta materia fecal
  • El interior del coche, y especialmente el volante: un estudio de la Universidad Queen Mary de Londres reveló que el volante posee nueve veces más bacterias que el asiento de un baño público. En el resto del automóvil pueden multiplicarse más de 700 tipos de gérmenes.
  • El baño, aunque no sea el mayor foco de gérmenes, sí incluye elementos como la bañera, la esponja, las manillas de los grifos, la manivela de la puerta o la toalla de baño a los que hay que prestar atención. El cambiador de bebés, especialmente el de los baños públicos, hay que usarlo sobre una protección.
  • Otros objetos y lugares favoritos para la proliferación de gérmenes son las monedas y billetes, los cajeros automáticos, los menús de restaurantes, los dispensadores de condimentos, el teclado y el ratón del ordenador, los útiles escolares, las consolas de videojuegos, el suelo…
Como vemos, sería imposible mantener todos estos objetos y lugares con más acumulación de gérmenes controlados y perfectamente esterilizados. Pero no olvidemos mantener precauciones básicas para prevenir muchos contagios e infecciones en nuestros hijos y en nosotros mismos.

martes, 19 de febrero de 2013

Cómo evitar esguinces de repetición en los niños

El esguince es una lesión de un ligamento. Pude ser distensión (esguince de grado 1), desgarro (grado 2) o fractura (grado 3). El tratamiento consiste en inmovilizar el tobillo con una venda para que las fibras ligamentosas se recuperen. El reposo puede durar de siete a diez días, si solo es una distensión hasta cerca de un mes si es una fractura. Para saber por qué tu hijo sufre esguinces con frecuencia habría que revisar su historia clínica.

Quizá esa supuesta fragilidad del pie no guarde relación con la lesión, hay que ver si tiene alguna malformacion leve que dificulte ciertos movimientos, como pies planos o lasos, o una debilidad de músculos y ligamentos, o incluso si el calzado que usa es apropiado. Pedid cita con su pediatra.

¿No sabes por qué llora el bebé? Fíjate en sus ojos

Una de las razones que más pueden preocupar a los padres es la del llanto del bebé, todo un enigma, especialmente cuando hablamos de recién nacidos. Un estudio reciente asegura que fijándonos en el rostro del bebé, especialmente en sus ojos, podremos saber el motivo del llanto.

El llanto del bebé puede ser debido a múltiples causas, pero según los investigadores de la Universidad de Murcia y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) los bebés lloran por enfado o miedo cuando tienen los ojos abiertos y por dolor cuando los mantienen cerrados.

Han llegado a estas conclusiones tras estudiar el llanto de 20 bebés de entre tres y 18 meses, fijándose en esta manera de comunicarse del bebé. Aunque los principales motivos son hambre, dolor, enfado o miedo, los adultos no reconocen fácilmente qué emoción es la que provoca las lágrimas del bebé.

El estudio, titulado “Infant Crying: Pattern of Weeping, Recognition of Emotion and Affective Reactions in Observers” (El llanto infantil: patrón del llanto, el reconocimiento de las emociones y las reacciones afectivas de los observadores) fue publicado en noviembre en la revista The Spanish Journal of Psychology.

Muestra que las principales diferencias se presentan en la actividad ocular y en la dinámica del llanto. En este último, los expertos han comprobado que tanto los gestos como la intensidad del lloro se van incrementando gradualmente si se debe a un enfado, mientras que aparecen en su máxima intensidad desde el primer momento en el caso del dolor y del miedo.

La cara de un bebé que llora

Todos tenemos en mente el rostro de un bebé que llora, pero otra cosa es enumerar y sistematizar los cambios que se producen en la cara durante ese proceso.

En general, cuando un bebé llora la actividad muscular de su rostro se caracteriza por una gran tensión en la frente, las cejas o los labios, y se produce la apertura de la boca y la elevación de las mejillas.

En los ojos estaría la mayor diferencia según la causa del lloro: cuando los bebés están enfadados la mayoría mantienen los ojos medio cerrados, con una mirada aparentemente sin dirección o, por el contrario, fija y prominente.

Me da pena imaginar cómo habrán tenido que llegar a estas conclusiones, pero en el caso del miedo, los ojos permanecen abiertos casi todo el tiempo. A veces los bebés tienen una mirada escrutadora, mueven la cabeza hacia atrás, y el llanto aparece de forma explosiva, después de un aumento gradual de la tensión.

Por último, para el dolor se comprobó que se manifiesta con los ojos cerrados casi todo el tiempo, y en los pocos momentos en los que están abiertos, lo están mínimamente, con la mirada distante. El llanto, que comienza de forma repentina justo después de que se produzca el dolor, desde el principio alcanza su intensidad máxima.

Por otra parte, los investigadores han comprobado que los padres no suelen identificar claramente qué emoción es la que induce el llanto, especialmente cuando se trata de enfado y miedo.

En cualquier caso, y dado el evidente margen de error que, a mi parecer, tienen estos datos, y sobre todo que en ocasiones no estamos para fijarnos en cómo están los ojos del niño, aunque desconozcamos cuál es el motivo del llanto del bebé hay que intentar calmarlo, ya que en ningún caso se debe ignorar el llanto del bebé.

jueves, 14 de febrero de 2013

Video: Tras el baño cómo secar al bebé


Después de bañar al bebé es necesario secarlo bien y darle mimos mientras le aplicamos su cremita. Mayte González, especialista infantil en Fun&Fit, nos indica los pasos a seguir en este vídeo para que el niño quede bien sequito y totalmente relajado.

sábado, 9 de febrero de 2013

Cómo ayudar al bebé a dar sus primeros pasos

A partir de los nueve meses nuestro bebé comienza a dar sus primeros pasos, o al menos a intentarlo. Todo comienza con el gateo y sigue con esos graciosos pasitos titubeantes. Y de repente un día… ¡están corriendo por toda la casa! Nosotros podemos ayudarle a que sus primeros pasos sean seguros.

El bebé aprende paso a paso

Lo habitual es que todos los niños adopten un mismo patrón antes de aprender a andar:

- Normalmente aprenden a dominar la posición de sentado entre los seis y los ocho meses.
- El gateo llega entre los ocho y los diez meses.
- La horquilla para empezar a caminar es más amplia: entre los nueve y los 18 meses.
- De un día para otro, el bebé cambiará de perspectiva y empezará a verlo todo desde las alturas, manteniéndose de pie con algún apoyo (con las manos en un taburete, sujetando los barrotes de su cuna...) y le gustará tanto el nuevo mundo, que en poco tiempo se lanzará a caminar.

Aunque es importante no olvidar que cada niño tiene su propio ritmo y no debemos comparar unos con otros. ¡Cada bebé es un mundo!

Consejos para que el bebé comience a caminar seguro

Es importante, que nuestro hijo dé sus primeros pasos en una zona libre de objetos que puedan dañarle, por ejemplo los muebles sin protección. Las superficies mullidas pero firmes, como el césped o una moqueta o alfombra, le ayudarán a iniciarse en este importante aprendizaje.

Es inevitable que el peque sufra unas cuantas caídas antes de dominar el equilibrio. Si papá o mamá están presentes, se sentirá seguro a pesar de algún que otro culetazo o coscorrón.

En cualquier caso, más vale prevenir que curar: conviene forrar las esquinas de las mesas, tapar enchufes, retirar de su camino objetos que puedan resultar peligrosos...

El corralito

Un apoyo que puede ayudar al niño a desarrollar las funciones motoras es la cuna-parque. Según los expertos en psicomotricidad, reúne todos los elementos necesarios para estimular al niño hasta que dé sus primeros pasos: una estructura sólida, un espacio libre, un suelo agradable y confortable para todo tipo de movimientos y unas mallas o redes con la consistencia suficiente para que el niño pueda agarrarse y conquistar todas las alturas hasta lograr la posición de pie.

Incluso puede dar sus primeros pasos en él, yendo de un extremo a otro y perdiendo el miedo al vacío. Para animarle a ello, se puede colocar su juguete preferido en un lado del parque y señalárselo para que vaya a cogerlo.

Eso sí, solo mantendremos al pequeño en el parque un ratito: él necesita más espacio para investigar, curiosear y recorrer... pasito a pasito.

Mejor nada de andadores

La mayoría de los especialistas desaconsejan el uso del andador o tacatá porque puede retrasar la función motora, ya que aunque el niño se desplace y llegue a mover sus piernas como si estuviera caminando, no está aprendiendo a sostener su cuerpo ni a ejercitar el equilibrio, algo necesario para poder dar los primeros pasos.

Por eso el uso del andador hace que el pequeño se salte etapas beneficiosas para su desarrollo. Si aun así se utiliza, debe plantearse como un entretenimiento más que como un apoyo para ayudarle a caminar, limitando su tiempo de uso.

lunes, 4 de febrero de 2013

Video: Qué deben comer los niños cuando están malitos


Cuando nuestro hijo está resfriado, con gripe o cualquier otro malestar suele mostrarse inapetente y no sabemos muy bien qué hacer, si obligarlo a comer para reponer fuerzas o seguir una dieta especial. En este vídeo, el doctor José Manuel Moreno Villares, asesor de nutrición infantil de Ser Padres y pediatra de la Unidad de Nutrición Clínica del Hospital Materno Infantil 12 de Octubre de Madrid, nos explica qué debe tomar y en qué cantidades.