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martes, 19 de octubre de 2010

La toxoplasmosis en el embarazo

La toxoplasmosis es una enfermedad que se debe a un parásito que vive en la carne y en la tierra. También los gatos pueden ser portadores de esta enfermedad ya que se infectan al comer la carne cruda o poco hecha. Este afección, que a priori es inofensiva, puede tener graves consecuencias si una madre contagiada la transmite al feto por vía placentaria.

Diagnóstico y tratamiento de la toxoplasmosis

Por regla general, en las primeras visitas que una embarazada realiza a su ginecólogo se le solicita una prueba serológica para determinar si no ha tenido la toxoplasmosis o si la ha padecido previamente y ya está inmunizada. Actualmente no exite ningún tratamiento preventivo ya que no hay vacuna; aunque si no se está inmunizada es conveniente adoptar algunas precauciones para evitar el contagio.

Consejos para no contraer la toxoplasmosis

- Se debe cocinar bien la carne, en especial la de cerdo, cordero y buey. Las carnes preparadas de forma industrial son preferibles a las carnes que se venden en los mercados o que vienen directamente de la granja. La carne congelada también es una buena opción ya que la toxoplasmosis muere a – 18º C.

- Se recomienda lavar con mucha agua todas las frutas y verduras que crecen a ras de tierra, sobre todo si se van a comer crudas.

- Debera lavarse bien las manos antes de cada comida y después de manipular carne cruda o tierra.

- Evite el contacto con los gatos y si tiene uno procure que no tome carne cruda y haga que otra persona desinfecte su caja todos los días.

Contagio del niño

En el caso de que la madre padezca la toxoplasmosis en el curso del embarazo, habrá que efectuar una punción del cordón umbilical para obtener una muestra de sangre fetal y poder determinar si el feto también ha sido contagiado.

Las consecuencias para el feto son distintas según el momento del embarazo en el que se encuentre la mujer que contrae la toxoplasmosis.

Si la toxoplasmosis se contrae durante la primera mitad del embarazo, el peligro de transmisión de la enfermedad al feto no es muy alto (5% a 10% de los casos), pero si se produce la infección resulta extremadamente grave, ya que afecta al sistema nervioso y ocular del niño. Si se confirma que el feto esta infectado se puede optar por la interrupción del embarazo. En caso contrario, se deberá seguir con el tratamiento hasta el parto para evitar la propagación de la infección a distintos órganos del feto.

Si la toxoplasmosis se contrae al final del embarazo los riesgos de contagio del feto son más altos pero las consecuencias de la infección son menos peligrosas para el niño. Por tanto, la gestación puede continuar bajo tratamiento.