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martes, 4 de diciembre de 2012

Parto: ¿Son útiles los masajes en el perineo para evitar desgarros y episiotomías?

Una de las posibles complicaciones del parto que más miedo da a las mujeres (y yo diría que también a los hombres, que nos ponemos en su lugar y si nos pasara algo así nos deprimiríamos de por vida) es el traumatismo perineal, nombre que reciben el desgarro o la episiotomía que, aunque es practicada por los profesionales, es trauma igualmente.

Los nuevos protocolos están tratando de reeducar a los profesionales para que intervengan menos y dejen que el parto fluya, sin prisas aunque vigilando (por si acaso), porque la episiotomía no parece tan recomendable como se creía. Sin embargo no todo está en manos de los profesionales, porque se cree que las madres pueden hacer algo también para prevenir el daño en su perineo: masajeárselo antes de ir a dar a luz.

La duda es, ¿son útiles los masajes en el perineo para evitar desgarros y episiotomías?   

Para responder esta pregunta vamos a hablar de una revisión sistemática de varios estudios realizada por la Cochrane, que incluyó tres ensayos aleatorios en el que particaron 2434 embarazadas en total (1941 no habían tenido aún hijos y 493 ya habían sido madres) que se hicieron el masaje perineal al menos durante las cuatro últimas semanas de gestación.

El masaje perineal sí reduce la probabilidad de trauma perineal

Se observó que había una reducción del 9% en la incidencia de traumatismo que requiere sutura, aunque sólo fue estadísticamente significativa para las mujeres que aún no habían tenido hijos. Es decir, las que ya habían sido madres no parecieron beneficiarse del masaje.

En uno de los ensayos, que incluía a 931 mujeres, se concluyó que el dolor perineal tras el parto se reducía en un 32% en aquellas que se habían hecho masaje previo al parto y tenían también menor riesgo de trauma con sutura: de cada 16 mujeres que practicaron masaje, una menos recibía sutura después del parto.

En relación a desgarros perineales de primer y segundo grado (los más leves) y traumatismo perineal de tercer o cuarto grado, no se vieron diferencias significativas entre todas las mujeres. O sea, que el beneficio era que el 15% de las madres que se habían hecho masaje sufrían menos episiotomías (de primer y segundo grado) que las que no habían hecho nada.

En conclusión

Según los autores de la revisión, la conclusión es que el masaje perineal a partir de las 35 semanas reduce la incidencia del traumatismo perineal que requiere sutura (principalmente episiotomías) y las mujeres tienen menos probabilidades de padecer dolor perineal a los tres meses del parto.

Ante estos datos, se aconseja que las mujeres reciban información acerca de esta práctica y que se les informe de cómo hacerlo para ayudar a disminuir el riesgo de traumatismo perineal, algo que yo diría que no se suele recomendar (al menos a mi mujer nadie se lo recomendó en ninguno de los tres partos y fue ella, por iniciativa propia, quien se informó de ello).

jueves, 29 de noviembre de 2012

Si estás embarazada, cuida tus labios

Durante el embarazo te cuidas y, cuando ya has sido mamá, sigues haciéndolo. Pero hay una parte de ti que probablemente casi no tienes en cuenta, ni antes, ni después: los labios.

Los labios son una parte importante de la cara, pero también una zona muy sensible y expuesta durante todo el día a las condiciones ambientales, es decir, necesitan una especial atención. Porque, mantenerlos hidratados, no solo nos favorecerá y hará más guapas, sino que nos evitará daños y molestias, relacionadas con la sequedad y el descuido de la boca.

Para mantener los labios hidratados, la mejor opción son los bálsamos labiales. Sin esfuerzo, transporta tu barra labial en el bolso o en el bolsillo y, de vez en cuando, aplícatela para evitar daños. Con sabores, colores, olores o diferentes efectos extras te permiten mantener una boca en perfecto estado y unos labios suaves y sanos.

¿Cuándo empezar a hacer ejercicio durante el embarazo?

Hace unos días os comentábamos cuáles son los ejercicios más adecuados durante el embarazo, y hoy queremos saber cuál es el momento indicado para empezar a hacer ejercicio durante el embarazo, ya que esta práctica es tan beneficiosa para la futura mamá y el bebé.

Lo primero que hemos de señalar es que la respuesta a nuestra pregunta dependerá de cada mujer, por lo que siempre será mejor que consultemos al ginecólogo sobre la posibilidad de iniciar o continuar con la práctica de ejercicio.

La razón principal es que el primer trimestre de embarazo es el más delicado y cuando existe mayor riesgo de que haya alguna complicación u aborto, por lo que cuando confirmemos la noticia del embarazo conviene revisar cuál es nuestra costumbre en lo relativo a la actividad física.

Si estábamos habituadas a un ritmo de deporte fuerte, hay que reducirlo o incluso pararlo de momento si tenemos algún indicio de que existe riesgo para el embarazo. Y consultar al ginecólogo cuanto antes. Si nuestra práctica de ejercicio era suave, y se trata de ejercicios adecuados durante el embarazo, podemos seguir al mismo ritmo mientras no notemos dificultades.

Lo que menos se recomienda es iniciar una actividad nueva a la que el cuerpo no está habituado, pues podría repercutir negativamente en nuestro estado.

Como veis, se trata de cuestiones de lógica que hacen que nos fijemos en las condiciones y particularidades de cada mujer, siempre buscando la seguridad del embarazo. Y para confirmar la seguridad nada mejor que la visita al especialista.

¿Cuándo comenzar a hacer ejercicio durante el embarazo?

Cuando el médico confirme que no existe contraindicación para hacer ejercicio, podemos iniciarlo, siguiendo ciertas recomendaciones que dependerán de nuestro estado físico y de lo acostumbradas que estemos a realizar actividad física.

Si no solemos hacer ejercicio, hay que empezar gradualmente durante el primer trimestre y a niveles de esfuerzo bajo para ir poco a poco subiendo la intensidad del ejercicio. Como hemos comentado, no se recomienda durante el primer trimestre iniciar ninguna actividad nueva. Siempre habremos de estar atentas a que el ejercicio no nos cause dolor, sensación de “falta de aire” o cansancio excesivo.

Recordemos que hacer ejercicio o realizar una actividad física es practicar cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía, y que se practica de manera regular.

Puede ser un deporte (pero no hablamos de alta competición, que está desaconsejada) o caminar, hacer yoga, nadar… a un ritmo moderado, y estas actividades se pueden hacer desde el inicio del embarazo.

Si estamos acostumbradas a un ritmo fuerte de ejercicio, es conveniente rebajarlo (seguramente el cuerpo nos pedirá moderación) y como es lógico tampoco se pueden practicar deportes de riesgo (esquí, escalada…) o de impacto excesivo (spinning, triatlon…).

¿Y cuándo parar de hacer ejercicio durante el embarazo?

Si el embarazo continúa sin dificultades, el segundo trimestre sigue siendo una etapa perfecta para la práctica de ejercicio, cuando el peso corporal de la futura mamá aún no ha aumentado demasiado.

El el tercer trimestre, ya avanzado el embarazo, seguramente habremos de rebajar el ritmo de ejercicio, pero a cambio podemos iniciar o intensificar los ejercicios de preparación al parto. Algunos ejercicios son menos recomendables en esta etapa, como el ciclismo, por la pérdida de equilibrio que puede suponer el gran volumen de la barriga.

Y, hasta el último momento antes de que nazca el bebé, caminar a buen ritmo es la mejor de las opciones, segura y favorecedora de la llegada del parto de manera natural una vez hemos alcanzado las 38 semanas. En la recta final del embarazo, facilita el trabajo de parto debido al balanceo pélvico que se produce durante la caminata, cuando se va produciendo el borramiento del cuello uterino en la primera fase del parto, la dilatación precoz o latente.

Otra cuestión es que hayamos de interrumpir el ejercicio porque se produce alguna dificultad o riesgo para el embarazo y nos manden reposo.

Dejaremos de hacer ejercicio y acudiremos al médico si tenemos alguno de los siguientes síntomas: hemorragia vaginal, dificultades o esfuerzo para respirar, mareos, dolor de cabeza, molestias en el pecho, debilidad muscular, dolor o hinchazón en las pantorrillas, contracciones, reducción en el movimiento del feto, visión borrosa o pérdida de líquido por la vagina.

En definitiva, desde el primer momento si no existe riesgo para el embarazo podemos practicar ejercicios suaves y adecuados para esta etapa. Es importante confirmar con el médico que el ejercicio que practicamos no es perjudicial o que nos aconseje qué sería lo mejor si no estamos habituadas a ninguna actividad física.

La vacuna antigripal previene partos prematuros y complicaciones respiratorias

Las mujeres embarazadas no están exentas en época invernal de contraer infecciones respiratorias como la gripe, que en su caso puede desencadenar complicaciones en el embarazo como parto prematuro e infecciones respiratorias, también problemas en el desarrollo fetal.

Es por ello que la prevención es la herramienta principal para evitar estas complicaciones en el embarazo, y eso se logra mediante las vacunas, que las gestantes deben colocarse. Esta vacuna logra reducir los cuadros respiratorios febriles un 36 por ciento, también es menor la infección respiratoria en el bebé.

En efecto, los estudios han hallado cifras de reducción de la enfermedad gripal en el recién nacido del 63 por ciento hasta los 6 meses de edad y de entre un 39 y un 92 por ciento en cuanto a la reducción de hospitalizaciones por gripe, y ya que los niños no pueden ser vacunados antes de los seis meses de edad, es la madre la que transmite sus anticuerpos.

Pero sin embargo, pese a que el 90,3 por ciento de las mujeres embarazadas sabe que la gripe es un riesgo importante en su salud y en la de su hijo, al tiempo que el 54 por ciento cree que la vacuna es una forma eficaz de prevención, las tasas de vacunación alcanza apenas al 22,7 por ciento de las embarazadas.

Jose María Lailla, presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, explicó que “los episodios cardiorrespiratorios atribuidos a la gripe son cinco veces más frecuentes entre las embarazadas que entre las no embarazadas, por lo que la vacunación de este grupo de riesgo es fundamental dada la vulnerabilidad de madres y recién nacidos frente a la gripe”.

Cabe recordar por último algunas de las complicaciones derivadas de la gripe en el embarazo: complicaciones funcionales relacionadas con parto prematuro, niños de bajo peso, menor desarrollo según la edad de gestación, y otras complicaciones de menor importancia pero que en alguna ocasión obliguen a adelantar el parto.

viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Deben creer los niños en los personajes mágicos?

¿Deben creer los niños en los personajes mágicos como el Ratoncito Pérez, Papá Noel, el Hada de los dientes, el conejito de Pascua o los Reyes Magos?

Hay padres que consideran que ofrecerles estas creencias es engañarlos y que prefieren no hablarles mucho de estos personajes y así con ello evitar la futura decepción que tendrían cuando se enterasen que en realidad Papa Noel no existe.... o que el Ratoncito Pérez nunca se llevó sus dientes.

Pero privar de esta fantasía a los niños es privarles de un gran alimento para su imaginación, su desarrollo y también su alma. El pensamiento infantil es principalmente “mágico” y esta magia les ayuda a comprender el difícil mundo que les rodea.

El niño pequeño no distingue entre las cosas que son reales y las que son inventadas. Y precisamente por eso tiene una imaginación desbordante y se lo cree todo.

En un principio no sospechan que algo pueda ser mentira, especialmente si alguien más mayor que él o un adulto se lo cuenta. Por eso no dudan cuando les decimos que el Ratoncito Pérez se ha llevado su diente, o que los Reyes Magos van por todas las casas del mundo repartiendo regalos para hacer felices a los niños.

Necesitamos la magia para vivir

Y también por este mismo motivo, hemos de evitar contarles historias maléficas de brujas o monstruos que hacen daño, pues también se las creerán causándoles daño, miedo e inseguridad.

Pero en cambio, sí les ayuda conocer historias sobre personajes mágicos que hacen buenas acciones, reparten amor, sonrisas, protección o velan por la seguridad de todos los niños. Por eso las historias infantiles, son una herramienta ideal para ayudarles a comprender el mundo que les rodea, potenciando su ilusión y su alegría.

Así pues, los niños pequeños están preparados para creer en el Hada de los dientes o en Papá Noel, y necesitan creer en personajes e historias que transmitan amor, confianza, seguridad y buenas acciones que les ayuden a crecer. Al igual que ayudan los besos mágicos de mamá que todo lo curan, los muñecos comepesadillas que les ofrecemos para calmar sus miedos, los dibujos protectores o las tiritas especiales que curan con solo ponerlas.

Los personajes mágicos cuando el niño se hace mayor

Conforme el niño va creciendo y su pensamiento va madurando empezará a estar preparado por si solo para distinguir entre fantasía y realidad. Descubrir con 7 o 9 años, que el Ratoncito Pérez no existe no es descubrir que papa o mamá me mintieron, sino que es descubrir que has estado creyendo en una fantasía que te ha hecho tener ilusión y te ha hecho sentir momentos muy especiales.

La frustración o decepción es inevitable, pero no es dañina, pues al niño le está ayudando a madurar y a ir comprendiendo otras facetas de la vida y otros recursos que no tenía.

Claro que esta frustración es dolorosa, y los padres preferimos evitar todo dolor en nuestros hijos, pero en el acto de crecer está implícito el dolor de la frustración.

Y esa creencia, aunque ahora el niño sepa distinguirla de la realidad, no hemos de dejar que la pierdan del todo.

¿Mamá, he estado creyendo en una mentira? No cariño, los Reyes magos existen, pero en la fantasía; has estado creyendo en una fantasía. Incluso cuando somos adultos estos rituales mágicos, nos ayudan a creer en algo que va más allá de lo que vemos, nos ayudan a creen en el amor universal y nos ayudan a confiar, como cuando éramos pequeños, y sobre todo a no perder la ilusión. Algo que nunca debería faltar en ninguna familia, ya se tengan niños pequeños o adolescentes o adultos.

Los adultos, también necesitamos dosis de pensamiento mágico, así que también nos beneficia proteger estos rituales mágicos y no dejar que desaparezcan en nuestro núcleo familiar. Sí, ya sabemos que no existen, que no son realidad pero también sabemos que nos conectan con la ilusión y la confianza de creer en un mundo mejor.

Altos niveles de vitamina D en el embarazo protege a la madre de esclerosis múltiple

Las embarazadas con buenos niveles de vitamina D tienen un riesgo menor de desarrollar esclerosis múltiple, en comparación con aquellas que no tienen el mismo nivel de vitamina en sus cuerpos. Sin embargo, ese beneficio no alcanzaría al feto.

No casualmente, el estudio se realizó en Suecia, en el Hospital Universitario de Umea, ya que en este país con inviernos prolongados de pocas horas diarias de luz solar, se hace más evidente el efecto de la falta de vitamina D, la cual se ingiere con los alimentos pero se sintetiza con la exposición al sol.

Así, tras investigar muestras de sangre de casi 200.000 personas, se encontró que entre aquellas madres con altos niveles de la vitamina era menos frecuente la enfermedad, a una proporción de 61% menos.

Otro dato revelador es que dado que el estudio analizó muestras desde la década del 70’, y debido a que los niveles de vitamina D en la población general ha disminuido desde entonces, al igual que han aumentado los casos de EM, es posible entonces confirmar la relación.

El peso en el embarazo: cuánto se recomienda ganar y cómo controlarlo

El peso es una de las cuestiones que más llegan a obsesionar a las embarazas, tanto por los estereotipos de belleza actuales como por la importancia excesiva que le dan algunas matronas y ginecólogos que, mes tras mes, miran la báscula con aire amenazante y miradas de “te-has-pasado-un-huevo”, sin que realmente tenga demasiado sentido.

Digo esto porque son muchos los profesionales que se atreven a poner un límite al peso a ganar y muchos los que casi obligan a las madres a llevar un control exhaustivo de la comida en un momento, el embarazo, en que es muy variable el peso que puede llegar a coger una mujer así como variable es el hambre que tiene cada una.

Para todas aquellas futuras madres que sufren durante el embarazo por el peso que están cogiendo y para aquellas que sufren cada vez que van a la visita mensual para el control del embarazo vamos a ver hoy cuál es la mejor dieta durante el embarazo, cuál es el aumento de peso normal y cómo se reparte en el cuerpo y en las nuevas estructuras y el bebé.

Cuál es el aumento de peso normal

Pongamos que una mujer tiene un peso normal antes de quedar embarazada. Es posible que en las visitas mensuales alguien diga eso de “mamá, un kilo por mes, no más” y que la consulta de maternidad se convierta instantáneamente en una consulta de belleza premamá, porque es una frase que no tiene ningún sentido.

Lo recomendable, según los expertos, es que esta misma madre que tiene un peso normal gane, durante el embarazo, entre 11,6 kg y 16 kg. Sin embargo, como se dice habitualmente, cada cuerpo es un mundo, y hay mujeres (como Miriam, mi mujer) que ganan menos kilos y otras que ganan hasta 18 kg, teniendo todas ellas bebés sanos y siendo capaces de recuperar el peso de antes del embarazo.

Dicho de otro modo, el “kilo por mes” daría un total de 9 kg en todo el embarazo y, sin embargo, acabo de decir que hay mujeres que pueden llegar a ganar hasta 18 kg sin ser un problema, algo que nos da una media de dos kilos por mes y que hace que el consejo sea equivocado.

Lo importante no es hacer dieta, sino comer bien

Si una mujer llega a creerse eso de controlar mucho el peso puede caer en el error de tratar de no pasarse y acabar comiendo menos de lo que debe. Esta medida, a la que tan acostumbradas están muchas mujeres, que empiezan dietas a menudo, está contraindicada en el embarazo porque cuando se come poco se queman grasas y se generan los llamados cuerpos cetónicos, que pueden llegar al feto, siendo tóxicos, y dañar el sistema nervioso del bebé.

Lo importante entonces no es limitar lo que se come, porque no es el momento de hacerlo, sino elegir bien lo que la mujer come. Supongo que todas más o menos ya sabéis qué es lo más recomendable y además Lola lo comentó hace dos días, pero haciendo un resumen rápido, decir que lo ideal es comer sobretodo alimentos de origen vegetal (frutas y verduras), no pasarnos con las carnes rojas (máximo tres veces a la semana), siendo más recomendables las blancas, tomar lácteos desnatados, aceite de oliva, legumbres, comer alimentos integrales, como pan, cereales y arroz, en vez de harinas más refinadas, y dejar los alimentos que menos necesitamos, que son los que más anuncian en la tele y en las revistas, para momentos muy puntuales.

Ya que voy a engordar, aprovecho y como de todo

Después de explicar que una mujer no puede obsesionarse con el peso para evitar que coma de menos creo que es importante explicar también que es un error pensar que, ya que vas a engordar, los excesos no importan.

Como comentamos siempre que hablamos de los niños, no debemos preocuparnos demasiado por lo poco que comemos si hay comida disponible, porque el hambre es lo que nos pide comer y la saciedad lo que nos pide que dejemos de hacerlo. Estos mecanismos han permitido que la humanidad siguiera adelante por los siglos de los siglos (porque nadie tenía un nutricionista al lado hace tres mil años que le dijera cuánto y qué debía comer), y por ello debemos seguir haciéndoles caso.

Sin embargo hay mujeres que, como digo, aprovechan y utilizan el hambre para disfrutar de algunos placeres de la vida poco recomendables para el bebé, sobretodo si se hace abusando de ello.

Digo para el bebé porque los nutrientes que recibe un bebé dependen única y exclusivamente de lo que coma la madre. Si está todo el día comiendo “porquerías” o “comida basura”, eso será lo que reciba el niño (dicen que hay madres que se pasan tanto que hay niños que salen pidiendo el juguete del Happy Meal y todo…).

Por otra parte, cuanto más peso gane una mujer con la comida como causa más difícil será después volver al peso de antes y más fácilmente engordará siempre. Esto es porque la gordura de una persona depende en gran cantidad del número de adipocitos (células grasas) que tiene bajo la piel.

Cuando una persona come por encima de lo que necesita los adipocitos se hacen cada vez más grandes, aumentando el volumen de la persona. Si tiene pocos adipocitos engordará más lentamente que una persona que tiene muchos de ellos y, según se dice, si eres capaz de engordar 4 kg por la comida, no sólo habrá aumentado el tamaño de los adipocitos que ya tienes sino que habrás conseguido crear adipocitos nuevos (que no se destruyen y que harán que luego te cueste más perder peso y menos engordar).

¿Si como poco mi bebé puede ser más pequeño?

Pues sí, si limitas mucho la ingesta y te faltan nutrientes puede suceder que tu hijo pese poco al nacer, por eso se recomienda no pasar hambre bajo ningún concepto y comer de manera equilibrada y sana.

¿Si como de más, el bebé será más grande?

Se decía antiguamente que una mujer embarazada tenía que comer por dos. Bien, tiene que comer por ella y por el bebé, por dos personas, pero no tiene que comer multiplicado por dos, por todas las razones ya expuestas. Si una mujer decide comer de más para conseguir que su bebé sea más grande, debe saber que la que se lleva los kilos de los dos, en este caso, es ella y no el bebé. Es decir, si comes de menos sí puede ser más pequeño, pero si comes de más (de lo recomendado), el bebé no crecerá hasta el infinito y más allá.

¿Y el peso que he ganado, de dónde proviene?

No es una pregunta que se hagan las mujeres muy a menudo, porque se suele ver el aumento de peso repartido por todo el cuerpo a simple vista, pero puede ser interesante saber cómo se reparte el peso que gana una mujer.

Si cogemos como promedio en ganancia de peso 12,6 kg, éstos kilos se repartirían de la siguiente manera:
  • Volumen sanguíneo: 1,3 kg.
  • Pecho: 0,4 kg.
  • Útero: 1 kg.
  • Feto: 3,4 kg.
  • Placenta: 0,7 kg.
  • Líquido amniótico: 0,8 kg.
  • Grasa: 3,5 kg.
  • Líquido retenido: 1,5 kg (aunque puede llegar a los 4,5 kg).
Como veis, una vez nace el bebé y sale la placenta y el líquido amniótico se “pierden” de golpe unos 5 kg. Luego, a medida que pasa el tiempo, con la lactancia quemando calorías y con un bebé y luego niño (que agota a cualquiera) haciendo que la madre no pare, el peso va reduciéndose poco a poco. Para ello además hay que seguir comiendo bien y haciendo algo de ejercicio si queda tiempo, para evitar oxidarse demasiado.