A partir de los dos años los niños necesitan límites, sabe lo que es y no adecuado en su relación con los demás. Es una edad excelente para iniciarles en las normas de cortesía, sin ser demasiado exigentes.
Si no comenzamos desde el principio a enseñar a los niños a ser bien educados, correremos el riesgo de que no aprendan nunca.
A los dos años un niño dirá "por favor" y "gracias" sin saber muy bien por qué, simplemente para imitarnos. También pueden empezar a decir "perdón", "buenos días" y "buenas noches". Esas fórmulas usadas en casa le introducen en un saludable clima de delicadeza y respeto. Las usarán si sus padres las utilizan con él.
Podemos hacer que extienda esos buenos modales. Corresponder al saludo del vecino en el ascensor, no subirse encima de las visitas, no interrumpir constantemente las conversaciones, no chillar...
No es bueno agobiarle con reglas ("no hables con la boca llena", "quita el codo de la mesa"), porque le falta madurez para seguirlas.
No podemos exigirle que permanezca sentado mucho rato seguido.
Hay que ser indulgentes. A los dos años pueden negarse a dar un beso a la abuelita, y hay que ser comprensivos. Podemos animarles a saludar y a ser afectuosos, pero su autocontrol aún es deficiente y pueden mostrarse tímidos o cabezotas incluso con parientes o personas conocidas.
En cuestión de modales no caben las regañinas. Basta con decirle al niño lo que esperamos de él y lo que no nos gusta. El truco para que sigan avanzando poco a poco consiste en animarles, hacerles ver que nos gustan sus progresos y explicarles por qué.
¿Qué deberían hacer los padres?
Darles caricias y cariño expresado de todas las maneras posibles. Cuantas más y cuanto más, mejor. Las muestras de amor son tan necesarias como la comida, el aire o el agua.
No escatimar en elogios y alabanzas. Los necesitan como estímulo para su desarrollo y para construir su autoestima.
Explicarles el motivo de nuestras órdenes y prohibiciones, aunque no las acepten o no las entiendan. No hay que entrar en discusiones interminables.
Deberíamos:
Pedirles las cosas "por favor" y darles las gracias.
Permitir su inquietud, tan normal a esta edad, su espontaneidad, su iniciativa. Respetar su dignidad de personas, respetarles con mayúscula. Incluso comprender sus brotes de mal genio (sin que esto implique tolerar agresiones).
Acondicionar la casa para que en ella pueda vivir un niño pequeño, pueda jugar y expansionarse y no haya que estar continuamente prohibiéndole cosas.
¿Y si se portan mal?
A esta edad no proceden los castigos, y por supuesto hay que desterrarlos azotes y, en lo posible, los gritos. Estos son algunos procedimientos para cuando se "portan mal".
El rincón. Consiste en apartar al niño del lugar y explicarle que loque ha hecho no es correcto, cuando no es la primera vez y ya le hemos advertido. Se le hace permanecer un par de minutos en un rincón (que no sea oscuro ni amenazante, incluso puede estar sentado). Luego permitimos que se reconcilie.
Puede parecernos poca cosa, pero al niño le impresiona, es eficaz y a nosotros nos da una posibilidad de acción mejor que los gritos, azotes y amenazas, precisamente cuando "no sabemos qué hacer".
Retirar la atención. Imaginemos que nos muerde o nos da un buen tirón de pelo. Le decimos que eso no se hace, le damos la espalda y nos "desentendemos" de él un rato. Al poco tiempovolvemos con él. Resulta muy eficaz.
martes, 28 de febrero de 2012
Niños: Sus primeros buenos modales
La cafeína durante la lactancia produce insomnio e irritabilidad en el bebé
Un estudio realizado por la Universidad Rochester School de Estados Unidos determinó que si una madre lactante toma café, la cafeína pasa a su hijo provocando insomnio e irritabilidad.
Los bebés no pueden metabolizar la cafeína como los adultos, razón por la cual sus efectos son muy notables, provocando insomnio e irritabilidad.
“Normalmente una madre, especialmente si está amamantando, debe limitar su consumo de cafeína”, explicaron.
La cafeína está presente – además claro, del café – en el té, chocolate, bebidas deportivas y ciertos medicamentos.
El bebé que se alimenta a pecho, acumula esta sustancia en su organismo, por lo que las mamás no pueden dejar de considerar tener precauciones con lo que comen y beben.
Dos minutos ignorando a tu bebé de seis meses son suficientes para estresarle
Son muchos, cada vez más, por suerte, los estudios que se están llevando a cabo con bebés para conocer cómo responden a diferentes estímulos de los padres.
La razón de hacerlos es que, aunque los bebés luego crecen y no recuerdan su infancia, el cerebro está creciendo de manera prácticamente exponencial, creando neuronas y neuronas, que aparecen en base a las vivencias del momento. Dicho de otro modo, el cerebro que se está creando cuando un bebé crece estará en cierto modo condicionado a las vivencias que esté teniendo ese bebé.
En esta línea, investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá, han demostrado que dos minutos sin hacer caso a un bebé de seis meses son suficientes para hacer que se estrese y que, con sólo entrar en el mismo sitio al día siguiente, los bebés ya aumentan sus niveles de estrés, mostrando que saben que pueden ser ignorados de nuevo.
Es curioso, porque a los seis meses la mayoría de los bebés aún no son capaces de mantenerse sentados y muchos empiezan entonces a comer algo que no sea leche. Tan precoces, tan pequeños, y ya se estresan si no reciben la atención de sus padres.
Cómo hicieron el estudio
Para hacer el estudio, los investigadores invitaron a su laboratorio a 31 madres con sus respectivos bebés de 6 meses de edad y los dividieron en dos grupos. Los bebés fueron sentados en sillitas de coche y se instó a las madres a que hablaran y jugaran con ellos.
En uno de los grupos se dijo a las madres que entre los juegos intercalaran periodos de dos minutos de duración en los que tenían que mirar por encima de la cabeza del bebé sin hacer mueca ni expresión alguna. Las madres del otro grupo no tenían que hacer nada especial, simplemente seguir hablando y jugando con sus hijos.
Los investigadores cogieron muestras de saliva al inicio de la sesión, a los 20 y a los 30 minutos, y observaron que los niveles de la hormona del estrés, el cortisol, se disparaban cuando los bebés eran ignorados por sus madres. Al día siguiente, al volver al laboratorio, los niveles de cortisol volvían a subir incluso antes de que las madres les ignoraran.
El grupo de los bebés que no fueron ignorados no modificaron sus niveles de cortisol ni en el primero ni en el segundo día que fueron al laboratorio.
Cuáles fueron las conclusiones
Estos resultados, y sobretodo el observar que el segundo día ya se estresaban simplemente pensando que de nuevo sus madres les iban a ignorar, hicieron pensar a los expertos en desarrollo infantil que los episodios repetidos de estrés podrían afectar más de lo imaginado tanto en la salud en la infancia como en la vida que llevarán los bebés en el futuro, cuando ya sean adultos.
David Haley, investigador principal del estudio, dijo lo siguiente al respecto:
Los resultados sugieren que los bebés humanos tienen la capacidad de producir una respuesta de estrés de manera anticipada, basada en las expectativas creadas en base al trato de los padres en un contexto específico.
Cosas que decir acerca del estudio
Dos minutos es muy poco tiempo, tan poco que todos podemos recordar sin mucho esfuerzo periodos de dos minutos en los que nuestros hijos han estado sin el aliento y apoyo de sus padres, es decir, llorando.
Ahora bien, una cosa es que tu madre se plante delante tuyo y se ponga a mirar por encima de tu cabeza como si no existieras, con cara de póker, y otra es que tu madre esté haciendo algo en ese momento y no pueda atenderte. A mí personalmente me estresaría mucho más la primera que la segunda, así que quizás a los bebés les pase lo mismo (“una cosa es que no puedas, otra muy diferente que me ignores”).
Al leer el estudio no he podido evitar acordarme de los métodos para enseñar a dormir a los niños por la noche, que se basan en ignorar al bebé durante unos minutos (muchas veces más de dos) hasta que aprenden a dormir solos o, mejor dicho, hasta que aprenden que no hace falta llamar a los padres porque no van a conseguir la respuesta que creen que merecen. Me he acordado de ello porque si los bebés del estudio aumentaron de manera significativa los niveles de estrés, los bebés que lloran por la noche, durante varias noches, probablemente se estresen también muchísimo, aunque esto no se explique (ni se explicará jamás) en los libros que lo explican.
Personalmente agradezco que se hagan estos estudios porque dan valor a todas esas horas que muchos padres hemos pasado acunando a nuestros hijos, a los dolores de espalda por llevarles en brazos, a las horas invertidas en calmar sus lágrimas y sus sufrimientos y a todas las horas de sueño que se han quedado por el camino, que no son pocas.
miércoles, 22 de febrero de 2012
Qué hacer cuando un niño se traga algo
Nuestro pequeño ya camina y sigue llevándose todo a la boca: una combinación peligrosa que puede darnos más de un susto. Te contamos cómo hay que actuar cuando se traga un objeto.
Para nuestro hijo, el mundo es un lugar fascinante, lleno de cosas que tocar, chupar, morder y… si son lo bastante apetecibles, tragárselas sin más. Las monedas son de los manjares más solicitados, pero el menú también puede incluir juguetes pequeños, globos, trozos de revistas, jabón, plastilina… A los padres les preocupan estos accidentes domésticos, pero tranquiliza saber que, en el 80% de los casos, el objeto en cuestión pasa a través del sistema digestivo y se elimina sin más con las heces. Cuando se trata de objetos punzantes, tóxicos o el niño sufre un atragantamiento, hay que tomar medidas de seguridad.
Monedas
Es lo más común y también lo más sencillo de resolver. A los niños les fascinan estos objetos redonditos y brillantes. Como no tienen bordes ni aristas y son de pequeño tamaño, la mayoría pasan por el tracto intestinal sin más (sobre todo las que tienen menos de dos centímetros de diámetro) y se eliminan a las 24 o 36 horas con las heces.
¿Qué hacer si se las tragan?
A los papás les queda la ingrata tarea de buscar la moneda en sus deposiciones y, si no nos quedamos tranquilos (en muchos casos echan la moneda y ni la vemos o no se la habían tragado realmente), habrá que pedir cita con el pediatra, que irá siguiendo los movimientos de las moneda por el tubo digestivo con sucesivas radiografías. Y no hay que preocuparse porque estén sucias.
Pilas de botón
Están en un montón de artículos, entre ellos juguetes, y su ingesta se considera urgencia médica, ya que contienen sustancias tóxicas como mercurio, cinc o litio y, si se abren pueden producir una quemadura importante de la mucosa gástrica o esofágica.
¿Qué hacer si se las tragan?
En este caso, también cuando nuestro hijo se ha tragado un objeto punzante o cortante, como un palillo de dientes o una aguja, hay que acudir a urgencias para sacar el objeto peligroso lo más rápido posible.
Pastillas
Los niños son bastante aficionados a “automedicarse” cuando nos despistamos, ya que les suele gustar el sabor de los preparados especiales para ellos.
¿Qué hacer si se las tragan?
No suele ser un problema porque los medicamentos para los pequeños no están concentrados, pero sí hay que tener cuidado si ha tomado un preparado en forma de gotas (suele estar concentrado) o gran cantidad de ibuprofeno, que puede resultar tóxico para el hígado. En el caso de las pastillas de los mayores hay que tener más cuidado. Si el niño toma, por ejemplo, antidepresivos o los medicamentos para la diabetes de la abuela, puede ser peligroso.
Frutos secos
Este tipo de alimentos (sobre todo los cacahuetes y las pipas de girasol) deberían estar prohibidos en la dieta de los niños pequeños ya que, al no estar capacitados para triturarlos adecuadamente, se corre el riesgo de que pasen de la boca a las vías respiratorias, lo que puede provocar atragantamiento y, en un caso extremo, asfixia. Tampoco deberían consumir aceitunas con hueso, cerezas, chicles ni caramelos y, con precaución y bajo supervisión paterna, alimentos como jamón serrano, chorizo o salchichón (sobre todo con piel), calamares, pulpo o palomitas de maíz.
La vitamina D en el embarazo reduce problemas de lenguaje
La ingesta apropiada de vitamina D en el embarazo contribuye a que el niño tenga menos probabilidades de desarrollar problemas del lenguaje.
Una investigación de la Universidad de Western Australia determinó que hubo más problemas de desarrollo del lenguaje hacia los 10 años entre los hijos de quienes consumieron menos vitamina que entre las que sí la tomaron.
Para ello, midieron los niveles de vitamina D en la segunda mitad del embarazo, y luego realizaron un seguimiento de los hijos hasta los 10 años. Así, mientras que en el grupo de las que menos vitamina D tomaron hubo un 18% de casos con problemas en el desarrollo del lenguaje, en el grupo de niveles más altos, los casos fueron del 10%.
Todo indica que esta vitamina, que se consume en alimentos y se sintetiza con el sol, juega un importante papel en el desarrollo cognitivo, y que quizá sea buena idea dar complementos.
“Si la deficiencia de vitamina D durante la etapa prenatal es el desencadenante de problemas en el lenguaje durante la infancia, entonces el complemento de vitamina D en mujeres embarazas puede ser de gran ayuda”, explicaron.
Estudios anteriores habían relacionado la poca ingesta de vitamina D durante el embarazo con problemas infantiles, como huesos frágiles, asma o dificultades en el crecimiento, aunque no lo vinculaban con problemas en el lenguaje.
Por ello, incluir una alimentación variada y además conversar con el obstetra por la toma de un suplemento, podría marcar una diferencia en el desarrollo infantil.
Enfermedades más frecuentes en invierno y cómo prevenirlas
Descienden los termómetros y llegan las enfermedades más frecuentes asociadas al invierno que afectan principalmente a las vías respiratorias como la gripe, los catarros, bronquitis, faringitis y otras más graves como la neumonía.
Los niños son especialmente vulnerables a las bajas temperaturas, por lo tanto son más proclives a contraer enfermedades, sobre todo si están a diario en contacto con otros niños. Su sistema inmunológico no es aún maduro como el de los adultos y poseen menor capacidad defensiva frente a las agresiones externas como el viento, el frío y la lluvia.
No podemos evitar el contagio de enfermedades porque es algo que no está en nuestras manos, pero sí podemos intentar disminuir las posibilidades de que enfermen. Veamos entonces algunos consejos sobre cómo prevenir las enfermedades en invierno.
¿Por qué los niños enferman más en invierno?
Se relaciona al frío con la mayoría de enfermedades respiratorias pero en realidad no es el frío en sí el culpable de que los niños enfermen. Antes de explicar cómo prevenir las enfermedades propias del invierno en los niños es interesante saber por qué hay un mayor riesgo de enfermar en esta época del año.
Los cilios (pequeñas vellocidades) y las mucosas nasales, el sistema de defensa natural que tenemos en la nariz, pierden movilidad con el frío, lo que impide que controlen el paso de microorganismos que por tanto penetran más profundamente en el organismo. Tampoco pueden calentar el aire para que llegue a los pulmones a la temperatura adecuada.
También se ha hallado que ciertos virus, como por ejemplo el de la gripe, se cubren con una capa resistente que lo protege durante el frío lo que le ofrece la protección que necesita para pasar de persona a persona. Una vez que entra en el organismo esa capa de derrite en el tracto respiratorio haciendo que el virus infecte a las células.
Otros factores asociados a las enfermedades típicas del invierno son la contaminación domiciliaria, provocada por la falta de ventilación, permanecer en lugares cerrados en contacto con otros niños, lo que facilita el contagio con personas infectadas, y los cambios bruscos de temperatura. Salir de casa al exterior puede suponer un salto de entre diez y hasta veinte grados los días muy fríos.
Cómo prevenir enfermedades en los niños en invierno
Algunas medidas preventivas pueden contribuir a evitar que los niños contraigan enfermedades en invierno, como por ejemplo:
- Ventilar a diario las habitaciones, al menos diez minutos al día
- Utilice preferentemente estufas eléctricaso a gas.
- Evitar los ambientes con humo de cigarrillo
- Evitar los cambios bruscos de temperatura
- Mantener la casa templada: no utilizar la calefacción a tope, sino permitir al organismo que utilice sus propios mecanismos reguladores de adaptación al frío.
- Mantener la casa con un adecuado nivel de humedad, el ambiente seco agrava las enfermedades respiratorias
- Evitar sitios cerrados demasiado concurridos
- Abrigar lo justo: evitar el exceso de abrigo en ambientes calefaccionados o la falta de abrigo en la intemperie. Cubrir boca y nariz al salir a la calle o a espacios libres.
- Dentro de lo posible, mantener al niño alejado de personas enfermas
- Hacer que el niño se lave las manos con frecuencia, especialmente antes de comer, al entrar a casa y si ha estado en contacto con otros niños
- Evitar que comparta utensilios con otros niños como vasos, platos, cubiertos, toallas y por supuesto chupetes.
- Incluir en la dieta infantil frutas y verduras, especialmente alimentos ricos en vitamina A y C.
- Otra medida preventiva es la vacuna contra la gripe. Las recomendaciones sobre si conviene o no vacunar al niño son: no hay necesidad de vacunar al niño sano, aunque puede vacunarse frente a la gripe estacional si sus padres lo solicitan o su pediatra lo considera oportuno. Los pediatras recomiendan administrar la vacuna a niños mayores de 6 meses (antes de los 6 meses no pueden recibir la vacuna) si presentan problemas respiratorios crónicos, enfermedades congénitas cardiovasculares, metabólicas y renales.
Enfermedades más comunes en los niños en invierno
Gripe o influenza
La gripe en los niños es una infección vírica provocada por el virus de la influenza que afecta principalmente a las vías respiratorias y se contagia fácilmente, siendo los niños pequeños principales transmisores del virus.
Es una de las enfermedades más frecuentes y pueden padecerla varias veces durante el año. Los síntomas son fiebre alta (más de 38,5 grados), dolor de cabeza, tos y mocos (al principio tos seca y congestión que luego evoluciona en tos productiva), en algunos casos pitidos al respirar (sibilancias), malestar general, dolor muscular y a veces también dolor abdominal acompañado o no de vómitos. Es frecuente en los niños que haya pérdida de apetito e irritabilidad.
Requiere de muchos cuidados ya que puede complicarse y convertirse en una enfermedad más grave como la neumonía. Se la suele confundir con el resfriado o catarro, pero a diferencia de la gripe, éstos no presenta fiebre o es muy baja.
Faringitis
La faringitis es la inflamación de la faringe ocasionada por la infección de un virus o una bacterias. Puede iniciarse después de un proceso infeccioso como la gripe, resfriado o amigdalitis en cuyo caso recibe el nombre de faringoamigdalitis.
Durante la época invernal son más frecuentes las faringitis de origen viral, mientras que las de tipo bacteriana suelen incrementarse en el cambio de estaciones, sobre todo en la primavera.
Las más frecuentes son las faringitis producidas por la bacteria del estreptococo, que producen una rápida irritación de garganta y dolor muy agudo acompañado de fiebre.
Amigdalitis
La amigdalitis es la inflamación de las amígdalas producida por un virus o una bacteria. La infección también puede estar presente en la garganta y áreas circundantes, causando inflamación de la faringe (faringitis).
Se puede observar enrojecimiento y aumento de las amígdalas, en ocasiones acompañado de manchas blancas y dolor en los ganglios submaxilares. Hay dificultad para comer, fiebre, ardor o dolor de cabeza, de garganta, y en ocasiones pérdida de la voz.
Como en el caso de la faringitis, la bacteria más frecuente causante de la amigdalitis es el estreptococo, aunque también las hay virales.
Bronquitis
La bronquitis es ocasionada por la infección de virus o bacterias que provocan la inflamación aguda de los bronquios, que son los conductos que conectan a la tráquea con los pulmones. Al inflamarse los bronquios la respiración se dificulta y las membranas que cubren las vías respiratorias producen grandes cantidades de moco espeso que provocan accesos de tos, dolor de pecho y congestionamiento.
La bronquitis se puede desarrollar a causa de una gripe mal cuidada, por eso, para evitar complicaciones es muy importante que el niño sea atendido adecuadamente en caso de presentar un cuadro gripal.
Es una enfermedad contagiosa que se transmite por medio de las gotitas de saliva que una persona expulsa al hablar, toser o estornudar, por lo que evitar estar en contacto con otras personas y cubrirse la boca y nariz al toser o estornudar es fundamental para prevenir el contagio
Neumonía o pulmonía
La neumonía es una enfermedad especialmente peligrosa en los lactantes y se caracteriza por la inflamación de un segmento de los pulmones, generalmente de origen infeccioso. La mayoría de los casos son producidos por la infección de un virus, aunque en niños menores de 6 meses y niños mayores puede ser una bacteria, una de las más frecuentes, el neumococo.
A veces se origina después de una gripe o resfriado. Entre los síntomas más frecuentes de neumonía típica encontramos fiebre alta, escalofríos, tos con mucosidad y dolor al respirar.
En la variante de neumonía atípica hay síntomas menos específicos como dolor de cabeza y malestar, cansancio, dolor muscular, tos seca y persistente o con expectoración. También puede presentar fiebre sin escalofríos y dolor en el tórax que aumenta al toser.
La principal complicación de la neumonía es la dificultad respiratoria, por lo que siempre, ante el menor síntoma, hay que consultar al pediatra.
Otitis
La otitis es la inflamación de los oídos y se manifiesta con dolores muy fuertes e inaguantables que pueden ser constantes o intermitentes, sordos, agudos y/o punzantes.
Se clasifica en otitis externa cuando involucra al oído externo y conducto auditivo y otitis media cuando involucra el oído medio, localizado justo detrás del tímpano. Se considera otitis crónica en caso que dure más de tres meses.
Son muchas las causas que pueden producir otitis, entre ellas las infecciosas como la otitis bacteriana o causada por hongos, aunque también las hay víricas.
Es habitual que antes de un cuadro de otitis, especialmente otitis media, haya un antecedente de catarro o faringitis.
Bronquiolitis
Por último, la enfermedad estrella del invierno, la bronquiolitis. Es una enfermedad provocada por la infección de los bronquiolos causada por el virus respiratorio sincitial (VRS o SRV) que afecta a menores de 2 años, en especial a los menores de 6 meses.
Es una enfermedad muy contagiosa que afecta a los bronquiolos, las últimas ramificaciones de los bronquios, los cuales miden apenas 2 mm de diámetro, al infectarse, se inflaman y obstruyen impidiendo el paso del aire.
Comienza como un catarro de vías altas, con o sin fiebre pero a los pocos días se nota un empeoramiento a nivel respiratorio. Hay tos, dificultad al respirar, pitos y sibilancias, aumento de la frecuencia respiratoria, y si hay fiebre es un moderada.
Ante el menor síntoma hay que acudir al pediatra para que confirme el diagnóstico. En casos leves se puede controlar en casa, mientras que los más graves requieren hospitalización.
Hemos hecho un repaso por las enfermedades más frecuentes en invierno entre los niños y lo más importante cómo prevenirlas .
viernes, 17 de febrero de 2012
¿Puede ver y soñar el bebé en el vientre de la madre?
A medida que el pequeño crece en nuestro vientre va desarrollando el sentido de la vista, ¿quieres saber si nota la luz, si ve algo? Y ¿cómo influye el movimiento de sus ojos para saber si está soñando o no?
La mayor parte del tiempo, el feto está con los párpados cerrados. Los abre y los cierra de forma intermitente a partir del séptimo mes, cuando es capaz de abrirlos por completo. Pero se cree que su campo visual es muy limitado.
¿Ve algo? ¿Le molesta la luz?
El ambiente intrauterino debe ser tan oscuro como silencioso. Aun así, se sabe, por ejemplo, que puede apreciar si un fuerte estímulo luminoso atraviesa la pared uterina, ya que reacciona cambiando de posición para protegerse de la luz. Entre las semanas 30ª y 34ª, ya distingue de dónde procede esta, puesto que reacciona si el ecografista pone un foco junto a la tripa de la madre y lo cambia de posición.
¿Duerme y sueña como un bebé?
Desde la semana 28ª, el feto intercala momentos de calma (en los que su corazón late más lentamente y su cuerpo reposa) con otros de movimiento. Aunque estos tiempos de actividad y calma van y vienen sin que exista una regularidad, hace suponer que el futuro bebé sueña. Se cree que las secreciones hormonales de la madre, la cantidad de glucosa que le aporta su sangre e incluso el ritmo de vida materno influyen en esos periodos.
Hacia el octavo mes, el feto comienza a alternar con cierta regularidad fases de sueño agitado y de sueño relajado. Durante las primeras, sus ojos se agitan y gesticula repetidamente. El registro de estos fenómenos confirma que su cerebro está en plena actividad y cuenta con todos los instrumentos necesarios para soñar. Pero, como muchas otras incógnitas del mundo intrauterino, el que sueñe o no, está aún por demostrar. Suponemos que los nuevos avances en diagnóstico prenatal nos desvelarán algunos de estos interrogantes.