Los bebés escuchan hablan y pronto empiezan a imitar. Los que padecen trastornos auditivos, al no recibir los estímulos, que se le dan, suelen tener una deficiente vocalización y variación de sonidos.
Luego de abandonar el apacible vientre materno el bebé se sumerge en un mundo acústico por excelencia. Oye desde el nacimiento y es sensible sobre todo a la voz humana; disfruta si le hablan o le cantan. Puede responder ante un sonido fuerte con una reacción de sobresalto, con muecas faciales, parpadeo, movimientos corporales, callándose si está llorando o llorando si está callado. Detener el reflejo de succión o modificar su ritmo respiratorio y su frecuencia cardíaca.
El recién nacido mueve los ojos hacia el sonido. A partir de los 3 meses gira la cabeza hacia el lado donde oye: esto puede ser evaluado con un sonajero a 20 cm del oído. Se observa como mueve la cabeza o los ojos al escuchar el tintineo. Responde a sonidos suaves o susurros. A partir de los 6 meses puede imitar sonidos y alrededor de los 7 meses responde a su nombre y le gusta jugar con objetos ruidosos agitándolos enérgicamente. Además deja caer objetos al suelo para averiguar el ruido que producen.
¿Cómo aprenden los niños a hablar?
Los bebés escuchan hablar a su alrededor y pronto empiezan a imitar, produciendo sonidos parecidos al lenguaje. Además algo sucede cuando producen un sonido y eso los alienta a que produzcan más, obtienen refuerzo positivo y lo usan nuevamente. Los primeros sonidos de “no llanto” que hacen los bebés ocurren cuando están contentos y consisten en arrullos, vocales largas y sonidos de gorgojeo. Hacia los seis meses los sonidos se hacen más cerrados, repetidos y frecuentes: este período se llama “barboteo”.
Existe una relación entre la cantidad de juego vocal madre-hijo y la cantidad de vocalización que realiza el niño. Los bebés con trastornos auditivos empiezan a vocalizar al mismo tiempo que los bebés sin trastornos, pero al no recibir los estímulos auditivos, suelen tener una deficiente vocalización y variación de sonidos. Esto se debe a que el barboteo es primero una respuesta innata y posteriormente puede ser modificado por el estímulo ambiental. El barboteo no progresa si no hay una adecuada percepción de los propios sonidos y los de los padres al contestar.
Se denomina “lenguaje pasivo” al proceso de comprensión que permite a los bebés entender órdenes simples, como tocarse la nariz o traer la pelota, etc. Entre los 9 y 12 meses conoce el significado de muchas palabras, incluyendo nombres de otros miembros de la familia y alrededor de los 10 meses emite la primera palabra y comienza la producción del lenguaje propio que se denomina “lenguaje activo”.
Trastornos de Audición
La sordera de lactantes y niños que aún no caminan es fácil de pasar por alto. Las demoras en el diagnóstico y en el tratamiento pueden llevar a dañar el desarrollo del lenguaje, generando desventajas o trastornos de por vida. La mejor acción es la prevención.
Los niños que padecen pérdidas auditivas durante los primeros meses de vida con un nivel mínimo de audición (umbral) por encima de 65 decibeles, a menudo comprometen severamente la actitud para empezar a hablar y tienen un desarrollo lingüístico defectuoso. Mientras que los que presentan un umbral de 80 decibeles desarrollan una alteración auditiva grave.
Las pérdidas auditivas en niños pueden ser uni o bilaterales. Su origen puede ser congénito, por la presencia de síndromes genéticos o estar relacionadas con enfermedades agudas como traumatismos, meningitis o enfermedades propias del oído, tales como derrames persistentes o crónicos, asociados a la otitis media.
Los factores de riesgo que permiten identificar un perfil de alto riesgo para hipoacusia son: prematurez (edad gestacional menor de 37 semanas), asfixia neonatal (valoración de Apgar menor de 3), bajo peso al nacer (menor de 1200 g), sepsis o infección neonatal, fármacos potencialmente ototóxicos, hiperbilirrubinemia con exsanguinotransfusión, meningitis bacteriana, hemorragia intraventricular, antecedentes de rubéola durante el embarazo o de sordera congénita familiar. Existe una alta frecuencia de niños que tienen factores de riesgo para trastornos auditivos, sobre todo en aquellos que son dados de alta de terapia intensiva neonatal y se verán beneficiados si son sometidos a estudios de detección de hipoacusia antes de cumplir el año de vida.
Dra. Silvina Cuartas
Médica Pediatra
-
miércoles, 30 de enero de 2008
La audición y el lenguaje del bebé
Etiquetas: BEBÉ