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viernes, 18 de julio de 2008

Fiebre, no siempre hay que bajarla


Normalmente interpretamos la fiebre como una amenaza cuya única función es advertirnos de que algo va mal. Sin embargo, en la mayoría de las infecciones la fiebre es beneficiosa.

Las temperaturas altas inciden positivamente en la resolución de ciertas enfermedades. Entonces, ¿por qué la fiebre nos da tanto miedo? Descubre cuándo debes bajar la fiebre de tu hijo.

Tiene fiebre cuando...
* Hablamos de temperatura normal hasta los 37 grados.
* Consideramos febrícula entre los 37 grados cutáneos y los 38 grados.
* Hablamos de fiebre entre los 38 y los 40 grados. Se considera fiebre alta a partir de 40 grados.

Aumenta las defensas
La fiebre es una elevación controlada de la temperatura corporal, ordenada desde el sistema nervioso central ante una amenaza. La amenaza suele ser una infección vírica o bacteriana, pero también podemos tener fiebre ante enfermedades de origen metabólico, reumático o inmunológico, sin infección de por medio.
Una elevación moderada de la temperatura corporal genera una mayor producción de anticuerpos, aumenta el poder bactericida de nuestros agentes antimicrobianos y debilita a ciertos microorganismos que no se reproducen bien con temperaturas elevadas. Por tanto, la fiebre puede aumentar la respuesta de nuestro sistema inmunológico.

¿Cómo actuar?
No debemos calificar la fiebre de «grave» en función de su forma de aparición, de la temperatura que alcanza o de su evolución.
Tratar o no la fiebre dependerá más bien de si provoca malestar en el niño. También es recomendable tratarla cuando supera los 40º o existen enfermedades neurológicas, cardiacas o respiratorias de fondo. Además, suele suprimirse con rapidez cuando el niño tiene tendencia a las convulsiones febriles, aunque este hábito es controvertido.

Antitérmico, cuál y cuándo
En la farmacia hay básicamente dos tipos de antipiréticos:

* Paracetamol: baja la fiebre, es analgésico y tiene cierto efecto antiinflamatorio. Se toma entre 10 y 15 mg por kilo de peso, cada 4-6 horas sin sobrepasar las 5 dosis al día.
* Ibuprofeno: produce un rápido descenso de la fiebre y es sobre todo antiinflamatorio. Se toma de 5 a 10 mg por kilo de peso, cada 6 horas.

Estos dos medicamentos tienen una eficacia muy similar. Nuestro pediatra será el que nos recomiende uno u otro. Recuerda que no debes sobrepasar las cantidades recomendadas por el médico, cumple los tiempos escrupulosamente, y recuerda que nunca debes dejar los medicamentos al alcance de los niños. Uno de los errores más comunes es administrar los dos antitérmicos a la vez, alternándolos.

¿Por qué no bajar la fiebre?

* La mayoría de las enfermedades infecciosas y de origen viral evolucionan mejor con fiebre que sin ella.
* En algunos casos la supresión sistemática de la fiebre puede enmascarar determinadas enfermedades y retrasar los estudios necesarios para descubrirlas.
* Los medicamentos antitérmicos tienen efectos secundarios que no hemos de menospreciar. El paracetamol es un tóxico hepático y el ibuprofeno puede causar trastornos gastrointestinales.

Primero usa métodos naturales
* Mantén al niño con poca ropa, en un ambiente agradable y bien hidratado.
* Para bajar la temperatura puedes meterlo en una bañera cubierto totalmente de agua a la misma temperatura del niño o un grado menos. El pequeño irá cediendo su temperatura al agua.
* También puedes ponerle paños de agua templada o fría en la frente y extremidades.
* Evita el alcohol porque aunque su vapor produce frío, no baja la temperatura y existe el riesgo de que se produzcan quemaduras o intoxicación etílica.

Signos de alarma

* En menores de tres meses: la fiebre es siempre alarmante y debemos acudir a urgencias, porque a esta edad las infecciones se generalizan muy rápido. En menores de un mes no esperaremos a los 38 grados, acudiremos a partir de los 37,5.
* En menores de tres años: debes preocuparte cuando no existen otros síntomas, ni una causa clara que la justifique. En este caso hay que hacer análisis para determinar su origen.
* En los niños en general: nos preocuparemos cuando tengan alguno de los siguientes síntomas:

1. Gran irritabilidad o decaimiento.
2. Manchas rojas en la piel, que no desaparecen al estirarla (petequias).
3. Fuertes dolores de cabeza, rigidez de nuca.
4. Vómitos violentos, es decir, arrojados con fuerza.
5. Fiebre persistente, esto es, que no desaparece pasados tres o cuatro días.

Via: www.serpadres.es