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martes, 30 de diciembre de 2008

El lugar del hombre en el embarazo

El hombre ante la noticia del embarazo de la mujer a menudo siente una serie de emociones encontradas, contradictorias y esto se debe a que la sorpresa no encuentra demasiado apoyo en las huellas de su memoria.

Pareciera entender poco acerca de la evolución de la gestación. Cree que es algo natural que ella debe llevar a cabo, es decir sin inconvenientes. Este pasa a ser el primer punto en el cual muchas veces toma una distancia apreciable de la revolución de emociones en la que entra su compañera y él a partir de ese momento.

La alegría en él se asocia inmediatamente con la identificación con su padre: “voy a ser papá”, pero el verdadero protagonismo que a menudo invade su cotidianeidad son los cambios en el carácter, que se producen en la mujer, el aumento de las demandas de comprensión, el pedido de contención ante sus temores, las náuseas y el aumento de su sensibilidad.

De pronto, el hombre se encuentra ante una mujer diferente y como desconoce todos los cambios fisiológicos y emocionales, en el mejor de los casos acompaña el proceso sin entender demasiado. En el peor de los caso, se aísla de su pareja pensando “quién entiende a las mujeres” o simplemente se excluye al sentir que ha perdido protagonismo. Es muy claro observar que el hombre se encuentra fuera de la escena hasta el momento de la primera ecografía en la que puede ver con sus propios ojos esa figura que se mueve, un pequeño corazón que late, ése es el día del shock. A partir de ese momento pareciera comenzar a fascinarse con lo que va creciendo en el vientre de la mujer: su hijo.

Lo importante pasa, cuando el hombre comienza a hacerse cargo del proceso. Se encuentra con una verdadera exclusión y lo siente en las frecuentes visitas al médico obstetra quien la mayoría de las veces hace las preguntas habituales como si él estuviera ausente en la entrevista, como si no tuviera participación alguna en ese acto de gestar.

Muchos hombres hoy han cambiado y mucho, es gracias a su intervención, insistencia en participar hasta las últimas instancias a quienes les debemos la frecuente presencia de hombres en las salas de partos y cesáreas. Si, aunque no se pueda creer, el hombre puede acompañar en la cesárea, y es más, es imprescindible que así sea porque es el momento en el que su compañera lo necesita.

Pero hay algo en lo que el hombre no ha cambiado aún y es que no solo debiera acompañar sino participar en este proceso mucho más de cerca expresando sus propios sentimientos frente al proceso, tratando de comprender y aprender sobre los sentimientos de su mujer en este periodo que son tan diferentes al de cualquier otro en su vida. Informarse sobre la importancia radical de su presencia al lado de ella para aliviar sus temores y angustias cuando las hay. Aprender como hombre a aprovechar en todas sus variantes esta oportunidad que la vida les da a ambos para crecer, pues seguramente si ello sucede, juntos, lograrán llegar a ocupar ese lugar de papá y mamá que tanto desean.

Existen hoy muchos lugares por demás apropiados para este aprendizaje tanto para ellos como para ellas, y digo apropiados porque allí se les permite a ambos la expresión de sus deseos y preocupaciones, a aclarar los malentendidos que surgen en todo proceso de cambio del cual no se tiene experiencia previa. Nadie duda ya que es en estos momentos de gran incertidumbre cuando la ciencia médica institucional invade con sus concepciones que no por ciertas dejan de ser rígidas y obstaculizantes.

Es más, todo lo que ha cambiado gracias a las insistentes demandas de las parejas: la participación en partos y cesáreas, en el corte del cordón, en el acompañamiento de su bebe a neonatología etc., en nada a modificado el proceso de salud, más bien ha beneficiado a ambos.

Via: ajoajo