Para poder con todo: el bebé, la pareja, la casa... las madres necesitan mucho tiempo, paciencia, energía y buenos consejos. Estos consejos te ayudarán a disfrutar de los primeros meses con tu pequeño. Aprender a aceptar la ayuda que nos ofrecen los demás, saber cómo calmar al bebé cuando llora o favorecer un ambiente tranquilo y sin estrés son algunos de los aspectos a tener en cuenta en este periodo de adaptación:
1. Los primeros días son para la madre y el niño
Cuanto menos molesten a la mamá durante los primeros días y las primeras semanas con su hijo en casa, más fácil será que ambos se conozcan mutuamente.
Poner el contestador automático cuando le damos de mamar o el biberón, o cuando estamos descansando, es una forma de estar a solas con él. De las relaciones con el exterior debe ocuparse el padre durante esta primera temporada. Él también debería procurar que no haya demasiadas visitas molestas. La familia y los amigos más cercanos querrán ver al bebé, pero siempre se puede programar una especie de régimen de visitas que nos podremos saltar cuando queramos. No se trata de ser demasiado estrictos, sino de ser felices y disfrutar de los primeros días de vida de nuestro hijo.
2. Aceptar todas las ofertas de ayuda
Gracias a la alegría por el nacimiento de un hijo y una mezcla especial de hormonas, muchas madres parecen llevar sorprendentemente bien la falta de sueño, las fuertes emociones y los nervios que ocasiona la llegada del bebé. Pero no sobrevaloremos las reservas de energía. Después de muy pocas semanas, la sobredosis de adrenalina se ha terminado y deja paso al agotamiento casi de un día para otro. Por eso, no es cuestión de hacerse la vida más difícil innecesariamente, queriendo convencer a los demás de que solas podemos con todo. Pedir ayuda no nos desprestigia como madres, todo lo contrario.
3. Compartir experiencias
Después de unos días de adaptación, conviene no quedarse en casa. Muchas personas se recluyen cuando viven experiencias nuevas que conllevan mucho desgaste de energía. Probablemente estarían mejor si se comunicasen con otras personas y hablasen sobre sus preocupaciones y problemas del día a día. Todas las madres se enfrentan, y hasta se rebelan a ratos, contra los cambios tan enormes que han llegado a sus vidas. Compartir esas experiencias puede suponer un alivio.
4. Buscar a alguien de confianza
Los padres necesitan ratos para ellos, para salir, divertirse y reponer fuerzas. Y, aunque tendemos a ello, no hay que preocuparse innecesariamente, pues con los abuelos, una amiga o una buena canguro, el niño está en buenas manos. Ten en cuenta que:
* Es bueno empezar a hacerlo cuanto antes. No conviene esperar hasta que el niño tenga ocho o nueve meses, ya que a esa edad extraña a sus padres mucho más que cuando es un bebé.
* Es importante que no sean más de dos personas distintas las que cuiden al niño y, si fuera posible, que sea siempre en el mismo lugar.
* Tampoco se debe introducir en el mundo del pequeño más de una persona a la vez, para que tenga tiempo de acostumbrarse a la nueva cara en su propio entorno.
Tiempo muerto
Cuando la madre vuelve al trabajo, se encuentra con que no tiene tiempo para nada. La jornada laboral y el cuidado del bebé le absorben las 24 horas del día. Una buena idea es aprovechar esos tiempos muertos de comidas o trayectos para ella misma: leer, ir a la peluquería y relajarse también es importante.
5. Consolar al bebé con calma
Si el bebé llora, lo mejor es cogerle en brazos e intentar averiguar lo que le está pasando. Lo importante es permanecer tranquilo y tener paciencia. Para el niño es una experiencia tranquilizadora porque se da cuenta de que le hacen caso cuando llora. No siempre podremos averiguar las causas del llanto. Sin embargo, los siguientes ocho pasos pueden ser muy útiles a la hora de intentar calmarle:
* Lo primero es establecer contacto visual con el niño.
* Después le hablamos con un tono suave y tranquilo.
* Tumbamos al pequeño sobre nuestras rodillas.
* A continuación ponemos una mano sobre su tripita.
* Luego cogemos al niño en nuestro regazo de manera que se junten sus brazos.
* Seguidamente le mecemos muy despacio y suavemente.
* Andamos por la habitación tranquila y relajadamente.
* Como la succión le calma, le damos un chupete o le metemos el dedo meñique en la boca (con la yema tocando el paladar).
Para cada uno de los pasos nos tomaremos entre dos y tres minutos.
6. Cariño para todos
¡No nos olvidemos de los hermanos mayores! Todos sufrimos cuando nos sentimos relegados o dejados de lado, también los niños. Por eso, hay que reservar para los mayores una ración extra de atención y cariño todos los días. Es también una forma de evitar sentirnos culpables cuando vemos que no podemos atender todo lo que quisiéramos a los hermanos.
* Hay que mostrarse comprensivo con ellos y decirles que no siempre resulta divertido tener en casa un bebé que requiere tanta atención.
* Les explicaremos que queremos muchísimo al bebé, pero que hay cosas que hacen la vida muy estresante con un niño, como por ejemplo levantarse por la noche.
* Es bueno acostumbrarse a atender primero al mayor (si el pequeño no nos requiere con urgencia) en ciertos casos. El cambio de pañal del peque puede esperar cinco minutos más si su hermano nos quiere enseñar algo urgentemente.
Los hijos mayores necesitan sentir que ellos también son importantes.
7. Confiar en la fuerza del niño
* Ninguna madre ni ningún padre quieren ver sufrir a su hijo. A pesar de esto, no hay que echar enseguida mano de pastillas o gotas si el bebé tiene unas décimas o alguna molestia.
* Es preferible transmitir al niño que confiamos en él y que vamos a ser capaces de manejar la situación con nuestros propios medios. Hay que transmitirle tranquilidad y confianza.
* "Tú puedes, ya verás. Yo pasaré ese mal rato contigo, estoy aquí a tu lado y te consuelo cuando te sientes mal". De esa manera, el niño aprende que él puede superar las pequeñas molestias.
Esto no significa que no estemos atentos a los signos que nos puedan indicar que el pequeño tiene algo más grave.
8. Dejar hacer al padre
Fijemos una especie de "tiempo de papá". Esos ratos valen su peso en oro para la madre. Un buen momento sería por la tarde, después de mamar. A esas horas, la mayoría de los bebés tienen una fase más activa. Es muy importante que la madre desconecte del todo y no intente intervenir. Resulta más difícil aguantar el llanto de un bebé cuando uno no está a su cargo, pero el padre se las arreglará si le damos la oportunidad. Es también su hijo. Merece la pena mantenerse fuerte y no caer en la tentación. En los siguientes meses habrá pocas cosas de las que disfrutaremos tanto como de un equipo de padre e hijo bien entrenado.
9. Cuidado con prohibir
Cuando el bebé empieza a gatear, conviene pensar detenidamente en las cosas que se le prohíben a lo largo de un día. Decir que no a algo solo tiene sentido si contestamos a las dos siguientes preguntas con un "sí":
* ¿Puede romperse algo que resulta muy difícil de reemplazar?
* ¿Puede el pequeño hacerse daño si le dejamos corretear?
Si no es así, reconsideremos nuestra actitud: ¿Si no corre peligro, es realmente tan grave que el niño quiera explorar el entorno a sus anchas?
10. Permitir las frustraciones del pequeño
Los bebés también se frustran cuando están en pleno aprendizaje y las cosas no salen como ellos quisieran. Quieren agarrar algo y no aciertan; quieren desplazarse hacia delante y terminan empujándose hacia atrás. Cuando en estas situaciones el niño da rienda suelta a su frustración y llora o chilla, no debemos caer en la tentación de acudir enseguida en su ayuda o de distraerlo.
* Es mejor esperar y ver si el niño vuelve a intentarlo.
* Y hay que elogiarle por insistir tanto y animarle a seguir.
* Cuando veamos que realmente el bebé ya no puede más, entonces podemos echarle una mano.
* Le ayudaremos de manera que el niño tenga la sensación de haber hecho parte del trabajo él solo. Así se dará cuenta de que consigue su meta si se esfuerza.
-
miércoles, 4 de febrero de 2009
Los primeros meses con el bebé
Etiquetas: BEBÉ