Hace años, el sexo del bebé era una incógnita hasta el día del parto. Hoy se conoce fácilmente gracias a los avances médicos. Pero aún así, saber si va a ser niño o niña es uno de los aspectos que más ilusión despiertan durante el embarazo.
Muchas veces los deseos de los padres se cumplen, otras no hay tanta suerte, si es que se puede llamar así al hecho de no tener un hijo del sexo deseado. Lo que importa, en definitiva, es que venga sano, y en eso coinciden todos los padres.
¿Cuándo se puede saber?
A partir de la semana 20ª de embarazo los genitales del feto están totalmente formados y ya pueden distinguirse con total claridad en una ecografía (a veces, incluso antes). Si es un niño se pueden apreciar las bolsas escrotales (donde se ubican los testículos) y el pene. El sexo femenino se determina por la ausencia de órganos masculinos y en ocasiones, incluso pueden verse los labios mayores.
¿Por qué a veces no se distingue con la ecografía?
Porque el feto se encuentra en una posición que impide al ecógrafo apreciar la zona genital con nitidez. Por eso, cuando hay dudas el especialista prefiere no decir nada para que no haya error.
¿Qué otras pruebas determinan el sexo con fiabilidad?
La ecografía suele ser muy fiable. Solo tiene un margen de error del 5%, y casi siempre debido a que el feto no se deja ver bien. La amniocentesis lo determina con toda seguridad, pero es una prueba invasiva que sólo está indicada cuando existe riesgo de que el bebé tenga alteraciones cromosómicas.
Al realizar un estudio completo de sus cromosomas para detectar posibles anomalías, se descubren los que determinan el sexo del bebé, pero la prueba nunca se realiza con este único objetivo, ni mucho menos para satisfacer la curiosidad de los padres.
¿De qué depende que se conciba un niño o una niña?
Del cromosoma que lleva el espermatozoide que consigue fecundar el óvulo. Las células del organismo están formadas por 46 cromosomas agrupados en 23 pares; en cada par uno de los cromosomas es heredado del padre y otro de la madre. En el 23 están los cromosomas sexuales (XX en la mujer y XY en el hombre).
Las células sexuales, es decir, el óvulo y el espermatozoide, tienen la mitad de cromosomas: 23 (así, al unirse uno con otro se forman los 23 pares). En los óvulos el cromosoma 23 es X, en los espermatozoides puede ser X o Y. Si el óvulo es fecundado por un espermatozoide Y, el embrión que se desarrolle será niño. Si por el contrario ese gameto es X, será niña.
¿En qué momento se define el sexo del embrión?
El sexo de una persona queda determinado ya en la concepción, aunque su diferenciación se produce entre siete y nueve semanas después.
Puede sorprendernos, pero la naturaleza siempre tiende a crear embriones femeninos. Durante las primeras semanas de la gestación los órganos sexuales del embrión no están aún diferenciados. Cuando un espermatozoide con cromosoma X fecunda el óvulo, el proceso diferenciador lleva «por defecto» al desarrollo de un cerebro y órganos genitales femeninos (útero, ovarios, etc.).
Sin embargo, cuando el espermatozoide lleva el cromosoma Y, este da una orden específica para que ese proceso natural se altere y comience la formación de los testículos. Estos, a su vez, activan una serie de hormonas (la antimulleriana y la testosterona), que inhiben definitivamente el desarrollo de los genitales y el cerebro femeninos y hacen que el embrión se convierta en varón.
¿Qué influye para que sea de uno u otro sexo?
Únicamente el azar. Existen teorías que afirman que realizar el acto sexual antes, durante o después de la ovulación, o adoptar ciertas posturas, favorece la concepción de un sexo u otro. Hay quien cree que la alimentación influye para concebir niño o niña. Nada de ello está comprobado científicamente y no suele dar resultados.
¿Hay predisposición genética para tener varones o mujeres?
En algunas familias predominan las hijas y en otras los hijos. Esto puede llevar a pensar que la descendencia de solo un sexo viene determinada genéticamente. Sin embargo, los expertos afirman que depende del azar.
Lo que sí se ha comprobado es que, en casos muy excepcionales, algunas familias son portadoras de síndromes letales para un determinado sexo (normalmente masculino), que puede trasmitirse o no. El embrión afectado no suele sobrevivir y por ello se reducen las posibilidades de tener hijos de ese sexo.
¿Es posible elegir el sexo mediante manipulación genética?
En está permitido elegir el sexo del embrión solamente con fines terapéuticos, es decir, para evitar que los padres trasmitan una enfermedad letal o grave para el feto, como por ejemplo la hemofilia o la distrofia muscular de Duchenne (entre otras muchas).
Existen dos técnicas: la selección de espermatozoides y el diagnóstico genético preimplantacional.
* La selección de espermatozoides se realiza antes de la concepción. Se eligen los espermatozoides que llevan el cromosoma X o el Y, y se fertiliza el óvulo con el que interesa, mediante inseminación artificial.
* El diagnóstico genético preimplantacionalrequiere que la pareja se someta a una fecundación in vitro. Se extraen dos células de los embriones obtenidos y se analiza su componente sexual (mediante una técnica denominada FISH), para diferenciar los que son XX o XY. Una vez identificados, se implanta en el útero el embrión del sexo que no esté afectado por la enfermedad.
Ambas técnicas son manipulaciones de estructuras muy sensibles y por el riesgo que puede conllevar para el futuro bebé deben realizarse únicamente en casos de riesgo genético grave.
Via: serpadreshoy
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