El verano llegó y muchos papás tendrán dudas acerca de cómo cuidar a sus bebés del sol.
Por ello, aprendamos cuál es la mejor forma de hacerlo.
El sol es bastante dañino para la piel de los bebés, por ello se recomienda que ningún bebé menor de seis meses esté expuesto al sol entre las 10 de la mañana y las cuatro de la tarde. Las pantallas solares infantiles se absorben por su delicada piel y pueden ser tóxicas a edades tan tempranas. Por ello, la indicación es de evitarlo por completo, e incluso tener cuidado si los dejamos a la sombra en un espacio abierto, porque los rayos solares los pueden alcanzar igual. Desconfiar de los días nublados, pues los rayos atraviesan las nubes y queman a un bebé en 15 minutos.
El efecto dañino de los rayos UV se acumula, razón por la cual si se exponen indebidamente de pequeños, sufrirán las consecuencias de adultos, con mayor riesgo de cáncer y fotoenvejecimiento temprano.
Sirve además el uso de sombreros. En niños mayores de seis meses se puede ya utilizar pantalla solar, aunque siempre habrá que tener precaución en la exposición, en especial en horas de sol muy fuerte. En la calle además de la pantalla solar con un FPS 30 o más, adecuado para niños, hay que recurrir a sombreros y también gafas. La ropa debe ser ligera, de telas frescas y permeables como el algodón, para evitar que el calor los afecte.
Sin embargo, el sol es importante para que el cuerpo produzca vitamina D, por tanto cortos paseos al sol en horarios permitidos son beneficiosos. Se requieren de cinco a 30 minutos diarios, de acuerdo a la ropa que el bebé tenga puesta. En verano, y a primeras horas de la mañana o últimas de la tarde, basta con cinco minutos. Es más, hay pediatras que directamente indican un suplemento de vitamina D para no correr riesgos con el sol. Las leches de fórmula ya la traen incorporada (la leche materna no, pues se supone que el cuerpo la produce naturalmente con el sol).
Los bebés dependen de nosotros para escapar del daño solar: no pueden moverse por sí mismos ni indicarnos que tienen calor. Por ello hay que tener sumo cuidado. Si por descuido el bebé se quema por el sol, es una situación de cierta gravedad: consultar de inmediato con el pediatra, no aplicar nada sobre la piel hasta que se prescriba por el médico y ofrecer mucho líquido o el pecho para evitar la deshidratación en estos casos.