La cultura popular transmite ciertos mitos, que de ciertos no tienen nada precisamente. Se trata de creencias sin asidero que llegan a oídos de la mamá primeriza de boca de su madre, de abuelas, tías, amigas y otras mujeres de la comunidad.
Por eso, vamos a desentrañar esos mitos y supuestos, para que al llegar el recién nacido, sea la verdad la que te guíe.
No es importante esterilizar el chupete cada vez que se cae, los bebés tienen un sistema inmune más frágil, pero capaz de combatir algunas bacterias que ingresan al organismo. Y de todas formas, es en las manos donde más bacterias tienen, las cuales no esterilizamos nunca. Sólo en prematuros hay que tomar medidas extremas de higiene.
Es cierto que después de comer, los bebés necesitan eructar para expulsar el aire que tragaron al alimentarse, especialmente si toman biberón. Pero no hace falta pasarse una hora dando golpecitos. Con colocarlo en forma vertical y frotar su espalda por dos minutos es suficiente. Si no eructa, es porque no lo necesita.
Es cierto que la rutina de sueño ayuda al bebé, pero no tiene que ser un horario estricto el de cumplimiento de esa rutina. No todos los bebés duermen lo mismo, de la misma manera y a la misma hora.
Si el niño come bien, coge peso, duerme bien y no le ocurre nada, no es necesario llevarlo al pediatra. No obstante, cada Comunidad Autónoma tiene su plan de vacunación y las primeras visitas de control se realizan coincidiendo con las vacunas, más seguidas en los primeros dos meses y luego más espaciadas.
Por último, circula el mito de que la fiebre es signo de que el niño está creciendo. No es verdad: la alta temperatura significa infección, así que presta atención y consulta al médico si la fiebre no cesa. No es algo para pasar por alto.
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