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sábado, 23 de marzo de 2013

Claves para entender a un niño de dos años

¡No hay quienes les comprenda! Quieren algo y luego lo desprecian, no contestan a preguntas simples, hacen lo contrario a lo que les decimos… No nos están desafiando. Simplemente, su razonamiento es diferente al de un adulto.

La forma de entender el mundo de un niño de dos años no tiene nada que ver con la de los mayores. A esta edad, los niños no tienen capacidad para ponerse en el lugar del otro, ni para calibrar bien las consecuencias de sus actos.

No muestra gratitud

No había forma de hacer entender a Alberto que el correpasillos de su primo no era suyo y cada visita a casa de los tíos se convertía en un drama. Sus padres le regalaron uno igual el día de su Santo como sorpresa. Pero cuando lo recibió no se inmutó. ¿Había perdido el interés?

¿Qué le pasa?

No es que Alberto esté descontento, es que está desconcertado por el nuevo sentimiento que empieza a conocer, ya sea agradecimiento o una alegría inmensa. A los dos años todavía no tienen la capacidad de ponerse en el lugar del otro, por lo que, por mucho esfuerzo que hayan puesto sus padres en encontrar un correpasillos idéntico al de su primo, no entiende que debe mostrarse agradecido.

Qué hacer

Nada, salvo esperar a que crezca para poder ver su alegría al lograr las cosas que desea muchísimo.

Desconoce qué es el castigo

Hoy toca estar revoltoso, y mamá y papá se están hartando. Para que Salvador cambie de actitud, le dicen: "¿Quieres quedarte sin ver Peppa Pig esta tarde?". Responde tranquilamente: "Sí". Llega la hora de los dibujos y mamá apaga la tele. Entonces, empieza a llorar desconsoladamente y pregunta por qué lo han hecho.

¿Qué le pasa?

No es que no distinga entre respuestas afirmativas y negativas, simplemente no calibra bien la dimensión del castigo y tampoco conoce sus consecuencias.

Qué hacer

Para evitar que luego se eche atrás, hay que hacer las cosas de inmediato. Así le será mucho más fácil entender la relación entre causa y consecuencia.

Solo contesta a preguntas concretas

Puede tirarse toda una tarde hablando, pero cuando mamá o papá le preguntan qué tal en la guardería, qué ha hecho esta tarde o cómo ha pasado el fin de semana con los abuelos, obtienen la callada por respuesta.

¿Qué le pasa?

Esta reacción bastante habitual en niños de dos años. Son preguntas con una respuesta muy poco concreta y le cuesta resumir todo lo que ha hecho o piensa. Al no saber por dónde empezar o qué priorizar, opta por callarse.

Qué hacer

Preguntas concretas del tipo: "¿Qué es lo que más te ha gustado del fin de semana?" o "¿Habéis jugado con los muñecos de los primos?" son mucho más fáciles de responder.


Un “¿qué?” por respuesta

A pesar de que la virtud de todo padre que se precie es mantener la calma, a veces resulta difícil no llegar a la desesperación. Porque, vamos a ver, ¿quién es el santo que no salta cuando su hijo, sí o sí, responde por decimoquinta vez con un "¿qué?" a cualquier pregunta que se le formule?

¿Qué le pasa?

No es que esté intentando que papá y mamá rebasen el límite, simplemente pide tiempo muerto. Muchas veces está distraído cuando le preguntan, por lo que su atención no se fija al 100% en la persona que le está hablando. Por eso, ese continuo "¿qué?" es una forma de ganar tiempo para procesar lo que le han preguntado.

Qué hacer

La única opción es llamar su atención antes de preguntarle algo y, al hacerlo, hablarle despacio. Así el niño no tendrá necesidad de pedir ese tiempo muerto.

Le gusta transgredir los límites

A Jordi le encanta hacer guarraditas con la comida. Por eso, sus padres le han preguntado antes de darle la papilla si iba a jugar con ella. Su respuesta ha sido un "no" tajante. Acto seguido, ha metido la mano en el plato, se la ha restregado por la cara y ha escupido. ¿Les desafía?

¿Qué le pasa?

No, más bien está tanteando, le gusta trasgredir límites. Necesita probar dónde está la línea, es una especie de juego. Es su manera de sentirse reforzado y valorado.

Qué hacer

No queda más remedio que ignorar su mal comportamiento y prestarle atención cuando obedezca.


Busca nuestra atención

Cuando pide algo insistentemente y finalmente se lo damos, lo rechaza. Así que, cuando lo vuelve a pedir, lo más habitual es pensar que nuestro hijo tiene ganas de jugar con nosotros.

¿Qué le pasa?

Este comportamiento solo es una forma de intentar llamar la atención. Por eso, como lo que en realidad buscan es que estemos pendientes de ellos, no hace falta darles lo que nos piden.

Qué hacer

Cuando les prestemos la atención que buscan, hablando, escuchando o jugando con ellos, se olvidarán de lo que estaban reclamando porque, en realidad, ya lo tienen: que les tengamos presentes.


Quiere lo mismo una y otra vez

Nicolás solo quiere ver la película de Los Aristogatos. Y, además, pide que le repitan una y otra vez la misma escena. ¿Está obsesionado?¿La querrá ver hasta que se haga mayor?

¿Qué le pasa?

Puede que haya visto cientos de veces la misma peli, puede que se la sepa de memoria y que pensemos que hasta que cumpla los quince no se va a hartar de ella. Esa actitud es de lo más normal. Simplemente, la película cubre sus necesidades, conecta con su psicología, le hace reír y, claro está, eso le hace sentir bien.

Qué hacer

Nada. De repente, de un día para otro (y ese día no está lejos) dejará a los Aristogatos apartados en un rincón y no volverá a acordarse de ellos nunca más. Entonces... se aprenderá de memoria la siguiente película. No hay nada de malo en ello.

Y es tímido… cuando quiere

Entre las faldas de mamá se sienten protegidos ante la perturbadora presencia de ese desconocido (que, además, probablemente querrá alzarlo, besarlo, zarandearlo... ).

¿Qué le pasa?

A los dos años, los niños empiezan a sentir timidez, un sensación que muchos no habían experimentado. Suele ocurrir en críos que por carácter son tímidos o que, aun sin serlo, no se han expuesto todavía a muchos "saraos" sociales. Además, algunos ya han experimentado lo que suele pasar cuando mamá se encuentra con una amiga: que le empieza a hacer monerías y no le deja en paz. Ni a él ni a su madre, que se pasa horas y horas (según su particular forma de apreciar el tiempo) hablando con esa desconocida.

Qué hacer

Para que no se sienta incómodo ante una persona que no conoce, tenemos que empezar por respetarle y no forzarle a mostrar conductas que no desea. Es posible que en unos minutos se le pase. Habrá que ofrecerle situaciones en las que pueda interactuar con otros niños y con sus padres.