El cáncer de mama es el tumor maligno que con mayor frecuencia aparece en mujeres embarazadas, tras el parto o durante la lactancia. ¿Sabes qué precauciones debes tomar y qué peculiaridades tiene su tratamiento?
Lo más importante para la prevención del cáncer de mama es el diagnóstico precoz, por eso, durante el embarazo se deben realizar revisiones periódicas con el ginecólogo y, si este detecta cualquier alteración en la exploración mamaria, es preciso realizar las pruebas para el diagnóstico sin retrasarlas hasta después del parto.
Cómo se diagnostica el cáncer de mama en embarazadas
El método de diagnóstico es igual que en la mujer no embarazada, con algunas peculiaridades:
- Mamografía: supone un riesgo mínimo de exposición a radiación para el feto, siempre que se emplee la protección adecuada. Sin embargo, en el embarazo, la mamografía no se debe realizar como prueba de rutina, ya que no es la prueba más válida debido al aumento de densidad de la glándula mamaria propia de la edad y del embarazo.
- Ecografía: es una prueba muy empleada durante el embarazo, ya que no emite radiación y permite el estudio de una mama densa, típica del embarazo.
- Biopsia: es el diagnóstico definitivo de la lesión y se puede realizar de manera segura con una punción aspiración de aguja fina (PAAF) o con una biopsia de la zona. En esto no se realizan diferencias respecto a la mujer no embarazada.
- Estudio de extensión: se debe evitar la realización de TAC, debido a la elevada radiación que puede recibir el feto. Es posible realizar con tranquilidad ecografía abdominal y Rx de tórax, con protección sobre el feto.
Posibles tratamientos para el cáncer de mama en el embarazo
Cirugía: es el primer tratamiento que se realiza en la mayoría de las mujeres con cáncer de mama durante el embarazo. La anestesia no supone un riesgo para el feto, ya que la paciente es asistida durante la intervención por un anestesista que controlará las constantes en todo momento. La técnica quirúrgica más empleada es la Mastectomía radical, debido a que con la cirugía conservadora (tumorectomía o cuadrantectomía) es necesario administrar Radioterapia postcirugía y esto no es aconsejable durante el embarazo. La cirugía conservadora solamente sería posible si la radioterapia sobre la mama se pudiese demorar a después del parto.
Radioterapia: puede suponer un riesgo potencial para el feto aunque no reciba directamente el haz de radiación, ya que durante el tratamiento se produce radiación dispersa. No debe ser administrada a mujeres embarazadas con cáncer de mama en estadios tempranos, ya que puede causar daño al feto. En mujeres con cáncer de mama en fases más avanzadas no debería administrarse durante los 3 primeros meses de embarazo
Quimioterapia: esta no debe darse durante el primer trimestre de la gestación, ya que los fármacos llegan al feto y puede dar lugar a malformaciones (teratogénesis). Después del primer trimestre, generalmente no está relacionada con un riesgo elevado de alteraciones fetales, pero puede estar relacionada con el parto prematuro y la pérdida fetal. El riesgo de malformación fetal en el 2º y 3º trimestre se estiman en un 1,3%.
Tratamiento hormonal: los estudios sobre tratamientos hormonales como terapia única o en combinación con quimioterapia para cáncer de mama en mujeres embarazadas son escasos. Por tanto, la eficacia de la terapia hormonal, sola o con quimioterapia en mujeres embarazadas, aún no ha sido determinada.
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viernes, 19 de octubre de 2012
Conductos obstruidos en la lactancia
Una de las complicaciones de la lactancia y que a veces hace que a las mamás les cueste sostenerla, es la de conductos lácteos obstruidos. Es que por motivos diversos, los conductos pueden llegar a obstruirse dificultando o bloqueando el paso de la leche, lo que produce inflamación.
Son estos mismos conductos obstruidos los que dan lugar a una mastitis cuando microorganismos logran penetrarlos y desarrollar una infección.
El síntoma de los conductos obstruidos más relevante es la formación de una especie de bulto o protuberancia en la zona de las mamas, que causa dolor. No hay que dejar pasar el tiempo pues se podrían infectar y dar lugar a una mastitis.
Una de las razones por las que esto ocurre es debido a que se utilizan sostenes o ropa demasiado ajustados, también a incorrectas posiciones de lactancia que hacen que el bebé no tenga buen agarre.
Si bien hay que concurrir al médico rápidamente, una de las maneras de solucionar este problema es mediante el amamantamiento constante del niño en el pecho afectado para hacer fluir la leche, también se pueden colocar compresas tibias, o una toalla o paño embebido en una solución salina. Suaves masajes circulares también ayudan a que la leche baje y se desobstruya el conducto.
Son estos mismos conductos obstruidos los que dan lugar a una mastitis cuando microorganismos logran penetrarlos y desarrollar una infección.
El síntoma de los conductos obstruidos más relevante es la formación de una especie de bulto o protuberancia en la zona de las mamas, que causa dolor. No hay que dejar pasar el tiempo pues se podrían infectar y dar lugar a una mastitis.
Una de las razones por las que esto ocurre es debido a que se utilizan sostenes o ropa demasiado ajustados, también a incorrectas posiciones de lactancia que hacen que el bebé no tenga buen agarre.
Si bien hay que concurrir al médico rápidamente, una de las maneras de solucionar este problema es mediante el amamantamiento constante del niño en el pecho afectado para hacer fluir la leche, también se pueden colocar compresas tibias, o una toalla o paño embebido en una solución salina. Suaves masajes circulares también ayudan a que la leche baje y se desobstruya el conducto.
Etiquetas: SALUD
Atención a lo que decimos delante del bebé: lo recuerda desde recién nacido
Escena típica de película: la mujer dando a luz, retorciéndose de dolor, profiere insultos a su pareja desaforadamente. Pero cuidado, porque puede que las primeras palabras que recuerde el bebé sean esos vituperios… Un estudio señala que los recién nacidos pueden recordar las palabras que han escuchado aunque tengan pocos días de vida.
En él se muestra por primera vez una determinada capacidad lingüística de los bebés: que la región frontal derecha del cerebro podría encargarse del reconocimiento vocal ya durante las primeras fases de adquisición del lenguaje.
El estudio, realizado por expertos de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados (SISSA) en el hospital Santa María de la Misericordia de Udine (Italia) con 44 bebés, ha sido publicado en la revista de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.
Y aunque ya se sabía que desde el momento del nacimiento hay áreas específicas del cerebro humano que se activan cuando escuchan palabras, se desconocía si el cerebro de los recién nacidos consigue codificar y recordar el sonido de las palabras.
Para investigar este aspecto, los expertos realizaron pruebas diciendo palabras sencillas a los bebés, y repitiéndolas tras dos minutos. El test preveía repetir las mismas palabras o cambiar las vocales y dejar las mismas consolantes, o viceversa, cambiar las consonantes y dejar las vocales.
Para establecer la capacidad de memorizar el sonido de una palabra y distinguirlo, durante las pruebas los niños fueron examinados con una técnica no invasiva llamada “espectroscopía en el infrarrojo cercano”.
Mediante esta técnica se consigue conocer qué redes corticales se activan durante el test: en el caso de los bebés, esa zona es la región frontal derecha, la misma que se activa en los adultos durante el recuerdo de las palabras.
Para los investigadores, que se “encienda” esa zona en los recién nacidos durante el reconocimiento vocal muestra que los niños reconocen solo las palabras que tienen las mismas vocales de otras escuchadas en forma precedente.
Sabemos de la importancia de las primeras horas del bebé en muchos aspecto. ¿Serán los estímulos lingüísticos tan importantes? De todas formas, se supone que no sabrán el significado de esas palabras hasta bastante más adelante pero, por si acaso, futuros papás o papás recientes, cuidado con las primeras palabras que escucha el bebé…
En él se muestra por primera vez una determinada capacidad lingüística de los bebés: que la región frontal derecha del cerebro podría encargarse del reconocimiento vocal ya durante las primeras fases de adquisición del lenguaje.
El estudio, realizado por expertos de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados (SISSA) en el hospital Santa María de la Misericordia de Udine (Italia) con 44 bebés, ha sido publicado en la revista de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.
Y aunque ya se sabía que desde el momento del nacimiento hay áreas específicas del cerebro humano que se activan cuando escuchan palabras, se desconocía si el cerebro de los recién nacidos consigue codificar y recordar el sonido de las palabras.
Para investigar este aspecto, los expertos realizaron pruebas diciendo palabras sencillas a los bebés, y repitiéndolas tras dos minutos. El test preveía repetir las mismas palabras o cambiar las vocales y dejar las mismas consolantes, o viceversa, cambiar las consonantes y dejar las vocales.
Para establecer la capacidad de memorizar el sonido de una palabra y distinguirlo, durante las pruebas los niños fueron examinados con una técnica no invasiva llamada “espectroscopía en el infrarrojo cercano”.
Mediante esta técnica se consigue conocer qué redes corticales se activan durante el test: en el caso de los bebés, esa zona es la región frontal derecha, la misma que se activa en los adultos durante el recuerdo de las palabras.
Para los investigadores, que se “encienda” esa zona en los recién nacidos durante el reconocimiento vocal muestra que los niños reconocen solo las palabras que tienen las mismas vocales de otras escuchadas en forma precedente.
Sabemos de la importancia de las primeras horas del bebé en muchos aspecto. ¿Serán los estímulos lingüísticos tan importantes? De todas formas, se supone que no sabrán el significado de esas palabras hasta bastante más adelante pero, por si acaso, futuros papás o papás recientes, cuidado con las primeras palabras que escucha el bebé…
sábado, 13 de octubre de 2012
5-6 años ¿Es una niña cursi?
A los 5-6 años muchas niñas se obsesionan con el rosa, las princesas, las hadas... Es una etapa normal que acaba pasando. Simplemente están afirmando su identidad.
A partir de los cinco años los pequeños son más conscientes de su diferencia de género. Centran su atención en el rol con el que se identifican, y algunos exageran los atributos que se relacionan con su identidad sexual para diferenciarse del otro.
Es una etapa de rosas, princesas y muñecas para ellas. Y de coches, balones y bolsillos llenos de bichos para ellos. La tendencia permanecerá hasta los 14 ó 15 años.
Todo influye
Los psicólogos creen que el impulso hacia lo «femenino» o lo «masculino» es consecuencia de lo que ven y oyen en casa, en la tele, en el cole... Antes de nacer, la mayoría de los padres decoramos el cuarto del pequeño de un determinado color o le compran ropa en una tonalidad u otra dependiendo de su sexo. Las concepciones sociales de lo que es un hombre y una mujer influyen a los pequeños desde los primeros meses.
Después vendrán los cuentos, en los que las niñas son princesas con vestidos rosas y los niños valientes salvadores; las películas, en las que se repiten los mismos roles masculinos y femeninos; y la publicidad, que juega con estereotipos del hombre y la mujer. Todo va calando en la mente de los más pequeños.
¿Y qué decir de los juguetes? Observando los catálogos de las jugueterías, es sencillo darse cuenta de que la mayoría tienen otra versión en rosa, casi siempre con motivos de princesas, hadas o flores.
Y no es que la diferenciación sea negativa, pero a los niños se les propone una fantasía concreta, opuesta a la de las niñas, por lo que la mayoría creen que no pueden salirse de ella. Por eso consideran, por ejemplo, que lo que más debería gustarles es un balón, si son niños. O, si son niñas, que el rosa tiene que ser su color preferido.
Los especialistas recomiendan que dejemos jugar a los niños como quieran y con lo que quieran, sin influirles para que tengan plena libertad para elegir.
Son diferentes pero igual de buenos
Por más que los padres intentemos tratar a nuestros hijos de diferente sexo de igual forma, es inevitable que, en ocasiones, no lo consigan. Aceptar que niños y niñas son diferentes en algunos rasgos no es malo ni supone discriminación alguna.
El problema aparece cuando se concluye que unos son mejores que otros en algunas tareas o actividades. Mientras el pequeño no piense que no puede hacer algo por ser chico, o la niña no crea que ella está vetada para una actividad concreta por ser chica, los padres podemos estar tranquilos. Es un síntoma de que estamos educando a sus hijos correctamente. Así que, ¡qué más da que pasen una temporada obsesionados con las princesas, el rosa, el maquillaje o los tacones...!
A partir de los cinco años los pequeños son más conscientes de su diferencia de género. Centran su atención en el rol con el que se identifican, y algunos exageran los atributos que se relacionan con su identidad sexual para diferenciarse del otro.
Es una etapa de rosas, princesas y muñecas para ellas. Y de coches, balones y bolsillos llenos de bichos para ellos. La tendencia permanecerá hasta los 14 ó 15 años.
Todo influye
Los psicólogos creen que el impulso hacia lo «femenino» o lo «masculino» es consecuencia de lo que ven y oyen en casa, en la tele, en el cole... Antes de nacer, la mayoría de los padres decoramos el cuarto del pequeño de un determinado color o le compran ropa en una tonalidad u otra dependiendo de su sexo. Las concepciones sociales de lo que es un hombre y una mujer influyen a los pequeños desde los primeros meses.
Después vendrán los cuentos, en los que las niñas son princesas con vestidos rosas y los niños valientes salvadores; las películas, en las que se repiten los mismos roles masculinos y femeninos; y la publicidad, que juega con estereotipos del hombre y la mujer. Todo va calando en la mente de los más pequeños.
¿Y qué decir de los juguetes? Observando los catálogos de las jugueterías, es sencillo darse cuenta de que la mayoría tienen otra versión en rosa, casi siempre con motivos de princesas, hadas o flores.
Y no es que la diferenciación sea negativa, pero a los niños se les propone una fantasía concreta, opuesta a la de las niñas, por lo que la mayoría creen que no pueden salirse de ella. Por eso consideran, por ejemplo, que lo que más debería gustarles es un balón, si son niños. O, si son niñas, que el rosa tiene que ser su color preferido.
Los especialistas recomiendan que dejemos jugar a los niños como quieran y con lo que quieran, sin influirles para que tengan plena libertad para elegir.
Son diferentes pero igual de buenos
Por más que los padres intentemos tratar a nuestros hijos de diferente sexo de igual forma, es inevitable que, en ocasiones, no lo consigan. Aceptar que niños y niñas son diferentes en algunos rasgos no es malo ni supone discriminación alguna.
El problema aparece cuando se concluye que unos son mejores que otros en algunas tareas o actividades. Mientras el pequeño no piense que no puede hacer algo por ser chico, o la niña no crea que ella está vetada para una actividad concreta por ser chica, los padres podemos estar tranquilos. Es un síntoma de que estamos educando a sus hijos correctamente. Así que, ¡qué más da que pasen una temporada obsesionados con las princesas, el rosa, el maquillaje o los tacones...!
Mala alimentación en el embarazo predispone al bebé a la diabetes
La falta de nutrientes durante el embarazo podría generar en el bebé una predisposición a la diabetes, de acuerdo a distintos estudios. En efecto, una mala nutrición en los dos primeros trimestres de la gestación puede producir una alteración en el páncreas del bebé en formación, lo que a largo plazo predispone a la diabetes.
Estos datos llegan de México, donde buena parte de los diabéticos vive en la pobreza, lo que llevó a investigar y determinar que la mala nutrición materna ha influido en este hecho. En efecto, así como es importante que la madre no acumule sobrepeso en esta etapa, el balance nutricional de su dieta es igual de trascendente para la óptima salud de su futuro hijo.
El dato es relevante también para aquellas mujeres con conductas extremas con respecto al aumento de peso, que las lleva a comer por debajo de sus necesidades de nutrición y las de sus hijos.
La embarazada con inadecuado consumo de grasas y carbohidratos se expone al acumulo de lípidos al generar resistencia a la insulina y con ello una inadecuada absorción de azúcar, con lo que este elemento se mantiene circulante en la sangre por más tiempo y promueve así el desarrollo de diabetes.
Pero también, limitar la ingesta en demasía se traducen en un mal funcionamiento pancreático y esto desencadena la diabetes.
En la dieta de la embarazada, se deben privilegiar los alimentos que prevengan el estrés oxidativo, es decir, los de color verde, rojo y naranja por su enorme aporte vitamínico.
La dieta debe estar constituida por 50% de carbohidratos, no más de 30% de grasas y el resto de proteínas. Tampoco debe faltar el ácido fólico en las primeras etapas, que generalmente se administra en forma de suplementos.
Estos datos llegan de México, donde buena parte de los diabéticos vive en la pobreza, lo que llevó a investigar y determinar que la mala nutrición materna ha influido en este hecho. En efecto, así como es importante que la madre no acumule sobrepeso en esta etapa, el balance nutricional de su dieta es igual de trascendente para la óptima salud de su futuro hijo.
El dato es relevante también para aquellas mujeres con conductas extremas con respecto al aumento de peso, que las lleva a comer por debajo de sus necesidades de nutrición y las de sus hijos.
La embarazada con inadecuado consumo de grasas y carbohidratos se expone al acumulo de lípidos al generar resistencia a la insulina y con ello una inadecuada absorción de azúcar, con lo que este elemento se mantiene circulante en la sangre por más tiempo y promueve así el desarrollo de diabetes.
Pero también, limitar la ingesta en demasía se traducen en un mal funcionamiento pancreático y esto desencadena la diabetes.
En la dieta de la embarazada, se deben privilegiar los alimentos que prevengan el estrés oxidativo, es decir, los de color verde, rojo y naranja por su enorme aporte vitamínico.
La dieta debe estar constituida por 50% de carbohidratos, no más de 30% de grasas y el resto de proteínas. Tampoco debe faltar el ácido fólico en las primeras etapas, que generalmente se administra en forma de suplementos.
Más del 60% de las madres abandonan la lactancia antes de los seis meses
Si bien la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y complementada con otros alimentos hasta como mínimo los dos años del niño, según datos del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, más del 60% de las madres abandonan la lactancia antes de los seis meses.
Son muchas las razones por las cuales los índices de lactancia no son más satisfactorios, entre ellas la falta de información y apoyo de pediatras y enfermeras, y los impedimentos para seguir amamantando al bebé una vez que la madre se reincorpora al trabajo, que, incoherentemente, en España es antes de los seis meses del bebé.
Cuando la madre tiene que volver al trabajo, la lactancia materna disminuye. Aunque se ha solicitado extender la baja maternal a seis meses para que al menos coincida con el período de lactancia materna exclusiva, de momento no parece ser un asunto prioritario para las administraciones. Sin duda, esto facilitaría que las madres puedan estar junto a sus bebés y seguir ofreciéndoles su alimento por más tiempo.
Por su parte, otra de las trabas que encuentran las madres es que cuando el niño tiene que ir a la escuela infantil, ésta no siempre facilita la lactancia materna. Se han establecido protocolos para que los bebés puedan ser alimentados con la leche de sus madres, o bien desplazándose la madre al centro o llevando los biberones con leche extraída. Pero en la realidad, los casos son minoritarios.
Casi todas las madres que abandonan la lactancia materna aseguran que preferirían no haberlo hecho, pero para muchas continuar la lactancia es un estado ideal que no se pueden permitir cuando toca volver al trabajo y el bebé a la guardería.
Muchas cosas deberían cambiar para que las tasas de lactancia materna aumentasen, entre ellas proporcionar a las madres una información realista sobre la lactancia materna, apoyarlas, y facilitar la continuación de la lactancia cuando la madre debe volver al trabajo.
Son muchas las razones por las cuales los índices de lactancia no son más satisfactorios, entre ellas la falta de información y apoyo de pediatras y enfermeras, y los impedimentos para seguir amamantando al bebé una vez que la madre se reincorpora al trabajo, que, incoherentemente, en España es antes de los seis meses del bebé.
Cuando la madre tiene que volver al trabajo, la lactancia materna disminuye. Aunque se ha solicitado extender la baja maternal a seis meses para que al menos coincida con el período de lactancia materna exclusiva, de momento no parece ser un asunto prioritario para las administraciones. Sin duda, esto facilitaría que las madres puedan estar junto a sus bebés y seguir ofreciéndoles su alimento por más tiempo.
Por su parte, otra de las trabas que encuentran las madres es que cuando el niño tiene que ir a la escuela infantil, ésta no siempre facilita la lactancia materna. Se han establecido protocolos para que los bebés puedan ser alimentados con la leche de sus madres, o bien desplazándose la madre al centro o llevando los biberones con leche extraída. Pero en la realidad, los casos son minoritarios.
Casi todas las madres que abandonan la lactancia materna aseguran que preferirían no haberlo hecho, pero para muchas continuar la lactancia es un estado ideal que no se pueden permitir cuando toca volver al trabajo y el bebé a la guardería.
Muchas cosas deberían cambiar para que las tasas de lactancia materna aumentasen, entre ellas proporcionar a las madres una información realista sobre la lactancia materna, apoyarlas, y facilitar la continuación de la lactancia cuando la madre debe volver al trabajo.
lunes, 8 de octubre de 2012
Haciendo sitio al bebé ¿Qué es el síndrome del nido?
En las últimas semanas de gestación, muchas mujeres manifiestan un deseo repentino e irrefrenable de ultimar todos los preparativos antes de la llegada del bebé: organizan la casa, limpian todo bien, colocan las cosas del niño… Es lo que se conoce como “síndrome del nido”.
El « síndrome del nido» o « instinto de anidamiento» es un estado de hiperactividad característico del último tramo del embarazo es más frecuente entre las primerizas. También se da, de alguna forma, en los animales (antes de parir, las hembras suelen preparar el nido para acoger a la nueva camada).
¿Qué es el síndrome del nido?
No es más que un reflejo de la ansiedad de la futura madre ante lo que ya es inminente (el parto y la llegada del bebé).
El deseo de hacer cosas y de tenerlo todo a punto resulta tranquilizador y, además, distrae de los temores, lógicos que suelen surgir en el último mes.
Evita realizar grandes esfuerzos
Sin embargo, este no es el mejor momento para realizar grandes esfuerzos. Conviene que la embarazada descanse y no malgaste sus energías.
Sí es aconsejable revisar la canastilla y cerciorarse de que se dispone de lo imprescindible, pero la futura mamá debe procurar relajarse.
El « síndrome del nido» o « instinto de anidamiento» es un estado de hiperactividad característico del último tramo del embarazo es más frecuente entre las primerizas. También se da, de alguna forma, en los animales (antes de parir, las hembras suelen preparar el nido para acoger a la nueva camada).
¿Qué es el síndrome del nido?
No es más que un reflejo de la ansiedad de la futura madre ante lo que ya es inminente (el parto y la llegada del bebé).
El deseo de hacer cosas y de tenerlo todo a punto resulta tranquilizador y, además, distrae de los temores, lógicos que suelen surgir en el último mes.
Evita realizar grandes esfuerzos
Sin embargo, este no es el mejor momento para realizar grandes esfuerzos. Conviene que la embarazada descanse y no malgaste sus energías.
Sí es aconsejable revisar la canastilla y cerciorarse de que se dispone de lo imprescindible, pero la futura mamá debe procurar relajarse.
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