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jueves, 5 de junio de 2008

¿Por qué tu hijo no quiere irse a la cama?


A los dos años, muchos prefieren alargar la hora de irse a la cama. Pero no siempre se trata de un simple capricho infantil. Detrás de esa negativa rotunda a acostarse, normalmente suele haber un porqué. Conociéndolo, será más fácil ayudar a nuestro hijo a soñar con los angelitos.

1. Tiene miedo a quedarse solo
Para muchos, ese período que tienen que pasar solos y a oscuras resulta cuanto menos inquietante. Por eso, utilizarán cualquier estrategia a su alcance para evitarlo.

Qué hacer: Los especialistas aconsejan estar pendientes del niño de forma especial cuando llega el momento de coger el sueño: acompañarle a la cama, charlar un rato con él en su habitación y estar presentes, con la luz encendida, hasta que concilie el sueño. De esa forma se encontrará más seguro y protegido.


2. Quiere seguir jugando

No desea perder el tiempo en la cama ahora que ha descubierto que tiene un mundo fascinante para disfrutar. Y dormido, eso resulta imposible.

Qué hacer: Las opciones se reducen a dos: hablar e intentar razonar con él. Quizá no le convenzamos, pero hay que explicarle que si no duerme bien, al día siguiente no podrá jugar porque no tendrá fuerzas. Además, los sueños también le sirven para descubrir cosas nuevas.


3. Está castigando a los padres

Algunos niños deciden «castigar» de alguna forma a sus padres evitando ir a la cama cuando sufren alteraciones del apego, es decir, del vínculo afectivo que se establece entre la madre o el padre y el pequeño.
Si, por ejemplo, mamá vuelve a trabajar tras dos años dedicada en exclusiva a su hijo, este entiende que ahora no la tiene sólo para él.

Qué hacer: Hacerle ver que seguimos pendientes de él.
Lo que calma a los niños son las situaciones afectivas normales, por lo que, en lo posible, es bueno que siga siendo la madre quien le acueste si hasta ahora venía siendo así.
También ayudará estar con él todo el tiempo que los padres puedan durante el día, de forma que el pequeño perciba que nadie se ha desentendido de él. De cualquier forma, en este tipo de casos la situación suele resolverse pasadas unas semanas, cuando se habitúe a la nueva rutina.


4. Está demasiado consentido
No querer irse a la cama también puede deberse a la ausencia de límites. Un niño al que se le permita hace todo lo que quiere y cuando quiere, no entiende porqué ha de acostarse cuando sus padres lo digan. Esta causa es menos frecuente, pero posible.

Qué hacer: Lo mejor en estos casos es aplicar el sentido común. No hay que tomar medidas drásticas: inculcar unas rutinas estables generalmente soluciona el problema.

Trucos para que el niño se vaya a la cama
* Procurar que pase tiempo en su habitación. Si está acostumbrado a jugar en el salón y únicamente utiliza su cuarto para dormir, no asociará ese lugar a momentos agradables. Si procuramos que juegue de vez en cuando en su habitación, le será más fácil conciliar el sueño en ella.
* Calmarle en su cama.Cuando un niño se despierta en mitad de la noche llamando a papá y a mamá, hay que acudir a su lado y calmarle. Pero hay que hacerlo en su propia cama, para acostumbrarlo a dormir en ella.
* En caso de que vaya a buscar a los padres a su habitación, los pediatras recomiendan cogerle de la mano, llevarlo de nuevo a su cuarto y quedarse un rato con él hasta que concilie de nuevo el sueño.
* Compartir cama con sus compañeros de juegos. Todo lo que dé seguridad y confianza es bueno. Si duerme mejor con su raqueta de tenis, adelante.
* El venerado cuento. Repetir siempre la misma acción antes de apagar la luz les relaja. Leerle un cuento o cantarle bajito una canción son los mejores tranquilizantes.



Rutinas que no fallan

* Muchas veces, el secreto para dormir bien es hacer todos los días lo mismo. Seguir estas normas le ayudará:
* Dormir siempre en un ambiente tranquilo y oscuro.
* Acostarse y levantarse siempre a la misma hora.
* Disminuir, en lo posible, el ruido ambiental.
* No acostarse con hambre o con exceso de líquido.
* Enseñarle a dormirse solo (salvo que sufra algún tipo de anomalía del sueño).

* Limitar la actividad física dos horas antes de acostarse.
* Impedir las siestas muy prolongadas o muy tardías.
* Evitar bebidas o alimentos excitantes (colas, chocolates…).