Los conflictos, las prisas y los agobios forman parte de nuestra rutina diaria. Durante el embarazo estas situaciones pueden producir estrés a la futura mamá. Descubre las claves para disfrutar de un embarazo tranquilo y sin agobios.
Cuando el estrés es intenso o se prolonga, puede perjudicar la salud de la embarazada y la del bebé. De hecho, las mujeres que presentan niveles altos de estrés durante el embarazo tienen más posibilidades de que sus bebés nazcan bajos de peso y, sobre todo, son más propensas a sufrir partos prematuros.
Además, el estrés hace que se tomen más medicamentos, sea más difícil dejar de fumar, que no se descanse, que la dieta es desequilibre..., todos ellos son hábitos que no resultan nada beneficiosos para una mujer embarazada.
¿Por qué surge el estrés?
El primer paso para combatir el estrés es averiguar qué lo provoca:
- La causa más frecuente es el trabajo. Si antes del embarazo la mujer ya estaba agobiada, ahora esta sensación se puede incrementar: su estado le va a impedir continuar con el mismo ritmo, y el hecho de no estar al cien por cien y no llegar a todo puede estresarla aún más.
- Las tareas domésticas y las dificultades para compaginar vida laboral y familiar también pueden generar agobio y nerviosismo en la futura madre, especialmente cuando hay niños pequeños a los que atender y no se cuenta con ayuda.
- El propio embarazo es una fuente de estrés por todos los cambios que implica. La noticia genera tensión ante la responsabilidad que supone convertirse en madre. Además, los primeros meses hay cierto temor a perder el bebé que puede angustiar a la futura mamá. Los cambios hormonales provocan inestabilidad emocional y eso, unido a las náuseas, el sueño etc. que aparecen en esta fase puede aumentar el estrés.
- Una crisis de pareja, la pérdida de un ser querido, una mudanza o las dificultades económicas pueden disparar el nivel de ansiedad de la embarazada.
- Nerviosismo, dificultades para conciliar el sueño, pesadillas, ansiedad, desarreglos en la alimentación, irritabilidad, inestabilidad emocional... son síntomas que pueden hacernos sospechar que existe un problema de estrés. Sentirse más cansada de lo normal o quejarse de dolores difusos (de cabeza, de espalda) también pueden ser manifestaciones de una situación de este tipo.
- El primer paso sería consultar con el ginecólogo para que confirme que todo va bien. La embarazada debe comentarle su estado de ansiedad, los síntomas que tiene, las preocupaciones que la agobian, y preguntar sobre todos aquellos aspectos del embarazo y del parto que nos atemorizan.
- Cuando la angustia es intensa o se mantiene en el tiempo, conviene solicitar ayuda psicológica. La psicoterapia puede ayudar a descubrir los motivos y a superar miedos.
- A menudo, pequeños cambios en la rutina diaria pueden favorecer una vida más tranquila y mantener alejados el agobio y la ansiedad. Aceptar las limitaciones que el embarazo impone, reducir la actividad y buscar el apoyo de los que nos rodean pueden ser buenos antídotos contra el estrés.
1. Aprovechar los ratos libres para relajarse realizando actividades tranquilas como leer, pasear o escuchar música.
2. Pedir ayuda a la pareja, a la familia y a los amigos.
3. Evaluar la posibilidad de contratar a una persona que colabore en la limpieza de la casa o el cuidado de los hijos.
4. Si hay problemas laborales, compartirlos con la pareja.
5. Dormir lo suficiente, llevar una dieta sana y practicar ejercicio regularmente.
6. No combatir el nerviosismo fumando, bebiendo alcohol o tomando más café. No consumir medicamentos sin consultar con el médico.
7. Hablar con otras mujeres de los temores que generan el embarazo y el parto: exteriorizar los sentimientos ayuda a rebajar la tensión.
8. Evitar en lo posible situaciones estresantes. Si hay previsión de cambios importantes, es mejor posponerlos.
9. En el trabajo, no tener miedo a decir «no», hacer pausas frecuentes, evitar estar mucho tiempo en la misma postura, no hacer horas extras y pedir ayuda en caso de sobrecarga.
10. No saltarse las clases de preparación al parto. La información que ofrecen, las técnicas de relajación que enseñan y la posibilidad de compartir experiencias con otras embarazadas son buenas armas para combatir la ansiedad.
Cada caso es distinto
No todos reaccionamos igual ante los mismos estímulos. La forma de ser, el modo en que cada uno se enfrenta a los conflictos y tensiones que se presentan, es determinante para evaluar las situaciones de estrés.
Los psicólogos afirman que cuando una persona tiene altos niveles de ansiedad es porque tiene una personalidad proclive a ello. Lo que es estresante para unas mujeres puede no serlo para otras.