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viernes, 9 de enero de 2009

Parto inducido, en qué casos es aconsejable

Lo ideal es que el bebé venga al mundo de forma natural, pero a veces es necesario desencadenar el parto de forma artificial porque continuar con el embarazo puede suponer un riesgo para la madre, para el feto o para ambos.

En algunas ocasiones es preciso inducir el parto para proporcionar asistencia médica al recién nacido, por ejemplo si sufre patologías cardiacas o pulmonares, o malformaciones que requieran una intervención quirúrgica o un tratamiento rápido, para lo cual tiene que nacer en un momento determinado.

En principio, también es posible inducir el parto en los embarazos gemelares y cuando la madre ha tenido una cesárea, pero extremando las precauciones. En todos los casos, la matrona controla regularmente el estado de salud de la madre y del bebé.


Se aconseja en caso de...

  • Rotura prematura de membranas: cuando se rompe la bolsa de aguas, lo normal es que en poco tiempo aparezcan las contracciones y comience la dilatación. Pero a veces no ocurre así y la mujer no se pone de parto. En este caso, el tocólogo ingresa a la gestante y la mantiene en observación de 12 a 24 horas, vigilando el estado del feto con monitorización frecuente, y la protege de una posible infección administrándole antibióticos. Si en ese tiempo el parto no se inicia de forma espontánea, será necesario provocarlo.
  • Que el embarazo se prolongue en exceso: si la gestación supera la semana 41+ 3 días (la edad gestacional se valora con ecografía) y la mujer no se pone de parto, se le induce.
  • Enfermedades maternas: algunos trastornos que sufre la madre, como la hipertensión o la diabetes (especialmente la de tipo I), pueden afectar a la salud del feto o de la propia embarazada si la gestación continúa. También justifican una inducción las patologías renales, cardiacas, pulmonares o hepáticas, algunos tipos de cáncer y las infecciones en el útero.
  • Meconio en el líquido amniótico: si el tocólogo ve que el líquido está teñido de meconio (el feto ha defecado dentro del útero), será preciso finalizar la gestación, pues ello puede indicar que el bebé no se encuentra bien.
  • Crecimiento intrauterino retardado (CIR): el feto deja de crecer dentro del útero a un ritmo normal. Esto indica que se está produciendo alguna alteración que impide la correcta nutrición del pequeño, y que puede ocasionarle problemas serios de salud, incluso la muerte dentro del útero.

¿Cómo se hace?


Como cada mujer y cada embarazo es un caso único, el tocólogo valora individualmente las características particulares antes de elegir el medio para inducir el parto.

Fundamentalmente, lo que determina el método a emplear es el estado del cérvix o cuello del útero. Para conocerlo se usa el test de Bishop. Palpando el cuello uterino, los profesionales valoran cinco características que indican si el cérvix está más o menos favorable para el parto:

  • El borramiento (longitud del cérvix): para que se produzca el parto, el cuello tiene que ser fino y delgado.
  • La consistencia: para que el parto evolucione, el cuello del útero debe ser blando.
  • La posición del cérvix respecto a la vagina: en el parto debe encontrarse centrado.
  • La dilatación, que puede ir de 0 a 10 centímetros.
  • La distancia a la que se encuentra la cabeza del feto de la salida del canal del parto.

Cuanto más favorable esté el cérvix, más fácil será la inducción. Además del test de Bishop, el tocólogo valorará otras circunstancias como la paridad (si es el primer parto o ya se ha parido alguna vez), si se ha tenido una cesárea anterior o si las membranas de la bolsa de aguas están rotas o no. En función de todo ello, empleará un método u otro para provocar el parto.

Está contraindicado

Hay algunas situaciones en las que no se puede inducir un parto.

  • En los embarazos con placenta previa.
  • Cuando la madre tiene cicatrices en el útero.
  • Si sufre algunos tipos de cáncer de cérvix o infecciones como el herpes genital.
  • En caso de que el feto esté mal colocado, sea muy grande, haya desproporción entre su cabeza y la pelvis materna o corra peligro inminente. En estos casos, se practica una cesárea.
¿Qué riesgos tiene provocar el parto?

La inducción es un procedimiento artificial. Los profesionales usan medios para imitar a la naturaleza y hacer posible el nacimiento en una mujer en la que aún no se ha iniciado el proceso de parto. Esto, a veces, no es del todo perfecto y puede provocar efectos secundarios.

Para la madre: como estos partos son más largos, la mujer se cansa más y tiene más posibilidades de sufrir fiebre durante el parto, deshidratación y exceso de contracciones (y, por tanto, de rotura uterina). Al aumentar la posibilidad de terminar en cesárea o parto instrumental, se suman los riesgos de dichos procedimientos (infección, dolor, hemorragia y desgarros del canal de parto).

Para el feto: él también puede acusar un parto largo manifestando una pérdida de su bienestar dentro del útero. Por esta razón, la tasa de cesáreas aumenta en los partos inducidos.

La inducción del parto la aconseja un profesional especialista (tocólogo) que previamente ha valorado que para la madre y/o el feto es mejor finalizar el embarazo que continuar con él.


Preguntas frecuentes

Si el primer parto de una mujer es inducido, ¿los posteriores también lo serán?

No necesariamente. Cada gestación es única y cada parto también, por lo que no tienen por qué repetirse las condiciones de uno a otro. El resto de los partos, por tanto, pueden ser espontáneos.

Si un parto provocado acaba en cesárea, ¿por qué no realizan directamente la intervención?

El objetivo de los profesionales de la obstetricia siempre es favorecer el parto vaginal, pensando en el bienestar de la madre y su bebé, y para esto en ocasiones es necesaria una inducción. Pero a veces surgen complicaciones que obligan a tomar la decisión de recurrir a una cesárea. A priori, es imposible saber o predecir cómo va a acabar un parto, tanto si es inducido como si no.

¿Hay mujeres que no dilatan aunque se les induzca el parto y se les administre oxitocina?

Todas las mujeres están capacitadas para dilatar y parir. No obstante, en ocasiones la dilatación es difícil y hay que realizar una cesárea, pero en partos posteriores se puede dilatar y parir de forma espontánea.

¿Es verdad que los partos que se provocan son más dolorosos?

Las contracciones que ocasionan las hormonas sintéticas son más intensas y dolorosas que las que se dan en un parto espontáneo, pero la analgesia epidural elimina por completo el dolor.

¿En qué momento del parto inducido se administra la epidural?

Cuando la parturienta sienta dolor, tenga la dilatación que tenga, siempre que no haya contraindicaciones para su aplicación.

¿Es más difícil dar el pecho después de un parto provocado?

Rotundamente no. El hecho de que el parto sea inducido no influye en absoluto para el inicio y el mantenimiento de la lactancia materna.