Una de las grandes amenazas del verano, especialmente en los días de mayor calor es la deshidratación, la pérdida excesiva de líquidos del cuerpo. Los bebés pequeños son especialmente vulnerables a sufrirla dado que el porcentaje de agua de su cuerpo es mayor y su equilibrio es más débil.
Además del calor, el verano es propicio para que se produzcan intoxicaciones alimentarias que pueden ocasionar vómitos, diarrea y como consecuencia una gran pérdida de agua.
Un bebé de meses no nos dice “tengo sed”, así que lo principal es saber identificar los signos de deshidratación en un niño.
Los síntomas de deshidratación son:
- Cuando el bebé sufre una pérdida (sin motivo aparente) de alrededor del 5% de su peso.
- Cuando tiene las fontanelas (las zonas blandas de la cabeza) hundidas
- Cuando orina menos de lo habitual.
- Cuando hace deposiciones muy secas y duras.
- Cuando presenta la piel muy seca y pálida (algo grisácea), los ojos hundidos y la boca reseca.
- Cuando se muestra menos activo de lo habitual.
Ante cualquiera de estos síntomas debes acudir al médico para que evalúe el estado de deshidratación del bebé. Se ha demostrado que la rehidratación oral con suero es igual o más efectiva que la intravenosa, pero en todo caso será el pediatra quien la indique.
Ahora bien, qué podemos hacer para evitar la deshidratación en los bebés:
- Si das el pecho no hace falta ofrecerle además agua. Debes aumentar la frecuencia en las tomas en caso de calor extremo ya que la leche materna de por sí aporta agua, sales y los nutrientes necesarios para evitar la deshidratación.
- Si el bebé toma biberón ser cuidadoso con las proporciones en la preparación de las fórmulas y reforzar con agua mineral en pequeñas cantidades entre las tomas.
- Mantener la piel hidratada durante el verano para crear una barrera protectora y evitar la pérdida de humedad.
- Si el bebé ya ha comenzado con la alimentación complementaria ofrecerle frutas y verduras (las que pueda tomar según su etapa de crecimiento) ya que contienen un gran aporte de agua.
- No someterlo a cambios bruscos de temperatura ni ofrecerle líquidos fríos.
- Evitar exponer al bebé al sol en las horas centrales del día.
- Vestirlo con ropa ligera.