Un estudio recientemente realizado en la Universidad de Zaragoza determinó que los niños que toman el biberón más allá del año de vida son más propensos a la obesidad.
Esto ocurre porque sin darse cuenta, aumentan su ingesta calórica innecesariamente con cada biberón que consumen, corriendo el riesgo así de que ese exceso se convierta en sobrepeso y en obesidad.
El estudio determinó que el 17,6% de los bebés estudiados (un total de 6.750) era obeso a los cinco años y medio y el 22,3% de ellos tomaba biberones de leche hasta los dos años. Algunos (18,9%) mantenían este hábito antes de irse a la cama y el resto utilizaba el biberón de forma regular también durante el día.
El problema está cuando el biberón es un sustituto del chupete, es decir se usa para tranquilizar al niño y especialmente se le administra antes de ir a dormir. Aclaran además los investigadores, que por lo demás la leche no es mala.
La prevalencia de obesidad entre los pequeños que mantenían dicha costumbre a los 24 meses era del 23%, frente al 16% de los bebés a los que ya se les había retirado el biberón. El primer grupo, entonces, fue un 30% más propenso a ser obeso que los que ya habían dejado el biberón.
“Que las comidas entre horas no se realicen nunca con biberón, para tomar agua mejor usar vasos o tazas y no dejar que el niño se vaya a la cama con el biberón”, recomiendan los expertos.
Además, claro que se propone a la lactancia materna como el método más eficaz para proteger al bebé del sobrepeso, y a partir de los seis meses se recomienda empezar a utilizar la cuchara de tal forma que al año ya se vaya retirando el biberón.
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