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sábado, 23 de marzo de 2013

La lactancia materna reduce el reflujo gastroesofágico

Muchos bebés padecen de reflujo gastroesofágico, lo que significa que el contenido del estómago sube por el esófago, producto de la inmadurez del esfínter esofágico inferior para cerrarse debidamente y contener el alimento, lo cual produce vómitos y molestias por la acidez de ese contenido.

La lactancia materna parece tener un efecto protector contra este trastorno habitual en los primeros meses, hallándose menos número de casos entre los que se alimentan de la leche materna en comparación con los que reciben leche de fórmula.

Como la leche materna se digiere más rápidamente tiene menos oportunidad de regurgitarse. Por ello, estos bebés tienen menos probabilidades de tener reflujo, y cuando lo tienen, los cuadros suelen ser menos graves.

Dar el pecho produce movimientos peristálticos que evitan el reflujo, aún cuando se mame de un pecho vacío. A diferencia de los bebés con reflujo alimentados a fórmula, los lactantes pueden seguir alimentándose a demanda.

Una forma de aliviar las molestias del bebé con reflujo es cargarlo en posición vertical, sobre todo después de darle el pecho. Se puede también elevar la cuna unos centímetros y si duerme con los padres es recomendable que se eleve la cama de éstos.

Además de los vómitos, otros síntomas del reflujo esofágico son las dificultades para dormir, el bebé llora a menudo y está irritable. En ocasiones, el reflujo puede conllevar pérdida de peso o un estancamiento en el crecimiento. Suele corregirse por sí mismo con el tiempo, cuando el sistema digestivo madura, y en pocos casos, se requiere de cirugía.