-
-
-

martes, 6 de agosto de 2013

Viajar con niños, ¿cuánto equipaje necesito realmente?

Las vacaciones con niños y bebés pueden significar el acabose de la habitabilidad familiar. En nuestras primeras vacaciones con un bebé nos lanzamos a llenar el coche de bártulos como si Benidorm fuera un paraje recóndito, sin los artículos de primera necesidad que nuestro bebé seguro va a necesitar durante el veraneo. Para evitar auténticos despropósitos, antes de viajar con niños conviene preguntarse ¿cuánto equipaje necesito realmente?

Los que somos ya veteranos en el asunto hemos ido perfeccionando nuestra logística para que las vacaciones con niños sigan siendo algo practicable y no una mudanza en toda regla. En nuestro caso particular, además de tener muchas niñas, somos muy viajeros por lo que no nos ha quedado más remedio que refinar nuestras técnicas de empaquetado y embalaje a marchas forzadas. Para muestra un botón, este es todo el equipaje que hemos traído los seis para pasar tres semanas de relax playero. Si quieren saber nuestro secreto no dejen de leer.

Los números tienen que cuadrar

Si uno va a pasar una semana en la playa no hay necesidad de llevar modelitos de baño para diez días, ni once pares de zapatos, ni siete libros para leer. En los viajes, como en las finanzas, las cuentas siempre deben cuadrar.

Si nuestro viaje es de hasta 10 días intento llevar ropa para no tener que lavar salvo imprevistos. Para estancias más largas, como en verano, llevo ropa para una semana para no tener que estar todo el día lavando.

Conjuntos enteros e indivisibles

Esto significa que por cada niña llevo siete conjuntos completos para cada día de playa o piscina. Ni más, ni menos. No llevo camisetas sueltas, ni calcetines que no peguen con nada, ni pantalones a gogó. Siete conjuntos de la cabeza a los pies. Sin más.

Además de los siete conjuntos diurnos llevo cuatro conjuntos nocturnos para los días que salimos a cenar con ellas, al cine o a la verbena, y las quiero llevar relimpias.

Esto exige la disciplina suficiente para dejar en casa ropa que podrían ponerse pero que excede el cupo de conjuntos por barba.

El Pantone en formación marcial

Para poder identificar más fácilmente a las niñas entre las muchedumbres veraniegas elijo para las cuatro conjuntos en tonos similares cada día. Así un día sólo tengo que perseguir bultos rojos y otro bultos verdes. Parece que no, pero cuando el número de niños incrementa, puede resultar muy útil.

Además tiene la ventaja de que vas llenando lavadoras de tonos uniformes y no te juntas con media lavadora de blancos, cuarto y mitad de oscuros y la parte proporcional de rojos.

Ropa de baño y otras minorías étnicas

En este epígrafe de nuestro equipaje debemos ser especialmente parcos, sobretodo si practicamos el veraneo habitual a cuarenta grados en las playas nacionales. Un niño necesita al día un máximo de dos bañadores. Para empezar porque pasará muy poco tiempo fuera del agua y, cuando esté fuera, con estos calores los bañadores se secan en un abrir y cerrar de ojos. Para ir sobrados llevamos tres bañadores por niña. No más.

A la ropa interior que tan poco se utiliza en verano le doy un uso triple como ropa de andar por casa y pijama-camisón. Las niñas duermen en braguitas y camiseta interior de tirantes. Si comemos en casa también les pongo la braguita y la camiseta para comer y dormir la siesta y así el conjunto diario me aguanta limpio para la tarde. Siete braguitas con sus siete camisteas que no abultan nada me hacen el apaño divinamente. Ni camisones ni batines de guatiné.

Calzado y otros bultos

Si hay algo que abulta en una maleta es el calzado. Llevar zapatos que combinen con cada modelito es un lujo que una madre de familia numerosa no se puede permitir. Mis niñas pasan el verano con unas menorquinas blancas que les quedan la mar de monas con pantalón, falda, vestido o lo que se tercie y unas chanclas de piscina.

Añado también una gorra y un par de gafas de sol por miembro de la familia.
Ropa de abrigo y otros por si acasos

Cierto es que a veces en verano refresca un poco por las noches. Si usted veranea por el norte a este apartado deberá dedicarle un poco más de espacio para el chubasquero, el pantalónn largo y un par de jerseys.

Pero para todos los aversos al riesgo meteorológico que nos lanzamos a los litorales mediterráneos, con una chaqueta blanca que pega con todo nos basta y nos sobra para todo el veraneo. Uno de cada dos veranos no llego a sacarlas del armario.

En el neceser sólo necesidades

Otro bulto que puede llegar a cobrar vida propia si no andamos con ojo es el neceser, esa suerte de cajón desastre que llenamos de cremas, geles, medicinas y toda suerte de cosas que seguro te venden en el súper de la playa al mismo precio.

Nosotros, por decreto ley, no transportamos nada que se pueda comprar en destino. Además, para evitar acabar el verano con medio millón de botes a medio usar convertimos la belleza en un tema familiar. A nadie le pasa nada por ducharse un par de semanas con gel infantil, darse la crema de sol 50+ del bebé o desenredarse el pelo con uno de esos sprays anti tirones.

En cuanto a las medicinas, sólo aquellas específicas si alguna de nuestras criaturas tiene alguna necesidad especial, un termómetro y un bote de ibuprofeno o paracetamol que todo lo cura. Para otras urgencias siempre habrá una farmacia de guardia.

Mi consejo es que no lleven un neceser por persona sino uno familiar, así se darán cuenta de la cantidad de artilugios que solemos llevar duplicados.
Juguetes y otros elementos decorativos

Uno de los encantos de irse de vacaciones es precisamente cambiar de aires. Aunque nuestros niños sean muy de sus rutinas y sus cosas no pretendamos convertir el apartamento costero en una réplica exacta de nuestra vivienda habitual.

En verano los niños pasan poco tiempo en casa y necesitan pocos juguetes. Además, los cubos y las palas, hacen las veces de cocinita divinamente y nos sirven para la playa y la piscina. Con comprar un set en el primer kiosco que te encuentres ya tienes el ocio veraniego cubierto.

Con los libros, los cuadernos de refuerzo y demás material seamos realistas, si el niño se ha leído dos libros en todo el curso escolar no se va a leer cinco en las vacaciones. Guardemos siempre unas proporciones razonables.

Supongo que no hará falta recordarles que los elementos de flotación se transportan deshinchados y sin cajas.

Toallas y otros personajes non gratos

Las toallas son el enemigo número uno de cualquier viajero minimalista que se precie. Si usted no veranea en casa de familiares o amigos y se ve obligado a transportarlas es una faena, no se lo voy a negar. Yo me ciño a una megatoalla familiar y una pequeña por cada dos niños.

Para terminar mucho ojo con los por si acasos que pueden dar al traste con toda nuestra logística veraniega, hay que ceñirse siempre a lo justo y necesario. Y no se olviden, antes de viajar con niños pregúntese siempre ¿cuánto equipaje necesito realmente?