En las últimas semanas de gestación, muchas mujeres manifiestan un deseo repentino e irrefrenable de ultimar todos los preparativos antes de la llegada del bebé: organizan la casa, limpian todo bien, colocan las cosas del niño… Es lo que se conoce como “síndrome del nido”.
El « síndrome del nido» o « instinto de anidamiento» es un estado de hiperactividad característico del último tramo del embarazo es más frecuente entre las primerizas. También se da, de alguna forma, en los animales (antes de parir, las hembras suelen preparar el nido para acoger a la nueva camada).
¿Qué es el síndrome del nido?
No es más que un reflejo de la ansiedad de la futura madre ante lo que ya es inminente (el parto y la llegada del bebé).
El deseo de hacer cosas y de tenerlo todo a punto resulta tranquilizador y, además, distrae de los temores, lógicos que suelen surgir en el último mes.
Evita realizar grandes esfuerzos
Sin embargo, este no es el mejor momento para realizar grandes esfuerzos. Conviene que la embarazada descanse y no malgaste sus energías.
Sí es aconsejable revisar la canastilla y cerciorarse de que se dispone de lo imprescindible, pero la futura mamá debe procurar relajarse.
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lunes, 8 de octubre de 2012
Interpretando la temperatura basal
Uno de los métodos llamados naturales del control de la natalidad, es el de la temperatura basal. Se denomina de esta manera a la temperatura de la persona al despertar luego de haber dormido al menos 5 horas. La ovulación femenina modifica ligeramente esa temperatura, razón por la cual es un dato válido tanto para evitar el embarazo como para lograrlo.
Es por ello que cualquier mujer puede aprovechar muy bien el hecho de conocer su temperatura basal para utilizar esos datos a su favor, y cumpliendo sus deseos. Se debe tomar la temperatura ni bien te levantas, sin hablar ni moverte de la cama para nada, tampoco debes sacudir el termómetro para bajar el mercurio, nada de nada. Dejas todo listo a la noche, y si has dormido más de cuatro horas, tomas tu temperatura.
Durante la ovulación, se rompe un folículo y de él sale un ovocito hacia la trompa, el lugar donde se produce la fecundación. En cada ciclo solo hay una ovulación en torno al día 14 y dura unos minutos.
Tras la ovulación, ese folículo que liberó un ovocito produce hormonas y se vuelve amarillo, por eso se le llama cuerpo lúteo (en latín luteus significa amarillo). Entre esas hormonas está la progesterona, que eleva unas décimas la temperatura.
Si se produce embarazo, la temperatura se mantiene, caso contrario la temperatura basal baja y llega la regla. Es decir, la temperatura sube el día de la ovulación y se mantiene elevada en la segunda mitad del ciclo. Si no se produjo el embarazo, al final baja de repente.
Si detectas una elevación térmica un día, eso significa que has tenido la ovulación. Y si la temperatura basal baja de repente, eso significa que no estás embarazada.
Es por ello que cualquier mujer puede aprovechar muy bien el hecho de conocer su temperatura basal para utilizar esos datos a su favor, y cumpliendo sus deseos. Se debe tomar la temperatura ni bien te levantas, sin hablar ni moverte de la cama para nada, tampoco debes sacudir el termómetro para bajar el mercurio, nada de nada. Dejas todo listo a la noche, y si has dormido más de cuatro horas, tomas tu temperatura.
Durante la ovulación, se rompe un folículo y de él sale un ovocito hacia la trompa, el lugar donde se produce la fecundación. En cada ciclo solo hay una ovulación en torno al día 14 y dura unos minutos.
Tras la ovulación, ese folículo que liberó un ovocito produce hormonas y se vuelve amarillo, por eso se le llama cuerpo lúteo (en latín luteus significa amarillo). Entre esas hormonas está la progesterona, que eleva unas décimas la temperatura.
Si se produce embarazo, la temperatura se mantiene, caso contrario la temperatura basal baja y llega la regla. Es decir, la temperatura sube el día de la ovulación y se mantiene elevada en la segunda mitad del ciclo. Si no se produjo el embarazo, al final baja de repente.
Si detectas una elevación térmica un día, eso significa que has tenido la ovulación. Y si la temperatura basal baja de repente, eso significa que no estás embarazada.
Etiquetas: CONCEPCIÓN Y INFERTILIDAD, SALUD
¿Preguntarle a tu hijo si quiere tener un hermanito?
Llega un momento cuando tienes un hijo (o más) en el que la llamada de la selva vuelve y mamá siente que está preparada para traer un nuevo bebé a la manada. Los padres creo que no sentimos tanto esa necesidad corporal de bebé, ese instinto, sino que es una cosa más racional (yo quiero tener dos, yo quiero tener tres).
El caso es que cuando la pareja siente que falta una persona en casa, un nuevo bebé, y se plantea si tener o no otro hijo, siente la necesidad de preguntarle también al hermano mayor si aceptaría la llegada de un hermanito, hasta el punto que le preguntan: “¿Cariño, a ti te gustaría tener un hermanito?”. Y yo me pregunto, ¿es necesario preguntarle?
Si el niño es pequeño
Me lo pregunto porque hay madres que preguntan a niños pequeños, de 2 ó 3 años, que apenas son capaces de elegir entre ponerse una camiseta gris o una negra (en todo caso eligen la última que le enseñas un poco por solucionar la disyuntiva), sobre el futuro de esa familia y claro, una decisión tan importante no creo que deba dejarse en manos de un niño tan pequeño.
Vale, es cierto, la decisión final es siempre de los padres y no del niño de tres años (mal si así fuera), pero entonces, ¿por qué preguntarle? Si dice que sí parece que ha tenido que ver a la hora de buscar otro bebé pero, ¿y si dice que no? ¿Y si responde tajantemente que “para nada quiero un hermanito”?
Si el niño es más mayor
Si en cambio el niño es más mayor podría tener algo más de sentido (algo más, que no mucho más) preguntarle, porque ya es capaz de dar una respuesta razonada. Es un niño, es el hijo, es miembro de la familia y los padres pueden decidir darle voz.
En relación a darle voto, pues lo mismo que he dicho antes, no creo que un niño deba decidir si tener hermanos o no. Muchas veces los niños responden que no porque de repente imaginan a un ser más pequeño con grandes inquietudes tocando sus cosas y a sus padres repartiendo tiempo y recursos (o sea, juguetes y regalos) entre los dos y el mismo niño, con unos años más y con más ganas de compartir tiempo y juego, ser capaz de decir que “me habría gustado tener un hermano”.
Preguntar cuando ya no hay remedio
Esto también sucede. Papá y mamá han decidido tener un bebé y mamá queda embarazada. Entonces, para dar la noticia, se les ocurre hacer una pregunta: “Cariño, ¿te gustaría tener un hermanito?”. Claro, partimos de la base de que la mayoría de niños dicen que sí (lógico, vamos con una cara de felicidad en el rostro y con unos ojos tan abiertos y unas cejas tan elevadas que lo raro es que digan que no) y por eso preguntamos, para que nos diga “sí” y seguidamente le demos la sorpresa pero, una vez más, ¿y si responde que no? Es como el domingo por la noche cuando anuncias a tu hijo que mañana va al cole: “venga, vamos a dormir que mañana hay que ir al cole. ¿Te apetece ir al cole mañana?”. Y va el niño y dice que no, a lo que le respondemos “bueno, ya, pero hay que ir, así que a dormir”. Pues eso, para qué preguntas, ¿para crear una expectativa que nunca se cumplirá?
Pues me refiero a algo parecido, si resulta que el niño dice que no y tú estás casi acariciándote la barriga, pues a ver cómo le dices que “cariño, pues es que resulta que sí vas a tener un hermanito, ese que no quieres tener”. Pues para eso te lo evitas no haciendo la pregunta.
Dar la noticia y ya está
Mi sugerencia es que no preguntemos a los niños, porque tener o no tener un hijo es una decisión lo suficientemente importante como para que un niño pequeño, incapaz de valorar el asunto en toda su dimensión, nos dé su opinión. Si consideramos que sí nos interesa su opinión, pues debemos tener claro que podemos recibir un “no” como respuesta y si al final decidimos tenerlo tendremos que explicar muy mucho por qué, a pesar de que él no quería, hemos decidido finalmente tener otro hijo.
No sé, esto en el fondo es muy personal, claro. Yo a mis hijos les dejo decidir en muchísimas cosas del día a día y tienen mucha libertad para hacer lo que prefieran en cada momento (siempre que no falten el respeto de nadie), pero esto me parecen palabras mayores, una decisión que sólo los adultos deben tomar porque es cierto que un niño da muchas alegrías, pero también es cierto que da más trabajo, más responsabilidades y que requiere unos recursos y un tiempo que no todas las familias pueden ofrecer y esto es algo que sólo los papás pueden valorar.
El caso es que cuando la pareja siente que falta una persona en casa, un nuevo bebé, y se plantea si tener o no otro hijo, siente la necesidad de preguntarle también al hermano mayor si aceptaría la llegada de un hermanito, hasta el punto que le preguntan: “¿Cariño, a ti te gustaría tener un hermanito?”. Y yo me pregunto, ¿es necesario preguntarle?
Si el niño es pequeño
Me lo pregunto porque hay madres que preguntan a niños pequeños, de 2 ó 3 años, que apenas son capaces de elegir entre ponerse una camiseta gris o una negra (en todo caso eligen la última que le enseñas un poco por solucionar la disyuntiva), sobre el futuro de esa familia y claro, una decisión tan importante no creo que deba dejarse en manos de un niño tan pequeño.
Vale, es cierto, la decisión final es siempre de los padres y no del niño de tres años (mal si así fuera), pero entonces, ¿por qué preguntarle? Si dice que sí parece que ha tenido que ver a la hora de buscar otro bebé pero, ¿y si dice que no? ¿Y si responde tajantemente que “para nada quiero un hermanito”?
Si el niño es más mayor
Si en cambio el niño es más mayor podría tener algo más de sentido (algo más, que no mucho más) preguntarle, porque ya es capaz de dar una respuesta razonada. Es un niño, es el hijo, es miembro de la familia y los padres pueden decidir darle voz.
En relación a darle voto, pues lo mismo que he dicho antes, no creo que un niño deba decidir si tener hermanos o no. Muchas veces los niños responden que no porque de repente imaginan a un ser más pequeño con grandes inquietudes tocando sus cosas y a sus padres repartiendo tiempo y recursos (o sea, juguetes y regalos) entre los dos y el mismo niño, con unos años más y con más ganas de compartir tiempo y juego, ser capaz de decir que “me habría gustado tener un hermano”.
Preguntar cuando ya no hay remedio
Esto también sucede. Papá y mamá han decidido tener un bebé y mamá queda embarazada. Entonces, para dar la noticia, se les ocurre hacer una pregunta: “Cariño, ¿te gustaría tener un hermanito?”. Claro, partimos de la base de que la mayoría de niños dicen que sí (lógico, vamos con una cara de felicidad en el rostro y con unos ojos tan abiertos y unas cejas tan elevadas que lo raro es que digan que no) y por eso preguntamos, para que nos diga “sí” y seguidamente le demos la sorpresa pero, una vez más, ¿y si responde que no? Es como el domingo por la noche cuando anuncias a tu hijo que mañana va al cole: “venga, vamos a dormir que mañana hay que ir al cole. ¿Te apetece ir al cole mañana?”. Y va el niño y dice que no, a lo que le respondemos “bueno, ya, pero hay que ir, así que a dormir”. Pues eso, para qué preguntas, ¿para crear una expectativa que nunca se cumplirá?
Pues me refiero a algo parecido, si resulta que el niño dice que no y tú estás casi acariciándote la barriga, pues a ver cómo le dices que “cariño, pues es que resulta que sí vas a tener un hermanito, ese que no quieres tener”. Pues para eso te lo evitas no haciendo la pregunta.
Dar la noticia y ya está
Mi sugerencia es que no preguntemos a los niños, porque tener o no tener un hijo es una decisión lo suficientemente importante como para que un niño pequeño, incapaz de valorar el asunto en toda su dimensión, nos dé su opinión. Si consideramos que sí nos interesa su opinión, pues debemos tener claro que podemos recibir un “no” como respuesta y si al final decidimos tenerlo tendremos que explicar muy mucho por qué, a pesar de que él no quería, hemos decidido finalmente tener otro hijo.
No sé, esto en el fondo es muy personal, claro. Yo a mis hijos les dejo decidir en muchísimas cosas del día a día y tienen mucha libertad para hacer lo que prefieran en cada momento (siempre que no falten el respeto de nadie), pero esto me parecen palabras mayores, una decisión que sólo los adultos deben tomar porque es cierto que un niño da muchas alegrías, pero también es cierto que da más trabajo, más responsabilidades y que requiere unos recursos y un tiempo que no todas las familias pueden ofrecer y esto es algo que sólo los papás pueden valorar.
miércoles, 3 de octubre de 2012
El miedo al tratamiento causa estrés a las mujeres en terapias de fertilidad
Las técnicas de fertilidad tienen un fuerte impacto emocional para las mujeres que quieren tener hijos. Un estudio europeo sobre los países con mayor número de ciclos de reproducción asistida identifica qué aspectos de estos tratamientos contribuyen al estrés psicológico.
La incapacidad para concebir un hijo es extremadamente estresante para las mujeres que pretenden formar una familia. Así lo indica un estudio, publicado en la revista Human Reproduction, sobre pacientes de los cuatro países europeos con mayor número de ciclos de reproducción asistida: Francia, Alemania, Italia y España.
Las mujeres en tratamiento sufrieron mayor ansiedad relacionada con el sexo y emociones negativas, como impaciencia o frustración.
“La infertilidad produce un conjunto variado de emociones que influyen negativamente en áreas clave de la vida de las mujeres”, explicó a la agencia de noticas SINC Juan García Velasco, uno de los autores, que es director del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) y profesor titular de Obstetricia y Ginecología de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. “Se asocia con humor depresivo, ansiedad, rabia, desajuste cognitivo y baja autoestima”, continúa.
El trabajo no solo analiza el impacto emocional de la infertilidad en las mujeres sino que además identifica qué aspectos de la estimulación ovárica contribuyen al estrés físico y psicológico que tantas pacientes padecen.
Las 445 mujeres del estudio, de entre 18 y 44 años, habían tenido dificultades para concebir. Mientras que algunas no se habían sometido aún a tratamiento de fertilidad, otras lo estaban recibiendo o lo habían hecho en los últimos dos años. De ellas, casi un tercio se mostraron preocupadas desde el momento en que intentaron quedarse embarazadas y cerca de la mitad se habían sentido avergonzadas o que fallaban como mujeres.
Entre las mayores causas de estrés, destacan la ansiedad asociada a las inyecciones y al deterioro de la relación de pareja. En este sentido, las mujeres que reciben tratamiento se mantenían más cerca de su pareja (el 33% frente al 19%). La mayoría de las participantes sintió que su pareja la apoyaba, especialmente las que recibían terapia de fertilidad (un 63%).
Las mujeres en tratamiento dijeron tener mayor ansiedad relacionada con el sexo y emociones negativas, como impaciencia o frustración. Mientras que las que no estaban en tratamiento decían sentirse “confusas”, las sometidas a terapia se encontraban, en su mayoría, “vulnerables y exhaustas”.
A pesar de reconocer la limitación de la edad, el 68% de ellas nunca pensó que tendría problemas a la hora de concebir. Según García Velasco, “para disminuir los desafíos físicos y psicológicos de estos tratamientos sería necesario un protocolo de actuación con las mínimas inyecciones y con más información que disminuya el estrés y aumente la satisfacción del paciente”.
Dos años para iniciar el tratamiento
“La infertilidad puede afectar significativamente a la vida de las mujeres y las relaciones personales”, subraya García Velasco. “Sin embargo, a pesar del impacto negativo de la infertilidad, muchas de las mujeres que luchan para concebir no consultan a un médico”.
El deseo de esperar para ver si el embarazo ocurre de forma espontánea es el motivo principal de esperar dos años de media para iniciar un tratamiento. Para los autores, este retraso produce ansiedad y es fuente de arrepentimiento. Cerca del 58% piensa que esperó demasiado.
“Estos resultados muestran la necesidad de intervenciones educativas dirigidas a los miedos de los pacientes, que les preparen mejor para las exigencias del tratamiento y las emociones asociadas”, concluye.
La incapacidad para concebir un hijo es extremadamente estresante para las mujeres que pretenden formar una familia. Así lo indica un estudio, publicado en la revista Human Reproduction, sobre pacientes de los cuatro países europeos con mayor número de ciclos de reproducción asistida: Francia, Alemania, Italia y España.
Las mujeres en tratamiento sufrieron mayor ansiedad relacionada con el sexo y emociones negativas, como impaciencia o frustración.
“La infertilidad produce un conjunto variado de emociones que influyen negativamente en áreas clave de la vida de las mujeres”, explicó a la agencia de noticas SINC Juan García Velasco, uno de los autores, que es director del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) y profesor titular de Obstetricia y Ginecología de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. “Se asocia con humor depresivo, ansiedad, rabia, desajuste cognitivo y baja autoestima”, continúa.
El trabajo no solo analiza el impacto emocional de la infertilidad en las mujeres sino que además identifica qué aspectos de la estimulación ovárica contribuyen al estrés físico y psicológico que tantas pacientes padecen.
Las 445 mujeres del estudio, de entre 18 y 44 años, habían tenido dificultades para concebir. Mientras que algunas no se habían sometido aún a tratamiento de fertilidad, otras lo estaban recibiendo o lo habían hecho en los últimos dos años. De ellas, casi un tercio se mostraron preocupadas desde el momento en que intentaron quedarse embarazadas y cerca de la mitad se habían sentido avergonzadas o que fallaban como mujeres.
Entre las mayores causas de estrés, destacan la ansiedad asociada a las inyecciones y al deterioro de la relación de pareja. En este sentido, las mujeres que reciben tratamiento se mantenían más cerca de su pareja (el 33% frente al 19%). La mayoría de las participantes sintió que su pareja la apoyaba, especialmente las que recibían terapia de fertilidad (un 63%).
Las mujeres en tratamiento dijeron tener mayor ansiedad relacionada con el sexo y emociones negativas, como impaciencia o frustración. Mientras que las que no estaban en tratamiento decían sentirse “confusas”, las sometidas a terapia se encontraban, en su mayoría, “vulnerables y exhaustas”.
A pesar de reconocer la limitación de la edad, el 68% de ellas nunca pensó que tendría problemas a la hora de concebir. Según García Velasco, “para disminuir los desafíos físicos y psicológicos de estos tratamientos sería necesario un protocolo de actuación con las mínimas inyecciones y con más información que disminuya el estrés y aumente la satisfacción del paciente”.
Dos años para iniciar el tratamiento
“La infertilidad puede afectar significativamente a la vida de las mujeres y las relaciones personales”, subraya García Velasco. “Sin embargo, a pesar del impacto negativo de la infertilidad, muchas de las mujeres que luchan para concebir no consultan a un médico”.
El deseo de esperar para ver si el embarazo ocurre de forma espontánea es el motivo principal de esperar dos años de media para iniciar un tratamiento. Para los autores, este retraso produce ansiedad y es fuente de arrepentimiento. Cerca del 58% piensa que esperó demasiado.
“Estos resultados muestran la necesidad de intervenciones educativas dirigidas a los miedos de los pacientes, que les preparen mejor para las exigencias del tratamiento y las emociones asociadas”, concluye.
Etiquetas: CONCEPCIÓN Y INFERTILIDAD, SALUD
Insuficiencia venosa en el embarazo
Los cambios fisiológicos y hormonales del embarazo predisponen a la aparición de insuficiencia venosa, sumado a otros factores como los genéticos y hábitos de vida.
Es que a medida que avanza el embarazo y al llegar a las últimas semanas, el peso del útero dificulta el regreso de la sangre desde los capilares en zonas como piernas y glúteos, al corazón, propiciando que aparezcan várices.
Además, la presión de la cabeza del bebé en la zona inguinal, no ayuda demasiado en este sentido, pues aumenta la presión sobre los vasos sanguíneos. Algunas mujeres ya padecen desde antes síntomas de dificultades circulatorias como hinchazón, pesadez y hormigueo en las piernas que deben informar a su ginecólogo a fin de que esté alerta.
Es que en caso de que exista una insuficiencia venosa preexistente, hay protocolos de medicación que harán que se eviten las complicaciones más graves de esta patología, que son los trombos, o coágulos que viajan desde las piernas a los principales vasos sanguíneos del cuerpo en pulmones y corazón.
Del 30 al 40% de las embarazadas padece insuficiencia venosa, sin embargo no lo informan a su ginecólogo. Hormonas de la gestación como el lactógeno placentario, los estrógenos y la progesterona alteran el tejido conectivo de las venas. Es importante hacerlo, como también seguir determinadas medidas que ayudan a que este cuadro se revierta o bien a evitar complicaciones graves.
Los coágulos pueden presentarse, generalmente, al quinto día de dar a luz, por eso las mujeres medicadas deben continuar tomando lo recetado por su doctor.
Por ejemplo, no utilizar ropa ajustada, y en caso de trabajar muchas horas en la misma posición, es importante mover las piernas cada hora durante unos minutos para activar la circulación.
También, hacer ejercicio, beber suficiente agua y comer muchas frutas y verduras ayuda a que la sangre sea más fluida y se estimula la circulación. También hay que controlar el aumento de peso en la gestación y dormir del lado izquierdo si se prefiere dormir de lado, para no comprimir la vena cava.
En casos que lo requieren, el médico puede indicar venotónicos naturales para fortalecer las venas, y el uso de medias de elastocompresión graduadas durante el día.
Es que a medida que avanza el embarazo y al llegar a las últimas semanas, el peso del útero dificulta el regreso de la sangre desde los capilares en zonas como piernas y glúteos, al corazón, propiciando que aparezcan várices.
Además, la presión de la cabeza del bebé en la zona inguinal, no ayuda demasiado en este sentido, pues aumenta la presión sobre los vasos sanguíneos. Algunas mujeres ya padecen desde antes síntomas de dificultades circulatorias como hinchazón, pesadez y hormigueo en las piernas que deben informar a su ginecólogo a fin de que esté alerta.
Es que en caso de que exista una insuficiencia venosa preexistente, hay protocolos de medicación que harán que se eviten las complicaciones más graves de esta patología, que son los trombos, o coágulos que viajan desde las piernas a los principales vasos sanguíneos del cuerpo en pulmones y corazón.
Del 30 al 40% de las embarazadas padece insuficiencia venosa, sin embargo no lo informan a su ginecólogo. Hormonas de la gestación como el lactógeno placentario, los estrógenos y la progesterona alteran el tejido conectivo de las venas. Es importante hacerlo, como también seguir determinadas medidas que ayudan a que este cuadro se revierta o bien a evitar complicaciones graves.
Los coágulos pueden presentarse, generalmente, al quinto día de dar a luz, por eso las mujeres medicadas deben continuar tomando lo recetado por su doctor.
Por ejemplo, no utilizar ropa ajustada, y en caso de trabajar muchas horas en la misma posición, es importante mover las piernas cada hora durante unos minutos para activar la circulación.
También, hacer ejercicio, beber suficiente agua y comer muchas frutas y verduras ayuda a que la sangre sea más fluida y se estimula la circulación. También hay que controlar el aumento de peso en la gestación y dormir del lado izquierdo si se prefiere dormir de lado, para no comprimir la vena cava.
En casos que lo requieren, el médico puede indicar venotónicos naturales para fortalecer las venas, y el uso de medias de elastocompresión graduadas durante el día.
Retomar el ejercicio después del parto: Cómo y cuándo
Hacer ejercicio es una actividad gratificante que con toda seguridad estarás deseando retomar poco después del parto, pero es muy importante hacerlo de una forma segura y adecuada, por eso en nuestro especial Cuidados Postparto que estrenamos hoy, vamos a empezar por contarte algunas pautas sobre cómo y cuándo es mejor ponernos en forma.
Sin prisa, pero sin pausa. Si progresamos de forma gradual evitaremos riesgos y podemos conseguir, aunque tardemos algo más, muy buenos resultados.
Caminar, tu mejor aliado
Tanto si estabas acostumbrada a hacer deporte como si vas a animarte por primera vez, salir a caminar te ayudará a recuperarte y disminuir las molestias del postparto sin hacer un esfuerzo excesivo para el que tu cuerpo todavía no está preparado.
Hay que empezar por un ritmo pausado y espaciar las salidas en días alternos, con paseos de unos veinte minutos como máximo al principio. Conforme se vayan fortaleciendo los músculos ya irás aumentando el tiempo y el ritmo. También notarás como mejora la circulación de las piernas y que acumulas menos líquidos, lo cual supone un alivio considerable que te ayudará a seguir avanzando.
Es primordial aprender a escuchar bien el cuerpo (seguro que muchas ya lo habéis hecho durante el embarazo) y nunca obligarle a moverse más de lo que puede. Ante la duda, sobre todo durante la cuarentena es mejor pecar por defecto que por exceso, tenemos toda una vida por delante para recuperar la figura y en estos momentos tan delicados un ejercicio inadecuado puede incluso causarnos incontinencia.
Además pasear es una actividad que también beneficia al bebé, mejora sus sistema inmunológico, estimula sus sentidos y es una manera genial de salir los dos a tomar el aire y pasar un buen rato juntos, mientras empiezas poco a poco a quemar calorías.
Segundo paso, fortalecer la zona pélvica
Pasados los primeros cuarenta días aproximadamente y antes de que comiences a practicar ejercicios aeróbicos más intensos o de tonificación (como el resto siempre de forma progresiva) hay que dedicar un tiempo a fortalecer la zona pélvica.
La opción más conocida es mediante los ejercicios de Kegel, que seguramente ya habrás practicado durante el embarazo, pero también hay otros ejercicios que podemos ir incorporando a nuestra rutina como los que nos recomendó Mercedes Blanquet, presidenta de la Asociación de Fisioterapeutas Españoles del Suelo Pélvico o cuatro variantes sencillas para practicar con la ayuda de un fitball.
Como todavía es pronto para acudir al gimnasio también podemos practicar en casa si conocemos la técnica rutinas suaves de yoga o pilates, centrándonos más en la respiración e ir adquiriendo mejor postura corporal y no tanto en trabajar abdominales o glúteos, que es mejor reservar para un poquito más adelante.
Con paciencia, cariño y una buena aptitud para aceptar y valorar los cambios que vas notando en tu cuerpo, seguro que consigues no solo verte mejor si no también ganar en salud y llenarte de la energía necesaria que tu nueva situación requiere. ¿Te animas a empezar?
Sin prisa, pero sin pausa. Si progresamos de forma gradual evitaremos riesgos y podemos conseguir, aunque tardemos algo más, muy buenos resultados.
Caminar, tu mejor aliado
Tanto si estabas acostumbrada a hacer deporte como si vas a animarte por primera vez, salir a caminar te ayudará a recuperarte y disminuir las molestias del postparto sin hacer un esfuerzo excesivo para el que tu cuerpo todavía no está preparado.
Hay que empezar por un ritmo pausado y espaciar las salidas en días alternos, con paseos de unos veinte minutos como máximo al principio. Conforme se vayan fortaleciendo los músculos ya irás aumentando el tiempo y el ritmo. También notarás como mejora la circulación de las piernas y que acumulas menos líquidos, lo cual supone un alivio considerable que te ayudará a seguir avanzando.
Es primordial aprender a escuchar bien el cuerpo (seguro que muchas ya lo habéis hecho durante el embarazo) y nunca obligarle a moverse más de lo que puede. Ante la duda, sobre todo durante la cuarentena es mejor pecar por defecto que por exceso, tenemos toda una vida por delante para recuperar la figura y en estos momentos tan delicados un ejercicio inadecuado puede incluso causarnos incontinencia.
Además pasear es una actividad que también beneficia al bebé, mejora sus sistema inmunológico, estimula sus sentidos y es una manera genial de salir los dos a tomar el aire y pasar un buen rato juntos, mientras empiezas poco a poco a quemar calorías.
Segundo paso, fortalecer la zona pélvica
Pasados los primeros cuarenta días aproximadamente y antes de que comiences a practicar ejercicios aeróbicos más intensos o de tonificación (como el resto siempre de forma progresiva) hay que dedicar un tiempo a fortalecer la zona pélvica.
La opción más conocida es mediante los ejercicios de Kegel, que seguramente ya habrás practicado durante el embarazo, pero también hay otros ejercicios que podemos ir incorporando a nuestra rutina como los que nos recomendó Mercedes Blanquet, presidenta de la Asociación de Fisioterapeutas Españoles del Suelo Pélvico o cuatro variantes sencillas para practicar con la ayuda de un fitball.
Como todavía es pronto para acudir al gimnasio también podemos practicar en casa si conocemos la técnica rutinas suaves de yoga o pilates, centrándonos más en la respiración e ir adquiriendo mejor postura corporal y no tanto en trabajar abdominales o glúteos, que es mejor reservar para un poquito más adelante.
Con paciencia, cariño y una buena aptitud para aceptar y valorar los cambios que vas notando en tu cuerpo, seguro que consigues no solo verte mejor si no también ganar en salud y llenarte de la energía necesaria que tu nueva situación requiere. ¿Te animas a empezar?
martes, 25 de septiembre de 2012
10 cosas que no sabías de tu bebé
Los bebés son tiernos, dulces, divertidos… y sorprendentes. Te contamos algunas curiosidades sobre los bebés que nos encantan.
Diez curiosidades sobre bebés
En los nueve meses que hay entre la concepción y el nacimiento, el peso del bebé se duplica 3.000 millones de veces.
- Entre el nacimiento y los dos años de vida, el niño cuadruplica su tamaño.
- El cerebro de un recién nacido supone el 10 por ciento del total del peso de su cuerpo (en los adultos supone el 2 por ciento).
- El corazón de los recién nacidos late mucho más deprisa (entre 130-160 pulsaciones/ minuto) que el de los adultos (70-80 latidos/ minuto).
- El bebé humano es el único ser vivo que sonríe intencionadamente a sus padres.
- El pie del recién nacido viene a ser la tercera parte del pie que tendrá de adulto, y al año ya es casi la mitad.
- Durante los primeros días de vida, los bebés lloran sin lágrimas, ya que aún tienen cerrados los conductos lagrimales.
- Todos los bebés estornudan para limpiar sus vías respiratorias. Eso no significa que estén resfriados.
- El sentido más potente en los bebés es el olfato. De hecho, reconocen a su madre por su olor.
- Sea cual sea la fecha de nacimiento de tu hijo, compartirá el día de su cumpleaños con otros 9 millones de personas en el planeta.
Diez curiosidades sobre bebés
En los nueve meses que hay entre la concepción y el nacimiento, el peso del bebé se duplica 3.000 millones de veces.
- Entre el nacimiento y los dos años de vida, el niño cuadruplica su tamaño.
- El cerebro de un recién nacido supone el 10 por ciento del total del peso de su cuerpo (en los adultos supone el 2 por ciento).
- El corazón de los recién nacidos late mucho más deprisa (entre 130-160 pulsaciones/ minuto) que el de los adultos (70-80 latidos/ minuto).
- El bebé humano es el único ser vivo que sonríe intencionadamente a sus padres.
- El pie del recién nacido viene a ser la tercera parte del pie que tendrá de adulto, y al año ya es casi la mitad.
- Durante los primeros días de vida, los bebés lloran sin lágrimas, ya que aún tienen cerrados los conductos lagrimales.
- Todos los bebés estornudan para limpiar sus vías respiratorias. Eso no significa que estén resfriados.
- El sentido más potente en los bebés es el olfato. De hecho, reconocen a su madre por su olor.
- Sea cual sea la fecha de nacimiento de tu hijo, compartirá el día de su cumpleaños con otros 9 millones de personas en el planeta.
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