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martes, 15 de enero de 2013

Acariciar al recién nacido sana los efectos del estrés en el embarazo

Las emociones que vive la madre durante el embarazo afectan de una u otra forma al bebé en gestación. Al vivir una situación estresante, su organismo reacciona liberando hormonas que llegan al bebé a través de la placenta, lo cual se asocia con diversas alteraciones en su desarrollo.

Pero una investigación reciente acaba de revelar que este efecto podría revertirse, pues acariciar al recién nacido sana los efectos del estrés en el embarazo. Las caricias maternas durante las primeras semanas de vida tienen un efecto tan poderoso sobre el bebé que pueden modificar los efectos del estrés tras el nacimiento.

Cuando el estrés de la madre se acumula y alcanza un alto grado en el embarazo, afecta a la mujer y por supuesto también al bebé, siendo capaz de alterar la forma en la que el niño responda a situaciones de estrés en el futuro.

Provoca cambios a nivel fisiológico, haciendo que se produzca una reducción de la actividad futura de los genes dedicados a generar una respuesta ante el estrés.

Se ha asociado el estrés que sufre la madre en el embarazo al hecho de que algunos niños presentan una mayor susceptibilidad a mostrar más miedo o enfado ante situaciones que no pueden controlar, relacionado a anomalías en la conducta y trastornos de ansiedad en la adolescencia y en la adultez.

El poder de las caricias

Pero investigadores británicos han estudiado el comportamiento de las madres y sus hijos que han participado en Estudio Wirral sobre Salud y Desarrollo Infantil para determinar que las caricias podrían modificar la actividad genética.

Observaron que las relaciones entre los síntomas de la depresión durante el embarazo y las emociones infantiles posteriores de miedo y enfado, así como la respuesta cardiaca ante el estrés a los siete meses, varían en función de la frecuencia con la que la madre hubiese acariciado al bebé en la cabeza, la espalda, las piernas y los brazos durante las primeras semanas de vida.

El estudio contínua en marcha porque pretenden averiguar si las caricias maternas siguen influyendo en posteriores etapas del desarrollo.

Las caricias de mamá tienen un efecto sorprendente sobre los hijos, fundamentalmente durante los primeras semanas de vida en los que se establece entre ambos una relación de apego muy especial. Tanto que son capaces de sanar los efectos del estrés en el embarazo.

miércoles, 9 de enero de 2013

Caries en niños: aprende a prevenirlas

Aunque no es muy frecuente, algunos niños tienen caries en sus primeras piezas dentales. Se producen por un contacto prolongado de los dientes con la leche o con alimentos muy azucarados. Pero, no te preocupes: con los cuidados adecuados se pueden prevenir.

Las bacterias utilizan los azúcares que quedan en los dientes como fuente de energía para formar ácidos que empiezan destruyendo el esmalte dental y siguen con la dentina. Eso termina produciendo una caries que puede llegar a provocar la pérdida de la pieza.

La leche materna es menos peligrosa para los dientes que otros alimentos, porque tiene componentes que disminuyen el crecimiento de las bacterias y la producción de ácido, pero el riesgo de formación de caries puede aumentar si se alterna con otras comidas o con bebidas azucaradas.

Cómo prevenirlas
  • Limpia con una gasita los dientes y las encías del bebé (incluso aunque no le haya salido ninguna pieza) después de cada comida.
  • No le ofrezcas biberones que contengan líquidos muy azucarados, ni chuches o alimentos que tengan mucho azúcar.
  • Evita que se duerma con el biberón en la boca.
  • Nunca untes el chupete con miel, azúcar o sirope para tranquilizarle.
  • A partir del primer año ya se puede usar un cepillo de dientes con cerdas suaves especial para bebés,

La leche materna contiene más de 700 bacterias y la función que cumplen es un misterio

Es curioso darnos cuenta de que la leche materna, que es el alimento que hemos tomado los humanos durante miles y miles de años, lleva implícitos aún muchos misterios que esperan ser desvelados.

Un estudio reciente realizado por un grupo de investigadores del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC) y del Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP-GVA) ha desvelado que la leche materna contiene más de 700 bacterias, algo que nos deja boquiabiertos a más de uno, y los autores reconocen que aún no saben cuál es el papel que juega semejante variedad de bacterias en la salud del lactante.

El estudio, que se ha publicado en el “American Journal of Clinical Nutrition”, se ha hecho mediante una técnica basada en la secuenciación masiva de ADN que les ha permitido identificar las diferentes bacterias de varias muestras de calostro y de leche madura.

Para hacer las pruebas analizaron muestras de calostro y de leche después de uno y seis meses de lactancia y encontraron las más de 700 bacterias mencionadas, que resultaron ser bastantes más de las esperadas por los investigadores.

Las bacterias más presentes en las muestras de calostro son: weissella, leuconostoc, staphylococcus, streptococcus y lactococcus. En la leche madura, además, se hallaron bacterias típicas de la boca como veillonella, leptotrichia y prevotella. Esto es algo que los autores no se atreven a explicar porque podrían ser bacterias que están en la boca por colonización de la leche y podría ser también que fueran bacterias de la boca del lactante que entraran en la leche materna para cambiar su composición.

No todas las mujeres tienen la misma leche

Los investigadores quisieron basar sus investigaciones en ver cómo variaba la composición de la leche entre las diferentes mujeres y en saber si el modo de dar a luz tenía también incidencia en ello.

Pues bien, observaron que la leche de las mujeres con sobrepeso y de las que ganaron más kilos de lo recomendable durante el embarazo contiene menor diversidad de especies y vieron también que la leche que producen las mujeres que dan a luz mediante cesárea programada es más pobre en microorganismos que la de las mujeres que dan a luz de manera vaginal. Curiosamente, cuando la cesárea no era programada, cuando se llevaba a cabo estando la mujer ya de parto, la composición de la leche resultó ser prácticamente igual que la de las mujeres con partos vaginales.

Mucho por descubrir

Ahora, después de conocer que el calostro y la leche materna están llenas de microorganismos y bacterias sólo nos falta saber qué función tienen. Si ya con lo poco que sabemos de la leche materna tenemos claro que no hay nada que pueda sustituirla, mayores conocimientos podrán ayudar aún más a tener claro que son muchos los esfuerzos que madres, padres y profesionales sanitarios tenemos que llevar a cabo para conseguir que toda mujer que quiera amamantar a sus hijos pueda hacerlo.

La exposición al polen predispone al asma en el niño

Un estudio encontró que una madre que se expone al polen en las etapas finales del embarazo, tendrá un hijo con mayor probabilidad de padecer asma temprana, de acuerdo a investigadores de la Universidad sueca de Umea.

Estudios anteriores encontraron que cuando los niños nacen en época de alto polen, presentan más tasas de alertas respiratorias. Se encontró ahora que la exposición ya desde el final de la gestación en el vientre materno, también aumenta las tasas de asma temprano.

La exposición a altos niveles de polen durante las últimas 12 semanas de embarazo aumentan considerablemente el riesgo de hospitalización por síntomas de asma en el primer año de vida del niño.

Una alta exposición al polen en mujeres embarazadas que padecen alergia puede afectar al desarrollo del sistema inmune del hijo.

Embarazadas con alergias importantes al polen pueden también padecer complicaciones y, a veces, dan a luz antes de lo esperado, lo que eleva la tasa de problemas respiratorios.

viernes, 4 de enero de 2013

Accidentes domésticos Qué hacer cuando un niño se traga algo

Nuestro pequeño ya camina y sigue llevándose todo a la boca: una combinación peligrosa que puede darnos más de un susto. Te contamos cómo hay que actuar cuando se traga un objeto.

Para nuestro hijo, el mundo es un lugar fascinante, lleno de cosas que tocar, chupar, morder y… si son lo bastante apetecibles, tragárselas sin más. Las monedas son de los manjares más solicitados, pero el menú también puede incluir juguetes pequeños, globos, trozos de revistas, jabón, plastilina… A los padres les preocupan estos accidentes domésticos, pero tranquiliza saber que, en el 80% de los casos, el objeto en cuestión pasa a través del sistema digestivo y se elimina sin más con las heces. Cuando se trata de objetos punzantes, tóxicos o el niño sufre un atragantamiento, hay que tomar medidas de seguridad.

Monedas

Es lo más común y también lo más sencillo de resolver. A los niños les fascinan estos objetos redonditos y brillantes. Como no tienen bordes ni aristas y son de pequeño tamaño, la mayoría pasan por el tracto intestinal sin más (sobre todo las que tienen menos de dos centímetros de diámetro) y se eliminan a las 24 o 36 horas con las heces.

¿Qué hacer si se las tragan?

A los papás les queda la ingrata tarea de buscar la moneda en sus deposiciones y, si no nos quedamos tranquilos (en muchos casos echan la moneda y ni la vemos o no se la habían tragado realmente), habrá que pedir cita con el pediatra, que irá siguiendo los movimientos de las moneda por el tubo digestivo con sucesivas radiografías. Y no hay que preocuparse porque estén sucias.

Pilas de botón

Están en un montón de artículos, entre ellos juguetes, y su ingesta se considera urgencia médica, ya que contienen sustancias tóxicas como mercurio, cinc o litio y, si se abren pueden producir una quemadura importante de la mucosa gástrica o esofágica.

¿Qué hacer si se las tragan?

En este caso, también cuando nuestro hijo se ha tragado un objeto punzante o cortante, como un palillo de dientes o una aguja, hay que acudir a urgencias para sacar el objeto peligroso lo más rápido posible.
Pastillas

Los niños son bastante aficionados a “automedicarse” cuando nos despistamos, ya que les suele gustar el sabor de los preparados especiales para ellos.

¿Qué hacer si se las tragan?

No suele ser un problema porque los medicamentos para los pequeños no están concentrados, pero sí hay que tener cuidado si ha tomado un preparado en forma de gotas (suele estar concentrado) o gran cantidad de ibuprofeno, que puede resultar tóxico para el hígado. En el caso de las pastillas de los mayores hay que tener más cuidado. Si el niño toma, por ejemplo, antidepresivos o los medicamentos para la diabetes de la abuela, puede ser peligroso.

Frutos secos

Este tipo de alimentos (sobre todo los cacahuetes y las pipas de girasol) deberían estar prohibidos en la dieta de los niños pequeños ya que, al no estar capacitados para triturarlos adecuadamente, se corre el riesgo de que pasen de la boca a las vías respiratorias, lo que puede provocar atragantamiento y, en un caso extremo, asfixia. Tampoco deberían consumir aceitunas con hueso, cerezas, chicles ni caramelos y, con precaución y bajo supervisión paterna, alimentos como jamón serrano, chorizo o salchichón (sobre todo con piel), calamares, pulpo o palomitas de maíz.

Síndrome de la tubería oxidada en la lactancia

Comentaremos en este post una de las complicaciones de la lactancia, aunque es una de las de más fácil resolución y que no suele revestir gravedad, aunque a las mamás – en especial si son primerizas o si no les ha ocurrido lo mismo con su anterior bebé – les puede causar impresión y preocupación. Se trata del síndrome de la tubería oxidada.

Se lo llama así ya que lo que ocurre es que sale un poco de sangre mezclada con la leche, sin que haya dolor o grietas, por eso es que muchas mamás realmente se asustan. Y porque además, la leche o el calostro adquieren un tono rosado o anaranjado, incluso marrón, por la propia presencia de sangre.

Lo importante es destacar que no hay de qué preocuparse, pues este síndrome es inocuo para la mujer y también para su bebé.

Se produce debido a que se produce una congestión vascular en las mamas, ya que durante el embarazo su tejido ha crecido rápidamente y se han extendido los vasos sanguíneos para irrigar precisamente ese tejido.

Es por ello que algunos vasos sanguíneos más delgados pueden romperse por presión de la misma leche producida o por la succión, pero en cualquier caso, no es nada preocupante. Desaparece por sí mismo al cabo de una semana, aunque claro que si esto no ocurre, o si se presentan nuevos síntomas, siempre podrás preguntarle a tu médico que te dirá que hacer.

Ten en cuenta además que las heces del bebé podrían presentar un color alterado en estos días, producto precisamente de que han tragado un poco de sangre, pero que no le hará nada malo. El síndrome es más habitual al comienzo de la lactancia.

Claro que además, de ninguna manera es motivo para suspender la lactancia, así que a no asustarse y a seguir amamantando al bebé, para que aproveche todos los beneficios.

Bebés y niños que duermen con la luz encendida, ¿más riesgo de miopía?

Es habitual en los países desarrollados que los bebés y los niños pequeños duerman con una luz de acompañamiento, cuando no con la luz principal. También son cada vez más habituales en estos países los casos de miopía ¿Existe alguna relación entre estos hechos? Tener encendida la luz por la noche, que puede ayudar a calmar al pequeño, podría tener consecuencias negativas para su salud.

Un estudio publicado hace años en la revista Nature, reseñado como “Keep your babies in the dark” (“Mantén a tus bebés en la oscuridad”) establecía una relación entre dormir habitualmente con la luz encendida entre el nacimiento y los dos años de edad y un incremento de la miopía.

A partir de una encuesta a los padres de 479 niños que asistían a su clínica de oftalmología pediátrica como pacientes ambulatorios, el doctor Richard A. Stone y sus colegas encontraron una fuerte relación entre la miopía y la exposición a la luz durante la noche en dichos bebés y niños.

La investigación, realizada por el Medical Center de la Universidad de Pensilvania y el Children’s Hospital de Filadelfia, indicaba que:
  • Un 10% de los niños de entre 2 y 16 años que habían dormido a oscuras hasta los dos años eran miopes en el momento de realizar el estudio.
  • Un 34% de los niños que habían dormido los dos primeros años de vida con la luz nocturna de un piloto tenue eran miopes.
  • Un 55% de los niños que habían dormido con una lámpara o una bombilla encendidas contrajeron miopía en edad adulta, cinco veces más que entre los niños que habían dormido en la oscuridad durante sus primeros años de vida.
La hipótesis para explicar estas cifras sería que el ojo se desarrolla sobre todo durante los primeros años de vida, y por lo tanto, es más vulnerable a la luz, por ello no existiría relación entre dormir con luz y miopía después de la edad de dos años y las cifras descienden según desciende la intensidad de la luz nocturna.

Los investigadores admiten que la búsqueda de una correlación entre la iluminación nocturna y la miopía posterior no significa que se haya encontrado una causa directa, y que no han descartado otros factores.

Por ejemplo, los niños que duermen en estancias iluminadas podrían llegar a ser miopes porque sus padres lo son (la propensión a la miopía de hijos de padres miopes es alta) y estos prefieren dejar las luces encendidas para que puedan ver a dónde van y no tener un accidente.

Pero según afirmaban en su estudio sí está claro que la ausencia de oscuridad en el sueño nocturno puede ser un importante factor de riesgo para el futuro desarrollo de un cuadro de miopía.

¿Podría se esta la explicación a que en el último siglo hayan aumentado tanto los casos de miopía en las poblaciones más desarrolladas? Hay datos que señalan que, especialmente entre la población asiática, la miopía supera el 70% (no obstante, solo un 1% de los niños del estudio eran de origen asiático).

¿Dejar luz o no mientras el bebé duerme?

Frecuentemente se hace referencia a este estudio (que data de 1999) para aconsejar a los padres que no mantengan luces encendidas cuando el bebé duerme.

De hecho los mismos investigadores recomendaban esta actuación como medida de precaución, al menos hasta que hubiera más estudios que corroboraran la relación, pero lo cierto es que han pasado años y no tenemos constancia de que se haya vuelto a estudiar el tema.

Los expertos aconsejan que los bebés pequeños no duerman totalmente a oscuras durante el día para no alterar su ritmo circadiano que se está formando, pero aquí estamos hablando de dormir por la noche.

Yo supongo que la razón principal para que dejemos una luz de acompañamiento es la comodidad a la hora de levantarnos por la noche a amamantar al bebé o a cambiarle el pañal, a calmarlo… sin tener que encender la luz principal, muy molesta a media noche.

Pero también es cierto que nosotros al final vimos que la luz no era necesaria (mis dos hijas durmieron en nuestra habitación los primeros meses) hasta que efectivamente tuviéramos que encenderla para ver qué le sucedía al bebé. Para dormirse, sí que tenían luz tenue, pero después la apagábamos.

Es decir, las niñas (y nosotros) dormíamos sin luz, pero teníamos a mano una luz piloto para cuando hiciera falta. Una luz suave, poco molesta, y lo suficientemente válida para movernos sin peligro, acomodarnos para darles de mamar o cambiar el pañal…

Ahora ambas duermen sin luz en su habitación, y cuando nos llaman o necesitamos verlas encendemos la luz del pasillo, indirecta, que no les molesta.

En definitiva, yo creo que lo principal es que los bebés y niños estén tranquilos a la hora de dormir y descansen lo mejor posible, pero no creo que ello dependa de tener o no encendida una luz por la noche (y menos toda la noche).

Si efectivamente las luces por la noche aumentan el riego de miopía en los niños, pensemos que lo mejor es que los pequeños nos tengan cerca, que sientan que estamos ahí y vamos cuando nos necesitan, esa es la mayor luz que les podemos dar, y además no conlleva ese probable riesgo de miopía.