-
-
-

martes, 30 de junio de 2009

Un buen sueño facilita un día tranquilo

El sueño es uno de esos factores que, de tan cotidianos, no les prestamos la suficiente atención. Se trata de un hábito corporal imprescindible y que repercute directamente en la actividad intelectual y física. Como todos los hábitos, aunque tenga componentes genéticos y de constitución (el niño puede ser más nervioso y activo o más tranquilo y reposado), hay un margen de adaptación que se basa en las rutinas y las ceremonias (las cosas que hacen los niños antes de ir a dormir).

Combinando la importancia que le damos a un buen descanso con algunos consejos para que sea lo más reparador posible, facilitaremos que nuestro hijo pueda desarrollar este hábito como un método eficaz para estar alerta durante el día y disfrutar del mundo que le rodea con todos sus sentidos sin que le genere estrés ni nerviosismo. Un buen sueño facilitará un día tranquilo.

En primer lugar, la rutina. La rutina es una estructura temporal que se repite de forma periódica, en este caso diariamente. Siempre que rompamos la rutina de un niño (por horarios o cambio del lugar de sueño), debemos ser conscientes de que nos arriesgamos a que se ponga más nervioso, descanse peor o tenga problemas de conducta. Esto no hay que tomarlo de forma exagerada: los niños son resistentes y aguantan que se les altere un poco el horario. Pero si se sobrepasa su límite se vuelven inquietos e intolerantes. Como ejemplo de esto, las vacaciones de verano o de navidad suelen dejarles un poco “descolocados” y parece que la vuelta a la normalidad es una garantía de estabilidad.

En cuanto a las ceremonias, las acciones previas al sueño suelen facilitar que el niño se vaya haciendo a la idea de que no puede seguir con el mismo rítmo y que tiene que descansar. El baño, poner el pijama, un cuento, beber un vaso de agua y un beso de los papas, es un ejemplo de ceremonia previa a meterse en la cama que puede facilitar esa acción tan incómoda para un niño que es dejar de jugar y meterse entre las sábanas para dormir.

Por último los factores ambientales: ruido y luz. En esta cuestión, recibí sugerencias de que no convenía en la siesta y en el sueño nocturno adaptar demasiado su cuarto, que tendrían un sueño frágil y luego no soportarían ni un ruido ni una luz. Mi opinión ahora es que lo natural es que un sueño protegido (en silencio y sin luz) es más reparador que uno tumbado en el sofá de la sala y con luz (por ejemplo). Lo que sí es importante es tratar de mantener ésto, es decir, que toda la familia se vaya a la cama más o menos en el mismo ciclo (por lo de los ruídos) y que se acostumbren a dormir a oscuras o con una luz tenue (como esas que se enchufan). Esto último de la luz parece tener relación con los ciclos circadianos que nos afectan como especie (estamos preparados genéticamente para dormir de noche, por lo que nos cuesta descansar profundamente de día). Y si no, que se lo pregunten a los profesionales que trabajan en turnos de noche.

Via: bebesymas