La educación de los hijos es sin duda una de las empresas más complejas que enfrenta el ser humano. por lado nos enfrentamos a lo que “no queremos repetir con nuestros hijos” porque desde pequeños hemos estado en desacuerdo con nuestros progenitores. Por el otro lado está lo que nos gustaría entregarles y que, al depender de factores externos no siempre es posible y, por el otro, la vertiente más compleja; la educación, establecimiento de límites, la transmisión de valores, pautas de comportamiento y hábitos de vida.
Es bien cierto que los adultos en ocasiones olvidamos que, nosotros estamos formados y que, si bien nuestras pautas de comportamiento pueden eventualmente verse modificadas como respuesta ante un estímulo determinado sin que ello conlleve ningún problema asociado, los niños son una esponja.
Los padres son el espejo donde, de forma permanente se miran los hijos y es este el motivo por el que prestar una atención especial al ejemplo que damos cuando estamos junto a nuestros hijos, es fundamental para su formación.
Desde la alimentación hasta la forma en la que se relacionan socialmente, los niños establecen sus patrones de conducta en primera instancia, por imitación con los roles materno y paterno.
Lograr dar un buen y sólido ejemplo de comportamiento y respuesta a nuestros hijos no sólo mejorará su autoestima, sino que les permitirá enfrentarse – en su elación con la sociedad- con unas pautas de comportamiento férreas lo que les ayudará a tomar decisiones acertadas y centradas en el respeto, la tolerancia por la diversidad y el autocuidado.
Nunca se olvide que, desde el momento en el que se convierte en padre… le están vigilando, todo lo que usted haga, como se comporte ante determinadas situaciones y la transmisión que, sobre la vida, haga a sus hijos, determinará positiva o negativamente, la personalidad de los niños.
El esfuerzo merece la pena…
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