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miércoles, 15 de mayo de 2013

Los niños pequeños saben compartir, pero no quieren hacerlo‏

El mundo infantil perfecto desde el punto de vista de los padres es aquel en que los niños juegan unos con otros dejándose sus cosas sin rechistar y jugando sin discusiones. La realidad en cambio suele ser muy diferente porque aunque haya muchos juguetes disponibles suele suceder que el juguete que quiere un niño es el que otro niño tiene en las manos, con el consiguiente intento de robo o robo y el inevitable enfado de la víctima.

Sucede y los padres debemos interceder, a veces con más acierto y a veces con menos, tratando de enseñarles algo que los niños ya saben, que hay que aprender a compartir. Digo que ya saben, no porque lo hagan, sino porque los niños pequeños saben hacerlo, aunque prefieren no hacerlo, tal y como explica una investigación.

Pero, ¿de verdad tienen que compartir?

Antes de entrar a hablar de la mencionada investigación quiero recordar mi parecer en lo que a compartir las cosas de cada uno se refiere. Si estamos hablando de juguetes que son de un niño, que le pertenecen, y aunque lo habitual es enseñarle a compartirlos, el que debe tener la última palabra es el niño. Si no quiere dejarlos no se dejan, y si un niño se los quita y él llora o se incomoda, debemos recuperarlo. Un niño no aprende nada positivo porque le digamos que no vamos a defender su juguete, sino que aprende a tolerar el que se lo quite otro niño, ni que sea para un rato.

No aprende nada positivo porque a medida que crezca no será ese el comportamiento habitual de nadie… ni los niños vendrán a quitarle sus cosas sin permiso, ni él se las dejará a alguien que no conozca. ¿Qué sentido tiene enseñarle a dejar cosas que no quiere dejar a desconocidos? Incluso si son conocidos, de igual modo que de mayor decidirá él sobre sus cosas, de pequeño debe poder hacerlo.

Hablemos de bienes comunes

Sin embargo, no estamos hablando de prestar algo, sino de compartir, del principio de justicia y equidad, de hacer lo que es lógico, y una investigación realizada en la Universidad de Harvard ha mostrado que los niños de tres y cuatro años ya saben ser justos y ecuánimes, saben repartir de manera equilibrada. Ahora bien, en el momento de la verdad, demuestran que prefieren no hacerlo.

Para hacer la investigación cogieron una muestra de niños de entre tres y ocho años y les preguntaron sobre cómo podrían repartir con unos niños unos adhesivos que les habían dado. En total les dieron cuatro adhesivos a cada uno y la pregunta que les hicieron es cuántos le darían a otro niño de su misma edad que no tiene ninguno.

Los niños más pequeños, los de tres y cuatro años, respondían que debían entregar dos adhesivos al otro niño, es decir, le darían dos y ellos se quedarían con otros dos. Sin embargo, cuando el niño en cuestión aparecía en escena pidiendo sus dos adhesivos el niño que los tenía todos decidía cambiar de estrategia y en vez de darle dos entregaban solo uno, quedándose con los tres restantes. Los niños de siete y ocho años, lógicamente, compartían las pegatinas de manera justa.

Cuando les preguntaban el por qué de su decisión, los mayores decían que porque eso era lo que tenían que hacer, lo justo. Los pequeños, en cambio, explicaban que habían sentido la necesidad de hacerlo así, es decir, que seguían el impulso de satisfacer sus propias necesidades.

Conclusiones de la investigación

Los investigadores concluyeron que, contrariamente a lo que se creía, los niños pequeños sí conocen algunas normas sociales y saben cómo repartir las cosas para que el resultado final sea justo. Pero al ver que luego hacían lo que les daba la gana en beneficio propio, se dieron cuenta de que la edad para llevarlas a cabo puede ser más elevada.

Los niños pequeños no piensan en el posible conflicto derivado de quedarse con alguna pegatina de más y los impulsos parecen llevarles a optar por un reparto desigual. Al crecer, en cambio, son más conscientes de las posibles consecuencias, son más racionales (y menos impulsivos) y son capaces de aceptar que los demás merecen tener lo mismo que ellos cuando se habla de un reparto que debe ser equitativo.

Así que cuando estéis explicando a vuestro hijo pequeño que algo que es para todos debe serlo realmente, debéis saber que lo entiende, que lo sabe, pero que de momento, y por si acaso, prefiere ser injusto en beneficio propio.