Hace unos días os traje una entrada en la que explicaba a los futuros padres que en el momento en que tuvieran a su hijo, y a medida que fuera creciendo, se iban a dar cuenta de que el amor que procede de los niños, el cariño que nos brindan, es el más puro, sincero y desinteresado que existe.
Lo hacen así porque son niños, pero los niños crecen, razonan y sienten, y de igual manera que aman, son capaces de sentir el amor de los demás, pero también el desamor. La mayoría de padres les queremos con locura, haríamos lo que fuera por ellos, pero muchos metemos la pata al mezclar churras con merinas, o dicho en cristiano, el amor con los actos, y caemos en la trampa de hacer un chantaje emocional que duele más de lo que creemos. Es el chantaje que les hacemos cuando les decimos “si (no) haces eso, papá no te va a querer”, algo que no deberíamos decirles nunca, jamás.
El amor no tiene que ver con el comportamiento
Ellos nos dan su cariño y su amor sin reservas. Quieren estar con nosotros a todas horas y quieren compartir sus vidas con nosotros. Si no fuera así, no llorarían al vernos salir de casa ni nos dirían esas frases que tan tristes nos ponen “pero, ¿por qué tienes que ir hoy a trabajar?”, a las que añaden “pues yo voy contigo al trabajo”. Nuestra obligación y responsabilidad es demostrarles también nuestro amor, quererles de igual modo, sin reservas y, sobretodo, sin que nuestro amor tenga nada que ver con su comportamiento.
No sé si alguna vez lo habéis dicho, pero seguro que más de una vez lo habéis oído. Un niño hace algo, o deja de hacerlo, y su padre, para tratar de conseguir el objetivo, que es que le haga caso, le dice que si hace algo, o si no lo hace, “papá no te va a querer”, mezclando el amor con los actos de los hijos.
¿Amor de quita y pon?
El amor no debe ofrecerse como recompensa (“te quiero mucho, porque has hecho lo que te he pedido”) ni debe restringirse a modo de amenaza, como en la frase mencionada. No debe hacerse así porque el amor y el cariño debe estar por encima de todas las cosas. Nuestros hijos deben saber que esto es inamovible, que les queremos y les querremos hagan lo que hagan. De hecho, es muy importante que lo sepan cuando todo va bien, y es muy importante que lo sepan cuando tenemos que actuar y hablar con ellos, cuando han hecho algo mal y les tenemos que corregir, cuando queremos que modifiquen algún comportamiento.
No quiero decir con esto que tengamos que decirles que les queremos y luego lo que nos molesta: “te quiero mucho, pero me gustaría que dejaras de hacer esto, porque si lo haces…”, sino simplemente no decir nada relacionado con el cariño o el amor en esos momentos. Al no decir nada no lo estamos tocando, ni para bien, ni para mal, no lo estamos mezclando con sus actos, ni con las consecuencias, ni con que todo acabe bien, mal o peor.
Si empezamos a mezclar amor con peticiones, si amenazamos con retirarlo o con darlo si hacen lo que queremos que hagan estaremos creando el amor de quita y pon, que no es más que un falso amor que se mueve por el interés y que no nace del corazón, sino de nuestra cabeza, de conseguir lo que queremos o de no conseguirlo. De igual modo que nosotros jugamos a amarles a intervalos, ellos también pueden acabar por utilizar el amor de quita y pon, ese en el que nos querrán si les complacemos, y no lo harán cuando no lo hagamos.
El amor debe ser intocable e imborrable
Es obvio que habrá muchos momentos en los que no sintonicemos con nuestros hijos, en los que ellos tiren para un lado y nosotros para el otro. Sucede a menudo, sucede entre los adultos, sucede entre los niños y sucede entre padres e hijos. Unas veces la discusión será un diálogo y otras veces uno de los dos perderá la paciencia y el diálogo acabará con uno de los dos queriendo zanjar el asunto con voces más altas. Es ley de vida, es aprendizaje, es negociar, es romper con todo para otro día quizás retomarlo y llegar a un acuerdo. Así se crece, así se negocia, así se enriquecen las dos partes, porque unas veces ceden unos y otras veces ceden otros.
Todo esto sucede y en todo ello no tiene que ponerse el amor en duda, nunca. Y digo nunca porque en más de una ocasión tendremos que decir “No” a nuestros hijos, y lo último que debe entender es que al decirles no les estamos dejando de querer. De igual modo, ellos no tienen que aprender que su cariño hacia nosotros puede ser frágil, como el que les hacemos entender que es el nuetro. No deben aprender a amar de manera condicional, porque entonces su amor ya no será puro, sino ese falso amor o cariño que mueve a tantos adultos que en sus relaciones personales sólo buscan el beneficio propio.
Su autoestima en peligro
La autoestima es la imagen que uno tiene de sí mismo, que tiene mucho que ver, pero mucho, con la imagen que los demás tienen de uno, o mejor dicho, tiene mucho que ver con cómo cree una persona que los demás le ven o cuán importante es para ellos.
No es lo mismo para un niño ser querido por sus padres y saberse querido, que ser querido y creer que ese amor pende de un hilo muy fino que cualquier día puede romperse. Esto resta confianza en uno mismo y hace vivir con miedo y con poca seguridad, porque como sabéis, los niños no siempre toman las mejores decisiones y en ocasiones meten la pata hasta el fondo, pero no siempre lo hacen con maldad.
Cuántos niños pensábamos de pequeño “no es justo” cuando nos castigaban por algo que habíamos hecho sin querer, o que habíamos hecho sin saber que estaba mal. De hecho, a veces nos castigaban por cosas que un día estaban bien, o no pasaba nada por hacerlas, y otro día, porque el criterio del adulto había cambiado, estaban mal. Actuaciones así nos desorientaban muchísimo. Pues imaginad qué hubiera sucedido si el querernos o dejarnos de querer hubiera ido entremezclado en ello.
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martes, 2 de abril de 2013
jueves, 28 de marzo de 2013
Los hermanos más solicitados por los niños
Cuando nuestro hijo piensa en un hermano, imagina a alguien que cubra una necesidad muy concreta. Con un hermano siempre hay alguien en casa para jugar y divertirse.
Además, las relaciones fraternas ofrecen a los pequeños la oportunidad de experimentar y aprender. Pero, ¿qué tipos de hermanos quieren nuestros hijos? Según las necesidades de los pequeños estos son algunos tipos de hermanos que demandan.
El hermanito para jugar
Lo más común, sobre todo entre los hijos únicos, es querer un hermanito para jugar. Se lo imaginan de su mismo sexo, estatura y gustos, alguien con quien compartir su día a día y sus juegos; un igual con quien establecer una relación muy diferente a la que tienen con papá y mamá. No hay que ser hijo único para desear un hermano, casi todos los pequeños de cada familia desean tener un hermano menor para jugar, sobre todo si existe distancia con los hermanos mayores.
Un hermano mayor
Como el mundo de los deseos no tiene límites, también son muchos los que quieren tener un hermano mayor. Esta petición, casi exclusiva de los abrumados hermanos mayores, manifiesta que en parte se sienten solos en su posición y necesitan comprensión, apoyo o a alguien que los defienda. Es un deseo más propio de las niñas que de los niños.
El hermano que complete el grupo
Clara y María no cejan en su esfuerzo. Creen que el bombardeo continuo y sin tregua tendrá sus frutos. Tienen 10 y 7 años, y quieren una hermana pequeña. Sienten que les falta alguien porque en casa de la vecina son tres, en casa de su amiga Laura también, y además saben que, cuantos más hermanos sean, mucho mejor. Por otra parte son niñas, les gustan los bebés y ¡quieren uno en casa! Tienen una imagen idílica de lo que supone cuidar del bebé, muy diferente a la que tiene su madre.
El hermano contra la oscuridad y el miedo
Muchos niños quieren un hermano para no dormir solos en esa habitación en la que se alargan las esquinas de noche. En cuanto se dan cuenta de las ventajas nocturnas, el hermano se convertirá inconscientemente en la compañía ideal para afrontar juntos las sombras y sonidos nocturnos. Y también los diurnos.
Además, las relaciones fraternas ofrecen a los pequeños la oportunidad de experimentar y aprender. Pero, ¿qué tipos de hermanos quieren nuestros hijos? Según las necesidades de los pequeños estos son algunos tipos de hermanos que demandan.
El hermanito para jugar
Lo más común, sobre todo entre los hijos únicos, es querer un hermanito para jugar. Se lo imaginan de su mismo sexo, estatura y gustos, alguien con quien compartir su día a día y sus juegos; un igual con quien establecer una relación muy diferente a la que tienen con papá y mamá. No hay que ser hijo único para desear un hermano, casi todos los pequeños de cada familia desean tener un hermano menor para jugar, sobre todo si existe distancia con los hermanos mayores.
Un hermano mayor
Como el mundo de los deseos no tiene límites, también son muchos los que quieren tener un hermano mayor. Esta petición, casi exclusiva de los abrumados hermanos mayores, manifiesta que en parte se sienten solos en su posición y necesitan comprensión, apoyo o a alguien que los defienda. Es un deseo más propio de las niñas que de los niños.
El hermano que complete el grupo
Clara y María no cejan en su esfuerzo. Creen que el bombardeo continuo y sin tregua tendrá sus frutos. Tienen 10 y 7 años, y quieren una hermana pequeña. Sienten que les falta alguien porque en casa de la vecina son tres, en casa de su amiga Laura también, y además saben que, cuantos más hermanos sean, mucho mejor. Por otra parte son niñas, les gustan los bebés y ¡quieren uno en casa! Tienen una imagen idílica de lo que supone cuidar del bebé, muy diferente a la que tiene su madre.
El hermano contra la oscuridad y el miedo
Muchos niños quieren un hermano para no dormir solos en esa habitación en la que se alargan las esquinas de noche. En cuanto se dan cuenta de las ventajas nocturnas, el hermano se convertirá inconscientemente en la compañía ideal para afrontar juntos las sombras y sonidos nocturnos. Y también los diurnos.
La comida chatarra puede volverse adictiva desde el vientre
Cuidar la dieta en el embarazo es importante para asegurar al bebé los nutrientes que necesita para desarrollarse con toda salud, pero además, para tratar de que a lo largo de su vida, se incline más fácilmente a la alimentación sana.
Es que un estudio encontró que aquellas mujeres que consumen la famosa “comida chatarra” durante el embarazo, producen un cambio en el cerebro de sus bebés que se traduce en una menor sensibilidad a las sustancias opiáceas, las cuales se liberan con el consumo de alimentos ricos en grasas. Esto significa que el niño nace con alta tolerancia a las comidas rápidas, por lo que tendrán mayor compulsión a ingerirla.
El estudio logró determinar que la adicción a la comida basura es real, ya que tiene sustancias que “se acopla a la química del cuerpo del mismo modo que lo hace el opio, la morfina o la heroína”, explicaron los investigadores.
“Los resultados de esta investigación nos permitirán informar mejor a las mujeres embarazadas sobre los efectos de su dieta en el desarrollo de sus bebés, así como el posible riesgo de contraer enfermedades metabólicas. Esperemos que esto les motive a escoger dietas saludables, ya que así tendrán niños sanos”, añadió Beberly Muhlhausler, del centro de investigación FoodPlus de la Universidad de Adelaide (Australia).
En un estudio realizado en ratas, se halló que la reducción de la ingesta de grasa y azúcar fue menos eficaz en las crías de madres alimentadas con comida con alto contenido en grasa, y su cría tenía más inclinación a ella.
Es que un estudio encontró que aquellas mujeres que consumen la famosa “comida chatarra” durante el embarazo, producen un cambio en el cerebro de sus bebés que se traduce en una menor sensibilidad a las sustancias opiáceas, las cuales se liberan con el consumo de alimentos ricos en grasas. Esto significa que el niño nace con alta tolerancia a las comidas rápidas, por lo que tendrán mayor compulsión a ingerirla.
El estudio logró determinar que la adicción a la comida basura es real, ya que tiene sustancias que “se acopla a la química del cuerpo del mismo modo que lo hace el opio, la morfina o la heroína”, explicaron los investigadores.
“Los resultados de esta investigación nos permitirán informar mejor a las mujeres embarazadas sobre los efectos de su dieta en el desarrollo de sus bebés, así como el posible riesgo de contraer enfermedades metabólicas. Esperemos que esto les motive a escoger dietas saludables, ya que así tendrán niños sanos”, añadió Beberly Muhlhausler, del centro de investigación FoodPlus de la Universidad de Adelaide (Australia).
En un estudio realizado en ratas, se halló que la reducción de la ingesta de grasa y azúcar fue menos eficaz en las crías de madres alimentadas con comida con alto contenido en grasa, y su cría tenía más inclinación a ella.
Diferentes tipos de epilepsia infantil
Según esto que hemos visto, podemos hablar de crisis parciales o focales cuando la crisis epiléptica tiene su comienzo en un área limitada del cerebro, pudiendo acompañarse de síntomas de tipo motor, sensoriales o psíquicos. Este tipo de crisis son las más frecuentes, y podemos dividirlas, a su vez, en:
Simples: son aquellas que ocurren sin ningún tipo de pérdida de la conciencia, pero si con alteraciones motoras o sensoriales, pudiendo ir acompañadas de sensaciones fóticas (relacionadas con la luz), gustativas, de calor o de hormigueo o adormecimiento.
Complejas: al contrario que las anteriores, y como consecuencia de una afectación de estructuras cerebrales más complejas, en este tipo de crisis sí existe pérdida de conciencia, acompañada o no de sensaciones de miedo, problemas de memoria o cognitivos, alucinaciones o movimientos involuntarios de diferentes partes del cuerpo.
Por otro lado nos encontramos con las crisis generalizadas, las cuales constituyen descargar que afectan a la vez a más de una zona concreta del cerebro, produciendo pérdida de la conciencia que en muchas ocasiones cursa junto a reacciones motoras anormales.
Pueden ser primarias, que es cuando las crisis epilépticas se presentan de forma simultánea por todo el cerebro, o secundarias que, por el contrario, es cuando la descarga se origina en una parte determinada del cerebro y posteriormente se va extendiendo al resto del cerebro.
Así mismo, pueden presentar o no trastornos motores mientras duran las crisis. En el caso de que se manifiesten estas descargas motoras podemos encontranos con diferentes tipos de alteraciones motoras, como por ejemplo las mioclonías masivas bilaterales, que consisten en sacudidas involuntarias de las extremidades de duración breve y que ocasionean movimientos violentos en el pequeño.
También pueden darse crisis clónicas, en las que el niño pierde la conciencia y se producen contracciones musculares que se repiten de forma rítmica, o crisis tónicas, donde existen contracciones tensas sostenidas en los músculos sin que se muevan.
Finalmente, dentro de las crisis convulsivas, también pueden darse las llamadas crisis tónico-clónicas, las cuales se conocen también con el nombre de “crisis de gran mal”. La duración de estas crisis oscila entre los 5 y 10 minutos, existiendo una pérdida total de la conciencia.
Se divide en dos fases, siendo la primera la fase tónica, la cual en alguna ocasión se da después de un dolor intenso en el abdomen y sensaciones de mareo. Se da una contracción intensa de todos los músculos del cuerpo, acompañada de una desviación de la mirada (al dar la crisis, los pequeños tienden a mirar hacia arriba), elevación de los brazos y espamos en la largine, lo que hace que se emitan diferentes gritos agudos e intensos (llamado “grito epiléptico”).
Después de esto llega la llamada fase clónica, durante la cual se producen varios movimientos convulsivos repetidos en brazos y piernas, así como incapacidad para controlar el pis. Después de esta fase, llega un breve periodo comatoso seguido de una fase de sueño tras la cual el niño se encuentra desorientado y confuso, con dolor de cabeza, muscular y dificultad para recordar lo ocurrido.
En el caso de que la crisis no curse con ningún tipo de descarga motora, podríamos encontrarnos crisis atónicas en las que se llevaría a cabo una pérdida de la conciencia y disminución del tono muscular, lo que ocasiona que el pequeño se desplome pudiendo producirle daños importantes debidos al impacto. Por otro lado, las crisis acinéticas tienen, igualmente, una pérdida del movimiento y hacen que el niño caiga al suelo, aunque no existe afectación del tono muscular.
Las ausencias, llamadas hasta hace poco “crisis de pequeño mal”, son muy características de la infancia y suelen desaparecer antes de los 15 años aproximadamente. Durante las ausencias disminuye la conciencia (pudiendo llegar incluso a suspenderse) durante unos 2-15 segundos.
Nos damos cuenta de que el niño está teniendo una ausencia porque deja de hacer lo que estaba haciendo, permanece quieto durante ese tiempo, y al concluir la crisis se encuentra desorientado. Pueden darse alteraciones como palidez de la piel, incapacidad para controlar el pis o la saliva.
Como podéis ver, al hablar de epilepsia no hablamos siempre de lo mismo, sino que existen diferentes tipos de epilepsia infantil que hacen que debamos tenerlo en cuenta a la hora de llevar a cabo el tratamiento más adecuado para cada caso.
sábado, 23 de marzo de 2013
Claves para entender a un niño de dos años
¡No hay quienes les comprenda! Quieren algo y luego lo desprecian, no contestan a preguntas simples, hacen lo contrario a lo que les decimos… No nos están desafiando. Simplemente, su razonamiento es diferente al de un adulto.
La forma de entender el mundo de un niño de dos años no tiene nada que ver con la de los mayores. A esta edad, los niños no tienen capacidad para ponerse en el lugar del otro, ni para calibrar bien las consecuencias de sus actos.
No muestra gratitud
No había forma de hacer entender a Alberto que el correpasillos de su primo no era suyo y cada visita a casa de los tíos se convertía en un drama. Sus padres le regalaron uno igual el día de su Santo como sorpresa. Pero cuando lo recibió no se inmutó. ¿Había perdido el interés?
¿Qué le pasa?
No es que Alberto esté descontento, es que está desconcertado por el nuevo sentimiento que empieza a conocer, ya sea agradecimiento o una alegría inmensa. A los dos años todavía no tienen la capacidad de ponerse en el lugar del otro, por lo que, por mucho esfuerzo que hayan puesto sus padres en encontrar un correpasillos idéntico al de su primo, no entiende que debe mostrarse agradecido.
Qué hacer
Nada, salvo esperar a que crezca para poder ver su alegría al lograr las cosas que desea muchísimo.
Desconoce qué es el castigo
Hoy toca estar revoltoso, y mamá y papá se están hartando. Para que Salvador cambie de actitud, le dicen: "¿Quieres quedarte sin ver Peppa Pig esta tarde?". Responde tranquilamente: "Sí". Llega la hora de los dibujos y mamá apaga la tele. Entonces, empieza a llorar desconsoladamente y pregunta por qué lo han hecho.
¿Qué le pasa?
No es que no distinga entre respuestas afirmativas y negativas, simplemente no calibra bien la dimensión del castigo y tampoco conoce sus consecuencias.
Qué hacer
Para evitar que luego se eche atrás, hay que hacer las cosas de inmediato. Así le será mucho más fácil entender la relación entre causa y consecuencia.
Solo contesta a preguntas concretas
Puede tirarse toda una tarde hablando, pero cuando mamá o papá le preguntan qué tal en la guardería, qué ha hecho esta tarde o cómo ha pasado el fin de semana con los abuelos, obtienen la callada por respuesta.
¿Qué le pasa?
Esta reacción bastante habitual en niños de dos años. Son preguntas con una respuesta muy poco concreta y le cuesta resumir todo lo que ha hecho o piensa. Al no saber por dónde empezar o qué priorizar, opta por callarse.
Qué hacer
Preguntas concretas del tipo: "¿Qué es lo que más te ha gustado del fin de semana?" o "¿Habéis jugado con los muñecos de los primos?" son mucho más fáciles de responder.
Un ¿qué? por respuesta
A pesar de que la virtud de todo padre que se precie es mantener la calma, a veces resulta difícil no llegar a la desesperación. Porque, vamos a ver, ¿quién es el santo que no salta cuando su hijo, sí o sí, responde por decimoquinta vez con un "¿qué?" a cualquier pregunta que se le formule?
¿Qué le pasa?
No es que esté intentando que papá y mamá rebasen el límite, simplemente pide tiempo muerto. Muchas veces está distraído cuando le preguntan, por lo que su atención no se fija al 100% en la persona que le está hablando. Por eso, ese continuo "¿qué?" es una forma de ganar tiempo para procesar lo que le han preguntado.
Qué hacer
La única opción es llamar su atención antes de preguntarle algo y, al hacerlo, hablarle despacio. Así el niño no tendrá necesidad de pedir ese tiempo muerto.
Le gusta transgredir los límites
A Jordi le encanta hacer guarraditas con la comida. Por eso, sus padres le han preguntado antes de darle la papilla si iba a jugar con ella. Su respuesta ha sido un "no" tajante. Acto seguido, ha metido la mano en el plato, se la ha restregado por la cara y ha escupido. ¿Les desafía?
¿Qué le pasa?
No, más bien está tanteando, le gusta trasgredir límites. Necesita probar dónde está la línea, es una especie de juego. Es su manera de sentirse reforzado y valorado.
Qué hacer
No queda más remedio que ignorar su mal comportamiento y prestarle atención cuando obedezca.
Busca nuestra atención
Cuando pide algo insistentemente y finalmente se lo damos, lo rechaza. Así que, cuando lo vuelve a pedir, lo más habitual es pensar que nuestro hijo tiene ganas de jugar con nosotros.
¿Qué le pasa?
Este comportamiento solo es una forma de intentar llamar la atención. Por eso, como lo que en realidad buscan es que estemos pendientes de ellos, no hace falta darles lo que nos piden.
Qué hacer
Cuando les prestemos la atención que buscan, hablando, escuchando o jugando con ellos, se olvidarán de lo que estaban reclamando porque, en realidad, ya lo tienen: que les tengamos presentes.
Quiere lo mismo una y otra vez
Nicolás solo quiere ver la película de Los Aristogatos. Y, además, pide que le repitan una y otra vez la misma escena. ¿Está obsesionado?¿La querrá ver hasta que se haga mayor?
¿Qué le pasa?
Puede que haya visto cientos de veces la misma peli, puede que se la sepa de memoria y que pensemos que hasta que cumpla los quince no se va a hartar de ella. Esa actitud es de lo más normal. Simplemente, la película cubre sus necesidades, conecta con su psicología, le hace reír y, claro está, eso le hace sentir bien.
Qué hacer
Nada. De repente, de un día para otro (y ese día no está lejos) dejará a los Aristogatos apartados en un rincón y no volverá a acordarse de ellos nunca más. Entonces... se aprenderá de memoria la siguiente película. No hay nada de malo en ello.
Y es tímido cuando quiere
Entre las faldas de mamá se sienten protegidos ante la perturbadora presencia de ese desconocido (que, además, probablemente querrá alzarlo, besarlo, zarandearlo... ).
¿Qué le pasa?
A los dos años, los niños empiezan a sentir timidez, un sensación que muchos no habían experimentado. Suele ocurrir en críos que por carácter son tímidos o que, aun sin serlo, no se han expuesto todavía a muchos "saraos" sociales. Además, algunos ya han experimentado lo que suele pasar cuando mamá se encuentra con una amiga: que le empieza a hacer monerías y no le deja en paz. Ni a él ni a su madre, que se pasa horas y horas (según su particular forma de apreciar el tiempo) hablando con esa desconocida.
Qué hacer
Para que no se sienta incómodo ante una persona que no conoce, tenemos que empezar por respetarle y no forzarle a mostrar conductas que no desea. Es posible que en unos minutos se le pase. Habrá que ofrecerle situaciones en las que pueda interactuar con otros niños y con sus padres.
La forma de entender el mundo de un niño de dos años no tiene nada que ver con la de los mayores. A esta edad, los niños no tienen capacidad para ponerse en el lugar del otro, ni para calibrar bien las consecuencias de sus actos.
No muestra gratitud
No había forma de hacer entender a Alberto que el correpasillos de su primo no era suyo y cada visita a casa de los tíos se convertía en un drama. Sus padres le regalaron uno igual el día de su Santo como sorpresa. Pero cuando lo recibió no se inmutó. ¿Había perdido el interés?
¿Qué le pasa?
No es que Alberto esté descontento, es que está desconcertado por el nuevo sentimiento que empieza a conocer, ya sea agradecimiento o una alegría inmensa. A los dos años todavía no tienen la capacidad de ponerse en el lugar del otro, por lo que, por mucho esfuerzo que hayan puesto sus padres en encontrar un correpasillos idéntico al de su primo, no entiende que debe mostrarse agradecido.
Qué hacer
Nada, salvo esperar a que crezca para poder ver su alegría al lograr las cosas que desea muchísimo.
Desconoce qué es el castigo
Hoy toca estar revoltoso, y mamá y papá se están hartando. Para que Salvador cambie de actitud, le dicen: "¿Quieres quedarte sin ver Peppa Pig esta tarde?". Responde tranquilamente: "Sí". Llega la hora de los dibujos y mamá apaga la tele. Entonces, empieza a llorar desconsoladamente y pregunta por qué lo han hecho.
¿Qué le pasa?
No es que no distinga entre respuestas afirmativas y negativas, simplemente no calibra bien la dimensión del castigo y tampoco conoce sus consecuencias.
Qué hacer
Para evitar que luego se eche atrás, hay que hacer las cosas de inmediato. Así le será mucho más fácil entender la relación entre causa y consecuencia.
Solo contesta a preguntas concretas
Puede tirarse toda una tarde hablando, pero cuando mamá o papá le preguntan qué tal en la guardería, qué ha hecho esta tarde o cómo ha pasado el fin de semana con los abuelos, obtienen la callada por respuesta.
¿Qué le pasa?
Esta reacción bastante habitual en niños de dos años. Son preguntas con una respuesta muy poco concreta y le cuesta resumir todo lo que ha hecho o piensa. Al no saber por dónde empezar o qué priorizar, opta por callarse.
Qué hacer
Preguntas concretas del tipo: "¿Qué es lo que más te ha gustado del fin de semana?" o "¿Habéis jugado con los muñecos de los primos?" son mucho más fáciles de responder.
Un ¿qué? por respuesta
A pesar de que la virtud de todo padre que se precie es mantener la calma, a veces resulta difícil no llegar a la desesperación. Porque, vamos a ver, ¿quién es el santo que no salta cuando su hijo, sí o sí, responde por decimoquinta vez con un "¿qué?" a cualquier pregunta que se le formule?
¿Qué le pasa?
No es que esté intentando que papá y mamá rebasen el límite, simplemente pide tiempo muerto. Muchas veces está distraído cuando le preguntan, por lo que su atención no se fija al 100% en la persona que le está hablando. Por eso, ese continuo "¿qué?" es una forma de ganar tiempo para procesar lo que le han preguntado.
Qué hacer
La única opción es llamar su atención antes de preguntarle algo y, al hacerlo, hablarle despacio. Así el niño no tendrá necesidad de pedir ese tiempo muerto.
Le gusta transgredir los límites
A Jordi le encanta hacer guarraditas con la comida. Por eso, sus padres le han preguntado antes de darle la papilla si iba a jugar con ella. Su respuesta ha sido un "no" tajante. Acto seguido, ha metido la mano en el plato, se la ha restregado por la cara y ha escupido. ¿Les desafía?
¿Qué le pasa?
No, más bien está tanteando, le gusta trasgredir límites. Necesita probar dónde está la línea, es una especie de juego. Es su manera de sentirse reforzado y valorado.
Qué hacer
No queda más remedio que ignorar su mal comportamiento y prestarle atención cuando obedezca.
Busca nuestra atención
Cuando pide algo insistentemente y finalmente se lo damos, lo rechaza. Así que, cuando lo vuelve a pedir, lo más habitual es pensar que nuestro hijo tiene ganas de jugar con nosotros.
¿Qué le pasa?
Este comportamiento solo es una forma de intentar llamar la atención. Por eso, como lo que en realidad buscan es que estemos pendientes de ellos, no hace falta darles lo que nos piden.
Qué hacer
Cuando les prestemos la atención que buscan, hablando, escuchando o jugando con ellos, se olvidarán de lo que estaban reclamando porque, en realidad, ya lo tienen: que les tengamos presentes.
Quiere lo mismo una y otra vez
Nicolás solo quiere ver la película de Los Aristogatos. Y, además, pide que le repitan una y otra vez la misma escena. ¿Está obsesionado?¿La querrá ver hasta que se haga mayor?
¿Qué le pasa?
Puede que haya visto cientos de veces la misma peli, puede que se la sepa de memoria y que pensemos que hasta que cumpla los quince no se va a hartar de ella. Esa actitud es de lo más normal. Simplemente, la película cubre sus necesidades, conecta con su psicología, le hace reír y, claro está, eso le hace sentir bien.
Qué hacer
Nada. De repente, de un día para otro (y ese día no está lejos) dejará a los Aristogatos apartados en un rincón y no volverá a acordarse de ellos nunca más. Entonces... se aprenderá de memoria la siguiente película. No hay nada de malo en ello.
Y es tímido cuando quiere
Entre las faldas de mamá se sienten protegidos ante la perturbadora presencia de ese desconocido (que, además, probablemente querrá alzarlo, besarlo, zarandearlo... ).
¿Qué le pasa?
A los dos años, los niños empiezan a sentir timidez, un sensación que muchos no habían experimentado. Suele ocurrir en críos que por carácter son tímidos o que, aun sin serlo, no se han expuesto todavía a muchos "saraos" sociales. Además, algunos ya han experimentado lo que suele pasar cuando mamá se encuentra con una amiga: que le empieza a hacer monerías y no le deja en paz. Ni a él ni a su madre, que se pasa horas y horas (según su particular forma de apreciar el tiempo) hablando con esa desconocida.
Qué hacer
Para que no se sienta incómodo ante una persona que no conoce, tenemos que empezar por respetarle y no forzarle a mostrar conductas que no desea. Es posible que en unos minutos se le pase. Habrá que ofrecerle situaciones en las que pueda interactuar con otros niños y con sus padres.
Semana 5 de embarazo
Si aún no has sentido los primeros síntomas de embarazo, es probable que los empieces a notar ahora, junto a la ausencia del periodo. Hinchazón e hipersensibilidad de las mamas, náuseas, deseo de miccionar con frecuencia, cansancio y somnolencia… son algunos de los signos de que estás embarazada.
Confirmar el embarazo
A estas alturas el aumento de los estrógenos, los altos niveles de progesterona y la presencia de la hormona del embarazo, la gonadotropina coriónica humana (hCG) son más evidentes en el organismo. La menstruación no ha llegado, con una semana de retraso (en ciclos regulares) es el momento de realizar el test de embarazo si es que aún no lo has hecho antes.
Hay mujeres que notan desde muy pronto el embarazo, instintivamente según algunas, o por los síntomas, pero a otras les puede costar unas semanas más notar estos signos y lo primero que perciben es la falta de la regla.
Si el test de embarazo lo confirma, se aproxima el momento de ir al ginecólogo para obtener la confirmación definitiva, aunque para el ultrasonido temprano en el embarazo que comprueba si hay embrión y si la implantación de este se ha producido correctamente suele realizarse en la semana 6 de embarazo, como veremos.
Es posible que en tu interior, en la semana 5 de embarazo, el embrión vaya creciendo y ya se encuentre en su tercera semana.
Semana 5 de embarazo
En esta semana el embrión tiene apenas tres semanas de edad (correspondientes a la semana 5 de embarazo) y mide alrededor de un milímetro de ancho y cuatro-cinco milímetros de largo. Ya empieza a tener partes más diferenciadas en su característica forma de “C”: se diferencia la parte de arriba y abajo, la izquierda y la derecha, la parte delantera y la trasera.
En esta etapa en el embrión se diferencian tres capas germinales o capas embrionales (hojas blastodérmicas), un conjunto de células formadas durante el desarrollo embrionario a partir de las cuales se originarán los tejidos y órganos del adulto.
El ectodermo es la capa más externa de células que rodea al embrión: forma la epidermis, el sistema nervioso central y periférico, la retina y otras estructuras (pelos, uñas, esmalte dental).
El endodermo es la capa más interna, que surge de la primera y forma los recubrimientos epiteliales de los conductos respiratorios y del aparato digestivo, incluyendo las glándulas que desembocan hacia el mismo. También vejiga, uretra, el hígado y páncreas.
El mesodermo se origina a través del proceso de mitosis del ectodermo; es una tercera capa de células, situada entre el ectodermo y el endodermo. Incluye las capas musculares lisas, tejido conjuntivo, vasos que riegan tejidos y órganos, células sanguíneas, parte del aparato cardiovascular, médula ósea y esqueleto, músculos estriados y los órganos reproductores y excretores.
Estamos en el periodo trilaminar, que se desarrolla en la tercera semana de gestación. Hacia el final de ella, cuando empieza a terminar el proceso de gastrulación, algunas células mesodérmicas darán origen a vasos sanguíneos en el interior de las vellosidades conformando así las vellosidades coriónicas terciarias.
Pronto estos vasos sanguíneos se conectarán con la circulación del embrión por medio de los vasos umbilicales, estableciéndose la circulación feto-placentaria: es el inicio del funcionamiento del sistema cardiovascular.
En las imágenes de embriones de esta edad gestacional ya se diferencian más características físicas. Por la espalda se aprecia una especie de cresta que, al cerrarse sobre sí misma, forma el tubo neuronal.
Este tubo es la parte del embrión a partir de la cual se forman el cerebro y la columna vertebral y se comienza a terminar de formar durante el primer mes de embarazo. Ahora la parte superior de este tubo se está expandiendo y aplastando para formar la parte frontal del encéfalo.
A los dos lados del tubo neuronal que recorre la espalda aparecen bloques de tejido llamados “somitas”. De ellos saldrán los músculos y otras estructuras corporales. La cresta neural dará lugar a numerosas cienas e importantes estructuras del embrión: células de Schwann, meninges, melanocitos, médula de la glándula suprarrenal o huesos.
En el centro del embrión aparece un abultamiento que pasará a ser el corazón, y ya se empiezan a desarrollar los primeros vasos sanguíneos. El embrión está encajado entre dos membranas protectoras y constituye el saco vitelino, una estructura en forma de globo que es donde están surgiendo las células sanguíneas del embrión.
Poco a poco, el embrión va tomando forma, y su desarrollo es imparable. En el primer trimestre, y lo veremos a lo largo de las próximas semanas del embarazo, los avances en el crecimiento del embrión son espectaculares y, para la mayoría, misteriosos y algo mágicos
Confirmar el embarazo
A estas alturas el aumento de los estrógenos, los altos niveles de progesterona y la presencia de la hormona del embarazo, la gonadotropina coriónica humana (hCG) son más evidentes en el organismo. La menstruación no ha llegado, con una semana de retraso (en ciclos regulares) es el momento de realizar el test de embarazo si es que aún no lo has hecho antes.
Hay mujeres que notan desde muy pronto el embarazo, instintivamente según algunas, o por los síntomas, pero a otras les puede costar unas semanas más notar estos signos y lo primero que perciben es la falta de la regla.
Si el test de embarazo lo confirma, se aproxima el momento de ir al ginecólogo para obtener la confirmación definitiva, aunque para el ultrasonido temprano en el embarazo que comprueba si hay embrión y si la implantación de este se ha producido correctamente suele realizarse en la semana 6 de embarazo, como veremos.
Es posible que en tu interior, en la semana 5 de embarazo, el embrión vaya creciendo y ya se encuentre en su tercera semana.
Semana 5 de embarazo
En esta semana el embrión tiene apenas tres semanas de edad (correspondientes a la semana 5 de embarazo) y mide alrededor de un milímetro de ancho y cuatro-cinco milímetros de largo. Ya empieza a tener partes más diferenciadas en su característica forma de “C”: se diferencia la parte de arriba y abajo, la izquierda y la derecha, la parte delantera y la trasera.
En esta etapa en el embrión se diferencian tres capas germinales o capas embrionales (hojas blastodérmicas), un conjunto de células formadas durante el desarrollo embrionario a partir de las cuales se originarán los tejidos y órganos del adulto.
El ectodermo es la capa más externa de células que rodea al embrión: forma la epidermis, el sistema nervioso central y periférico, la retina y otras estructuras (pelos, uñas, esmalte dental).
El endodermo es la capa más interna, que surge de la primera y forma los recubrimientos epiteliales de los conductos respiratorios y del aparato digestivo, incluyendo las glándulas que desembocan hacia el mismo. También vejiga, uretra, el hígado y páncreas.
El mesodermo se origina a través del proceso de mitosis del ectodermo; es una tercera capa de células, situada entre el ectodermo y el endodermo. Incluye las capas musculares lisas, tejido conjuntivo, vasos que riegan tejidos y órganos, células sanguíneas, parte del aparato cardiovascular, médula ósea y esqueleto, músculos estriados y los órganos reproductores y excretores.
Estamos en el periodo trilaminar, que se desarrolla en la tercera semana de gestación. Hacia el final de ella, cuando empieza a terminar el proceso de gastrulación, algunas células mesodérmicas darán origen a vasos sanguíneos en el interior de las vellosidades conformando así las vellosidades coriónicas terciarias.
Pronto estos vasos sanguíneos se conectarán con la circulación del embrión por medio de los vasos umbilicales, estableciéndose la circulación feto-placentaria: es el inicio del funcionamiento del sistema cardiovascular.
En las imágenes de embriones de esta edad gestacional ya se diferencian más características físicas. Por la espalda se aprecia una especie de cresta que, al cerrarse sobre sí misma, forma el tubo neuronal.
Este tubo es la parte del embrión a partir de la cual se forman el cerebro y la columna vertebral y se comienza a terminar de formar durante el primer mes de embarazo. Ahora la parte superior de este tubo se está expandiendo y aplastando para formar la parte frontal del encéfalo.
A los dos lados del tubo neuronal que recorre la espalda aparecen bloques de tejido llamados “somitas”. De ellos saldrán los músculos y otras estructuras corporales. La cresta neural dará lugar a numerosas cienas e importantes estructuras del embrión: células de Schwann, meninges, melanocitos, médula de la glándula suprarrenal o huesos.
En el centro del embrión aparece un abultamiento que pasará a ser el corazón, y ya se empiezan a desarrollar los primeros vasos sanguíneos. El embrión está encajado entre dos membranas protectoras y constituye el saco vitelino, una estructura en forma de globo que es donde están surgiendo las células sanguíneas del embrión.
Poco a poco, el embrión va tomando forma, y su desarrollo es imparable. En el primer trimestre, y lo veremos a lo largo de las próximas semanas del embarazo, los avances en el crecimiento del embrión son espectaculares y, para la mayoría, misteriosos y algo mágicos
Etiquetas: EMBARAZO
La lactancia materna reduce el reflujo gastroesofágico
Muchos bebés padecen de reflujo gastroesofágico, lo que significa que el contenido del estómago sube por el esófago, producto de la inmadurez del esfínter esofágico inferior para cerrarse debidamente y contener el alimento, lo cual produce vómitos y molestias por la acidez de ese contenido.
La lactancia materna parece tener un efecto protector contra este trastorno habitual en los primeros meses, hallándose menos número de casos entre los que se alimentan de la leche materna en comparación con los que reciben leche de fórmula.
Como la leche materna se digiere más rápidamente tiene menos oportunidad de regurgitarse. Por ello, estos bebés tienen menos probabilidades de tener reflujo, y cuando lo tienen, los cuadros suelen ser menos graves.
Dar el pecho produce movimientos peristálticos que evitan el reflujo, aún cuando se mame de un pecho vacío. A diferencia de los bebés con reflujo alimentados a fórmula, los lactantes pueden seguir alimentándose a demanda.
Una forma de aliviar las molestias del bebé con reflujo es cargarlo en posición vertical, sobre todo después de darle el pecho. Se puede también elevar la cuna unos centímetros y si duerme con los padres es recomendable que se eleve la cama de éstos.
Además de los vómitos, otros síntomas del reflujo esofágico son las dificultades para dormir, el bebé llora a menudo y está irritable. En ocasiones, el reflujo puede conllevar pérdida de peso o un estancamiento en el crecimiento. Suele corregirse por sí mismo con el tiempo, cuando el sistema digestivo madura, y en pocos casos, se requiere de cirugía.
La lactancia materna parece tener un efecto protector contra este trastorno habitual en los primeros meses, hallándose menos número de casos entre los que se alimentan de la leche materna en comparación con los que reciben leche de fórmula.
Como la leche materna se digiere más rápidamente tiene menos oportunidad de regurgitarse. Por ello, estos bebés tienen menos probabilidades de tener reflujo, y cuando lo tienen, los cuadros suelen ser menos graves.
Dar el pecho produce movimientos peristálticos que evitan el reflujo, aún cuando se mame de un pecho vacío. A diferencia de los bebés con reflujo alimentados a fórmula, los lactantes pueden seguir alimentándose a demanda.
Una forma de aliviar las molestias del bebé con reflujo es cargarlo en posición vertical, sobre todo después de darle el pecho. Se puede también elevar la cuna unos centímetros y si duerme con los padres es recomendable que se eleve la cama de éstos.
Además de los vómitos, otros síntomas del reflujo esofágico son las dificultades para dormir, el bebé llora a menudo y está irritable. En ocasiones, el reflujo puede conllevar pérdida de peso o un estancamiento en el crecimiento. Suele corregirse por sí mismo con el tiempo, cuando el sistema digestivo madura, y en pocos casos, se requiere de cirugía.
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