Dormir mal durante el embarazo produce efectos en la salud fetal, predispone a partos prematuros, bajo peso al nacer y tiene otras consecuencias negativas que están siendo puestas en foco por nuevos estudios.
Un estudio del sueño en el embarazo realizado por la Universidad de Sydney determinó que es importantísimo cuidar la calidad del descanso durante los meses de gestación.
En este estudio, se encontró que las mujeres que terminaron con un cuadro de preeclampsia, tenían una respiración anormal durante el sueño, lo cual repercute en un menor ingreso de oxígeno en la placenta, y además, menos movimientos fetales durante la noche. Los movimientos son un parámetro de salud fetal, y cuando se reducen puede existir una disminución en el flujo de oxígeno hacia el niño, que para protegerse se mueve menos.
Es así que se les colocó a las embarazadas con estos problemas unas máscaras que suelen utilizarse para las personas con apnea del sueño, una dolencia por la cual se producen pequeñas interrupciones de la respiración mientras se duerme, disminuyendo notablemente la calidad del descanso.
Con esta máscara, el descanso es continuo y así se logró que el flujo de oxígeno al bebé fuera más eficiente, así aumentaron los movimientos fetales durante la noche.
Por ello, el nuevo estudio confirma la necesidad de prestar atención al sueño de la madre, pero también a sus trastornos.
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viernes, 25 de enero de 2013
Cómo ahorrar en la compra del cochecito de bebé
Hace unos días me encontré con un amigo que me dio la gran noticia de que va a ser padre dentro de unos meses. Al parecer lleva ya bastante tiempo buscando información y, como no andan muy sobrados de dinero (bueno, creo que poca gente puede decir hoy en día lo contrario), me comentó que estaba pensando comprar directamente una silla de paseo, porque muy poca gente parecía amortizar el cochecito de bebé.
Le contesté que me parecía una gran idea porque aunque yo sí lo compré en su día, para mi primer hijo, con Guim, el tercero, lo rescatamos del trastero y las veces que lo utilizamos pueden contarse con los dedos de una mano. De todas maneras, por si caso, le estuve explicando dónde podía comprar artículos de bebé a buen precio o incluso de segunda mano. A raíz de aquel rato que estuvimos charlando pensé que podría ser interesante explicar aquí cómo ahorrar en la compra del cochecito de bebé.
¿Comprar un cochecito de bebé?
El cochecito de bebé es el rey de los aparatos para bebé porque todas las parejas compran uno cuando van a ser padres. Estamos tan acostumbrados a ellos que parece que hayan existido toda la vida. De hecho, no son pocas las veces que la gente nos ha preguntado extrañada si no tenemos cochecito, porque “como lo lleváis siempre en mochila”. Sin embargo, no puede decirse que sea imprescindible, ni que toda la vida se hayan usado, porque no hace ni 100 años que se utilizan de manera habitual.
Como culturilla general, deciros que el primer cochecito (o lo más parecido a ello) fue contruido por William Kent en 1733, pero no tenía ruedas, pues estaba preparado para llevar al bebé en un pony. Más adelante, en 1899, se inventó una cuna desplazable, que podría considerarse como el precursor del cochecito, y ya en 1920, habiendo evolucionado un poco el invento, empezó a extenderse el uso de los cochecitos entre las familias de clase media.
Ya digo, no hace ni 100 años que se utilizan y, sin embargo, parece que sin un cochecito nos falta algo. No voy a decirle a la gente que no compre coche porque no lo utilizará, porque no sé qué tipo de bebé tendrá, pero yo puedo asegurar que si lo sé, no lo compramos. Digo esto porque mis niños, los tres, han sido de no querer el cochecito ni en pintura. Era soltarlos en él y empezar a llorar. Como ya he explicado en alguna ocasión, salíamos a la calle a dar una vuelta y de paso aprovechábamos a sacar a pasear al cochecito. Vamos, que hacíamos unos 20 metros con el niño dentro del cochecito y el resto del camino con el niño en brazos o en una mochila y el cochecito vacío. Así hasta que un día nos hartamos de hacer el tonto y decidimos dejar el cochecito en casa.
Pero oye, yo he visto a niños en los cochecitos la mar de tranquilos, calladitos, mirando el mundo pasar. Hasta he visto a niños que, al rato de estar despiertos, se han quedado dormidos y todo. Durante un tiempo creí que no existían, que esos niños eran una leyenda, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que sí los había y por eso nunca le diré a nadie que no compre un cochecito… como mucho puedo decir que si quiere, que espere a ver qué carácter tiene el bebé y cuántas son sus ganas de pasar tiempo con ellos (o que si quieren, sea el bebé como sea, se planteen el uso de mochilitas o portabebés, que es otra opción).
Cómo ahorrar si lo vamos a comprar
Si finalmente una pareja decide que va a comprar el cochecito pero quiere ahorrar un poco en la compra, y ya que hemos hablado de que no es del todo imprescindible tener uno, decir que para ahorrar lo mejor es no comprar lo que no vamos a usar. Yo no sé otros padres y madres qué uso le han dado, pero el capazo, ese elemento enorme que enseguida retiras y que es incomodísimo para usarlo en el coche, es para mí totalmente prescindible. Para el coche es mucho más seguro el “huevo”, más conocido como maxi-cosi, aunque esto es la marca y no el nombre real del elemento en cuestión. Con él el niño va en contra de la marcha y va más fijo al asiento que con el capazo, que va tumbado, de lado, a veces mal sujeto y que, como digo, es un engorro por su tamaño y poca manejabilidad. Ahora bien, el “huevo” no se recomienda para un uso frecuente (se dice que como mucho estén 90-120 minutos), porque acaban quedando demasiado encogidos y les puede costar un poco respirar normalmente.
Cuando el niño ya tiene unos cuatro a seis meses, que ya puede ir más sentadito, se puede empezar a utilizar la silla. Si hemos comprado el accesorio que convierte el cochecito en silla, dejamos el “huevo” ya sólo para el coche y la silla para el resto del día. Si no lo habéis comprado, es buen momento para haceros con una silla de paseo, más manejable en todos los sentidos (o sea, que realmente un cochecito sólo es relativamente práctico los primeros 4-6 meses).
Pero va, dejémonos de preámbulos y vamos a ver cómo se puede ahorrar en la compra de un cochecito de bebé. La primera opción, que es con la que más dinero ahorras, es que te lo compren. Vas a tener un bebé y lo más habitual es que todos se presten a regalarte algo que necesitas, pues bien, el cochecito puede ser uno de esos regalos que alguien pueda hacerte, o que puedan hacerte varios juntos, pues no es económico.
Otra opción muy ahorrativa también, pues tampoco gastas nada, es buscar a alguien que os lo pueda prestar. Los cochecitos, como habéis visto, se quedan pequeños enseguida y la mayoría de parejas lo dejan de lado en el plazo de un año (buscan una silla de paseo como alternativa ligera y práctica). Entonces lo que pasa es que en muchos trasteros habitan cochecitos con muy poco uso y en muy buenas condiciones, a la espera de que otros bebés los usen. Preguntando se llega a Roma y preguntando quizás encontréis a alguien que amablemente podría prestaros un cochecito a coste cero.
La tercera opción, si no conseguimos que alguien nos lo preste, sería intentar encontrar uno de segunda mano a buen precio. Como ahora internet nos pone al alcance de un click miles de anuncios lo ideal es buscar en los sitios de venta de segunda mano más utilizados, como ebay, que tiene una sección de bebés y niños, y segundamano, donde podemos escoger las ciudades de nuestra provincia para comprar cerca de casa. Si queremos mirar en webs de segunda mano más concretas, en las que sólo se venden artículos de bebé, podemos mirar en Parabebes.com, Segundamanobebe.com, Bebeanuncios.com y Megabebe.com, por poner algunos ejemplos.
Finalmente, si optáis por comprarlo nuevo siempre podéis buscar páginas de internet donde comprarlo a buen precio, como Pixmania, que tiene un volumen de ventas elevado y por eso puede vender a precios más bajos o bien en Amazon.co.uk, que tiene los precios un poco más bajos, pero que envían desde Reino Unido y hay que tener en cuenta los gastos de envío. En Amazon.es, desde hace poco, hay también cochecitos, yo diría que menos que en la versión inglesa de la página, pero quizás encontremos aquel que queremos a buen precio.
Le contesté que me parecía una gran idea porque aunque yo sí lo compré en su día, para mi primer hijo, con Guim, el tercero, lo rescatamos del trastero y las veces que lo utilizamos pueden contarse con los dedos de una mano. De todas maneras, por si caso, le estuve explicando dónde podía comprar artículos de bebé a buen precio o incluso de segunda mano. A raíz de aquel rato que estuvimos charlando pensé que podría ser interesante explicar aquí cómo ahorrar en la compra del cochecito de bebé.
¿Comprar un cochecito de bebé?
El cochecito de bebé es el rey de los aparatos para bebé porque todas las parejas compran uno cuando van a ser padres. Estamos tan acostumbrados a ellos que parece que hayan existido toda la vida. De hecho, no son pocas las veces que la gente nos ha preguntado extrañada si no tenemos cochecito, porque “como lo lleváis siempre en mochila”. Sin embargo, no puede decirse que sea imprescindible, ni que toda la vida se hayan usado, porque no hace ni 100 años que se utilizan de manera habitual.
Como culturilla general, deciros que el primer cochecito (o lo más parecido a ello) fue contruido por William Kent en 1733, pero no tenía ruedas, pues estaba preparado para llevar al bebé en un pony. Más adelante, en 1899, se inventó una cuna desplazable, que podría considerarse como el precursor del cochecito, y ya en 1920, habiendo evolucionado un poco el invento, empezó a extenderse el uso de los cochecitos entre las familias de clase media.
Ya digo, no hace ni 100 años que se utilizan y, sin embargo, parece que sin un cochecito nos falta algo. No voy a decirle a la gente que no compre coche porque no lo utilizará, porque no sé qué tipo de bebé tendrá, pero yo puedo asegurar que si lo sé, no lo compramos. Digo esto porque mis niños, los tres, han sido de no querer el cochecito ni en pintura. Era soltarlos en él y empezar a llorar. Como ya he explicado en alguna ocasión, salíamos a la calle a dar una vuelta y de paso aprovechábamos a sacar a pasear al cochecito. Vamos, que hacíamos unos 20 metros con el niño dentro del cochecito y el resto del camino con el niño en brazos o en una mochila y el cochecito vacío. Así hasta que un día nos hartamos de hacer el tonto y decidimos dejar el cochecito en casa.
Pero oye, yo he visto a niños en los cochecitos la mar de tranquilos, calladitos, mirando el mundo pasar. Hasta he visto a niños que, al rato de estar despiertos, se han quedado dormidos y todo. Durante un tiempo creí que no existían, que esos niños eran una leyenda, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que sí los había y por eso nunca le diré a nadie que no compre un cochecito… como mucho puedo decir que si quiere, que espere a ver qué carácter tiene el bebé y cuántas son sus ganas de pasar tiempo con ellos (o que si quieren, sea el bebé como sea, se planteen el uso de mochilitas o portabebés, que es otra opción).
Cómo ahorrar si lo vamos a comprar
Si finalmente una pareja decide que va a comprar el cochecito pero quiere ahorrar un poco en la compra, y ya que hemos hablado de que no es del todo imprescindible tener uno, decir que para ahorrar lo mejor es no comprar lo que no vamos a usar. Yo no sé otros padres y madres qué uso le han dado, pero el capazo, ese elemento enorme que enseguida retiras y que es incomodísimo para usarlo en el coche, es para mí totalmente prescindible. Para el coche es mucho más seguro el “huevo”, más conocido como maxi-cosi, aunque esto es la marca y no el nombre real del elemento en cuestión. Con él el niño va en contra de la marcha y va más fijo al asiento que con el capazo, que va tumbado, de lado, a veces mal sujeto y que, como digo, es un engorro por su tamaño y poca manejabilidad. Ahora bien, el “huevo” no se recomienda para un uso frecuente (se dice que como mucho estén 90-120 minutos), porque acaban quedando demasiado encogidos y les puede costar un poco respirar normalmente.
Cuando el niño ya tiene unos cuatro a seis meses, que ya puede ir más sentadito, se puede empezar a utilizar la silla. Si hemos comprado el accesorio que convierte el cochecito en silla, dejamos el “huevo” ya sólo para el coche y la silla para el resto del día. Si no lo habéis comprado, es buen momento para haceros con una silla de paseo, más manejable en todos los sentidos (o sea, que realmente un cochecito sólo es relativamente práctico los primeros 4-6 meses).
Pero va, dejémonos de preámbulos y vamos a ver cómo se puede ahorrar en la compra de un cochecito de bebé. La primera opción, que es con la que más dinero ahorras, es que te lo compren. Vas a tener un bebé y lo más habitual es que todos se presten a regalarte algo que necesitas, pues bien, el cochecito puede ser uno de esos regalos que alguien pueda hacerte, o que puedan hacerte varios juntos, pues no es económico.
Otra opción muy ahorrativa también, pues tampoco gastas nada, es buscar a alguien que os lo pueda prestar. Los cochecitos, como habéis visto, se quedan pequeños enseguida y la mayoría de parejas lo dejan de lado en el plazo de un año (buscan una silla de paseo como alternativa ligera y práctica). Entonces lo que pasa es que en muchos trasteros habitan cochecitos con muy poco uso y en muy buenas condiciones, a la espera de que otros bebés los usen. Preguntando se llega a Roma y preguntando quizás encontréis a alguien que amablemente podría prestaros un cochecito a coste cero.
La tercera opción, si no conseguimos que alguien nos lo preste, sería intentar encontrar uno de segunda mano a buen precio. Como ahora internet nos pone al alcance de un click miles de anuncios lo ideal es buscar en los sitios de venta de segunda mano más utilizados, como ebay, que tiene una sección de bebés y niños, y segundamano, donde podemos escoger las ciudades de nuestra provincia para comprar cerca de casa. Si queremos mirar en webs de segunda mano más concretas, en las que sólo se venden artículos de bebé, podemos mirar en Parabebes.com, Segundamanobebe.com, Bebeanuncios.com y Megabebe.com, por poner algunos ejemplos.
Finalmente, si optáis por comprarlo nuevo siempre podéis buscar páginas de internet donde comprarlo a buen precio, como Pixmania, que tiene un volumen de ventas elevado y por eso puede vender a precios más bajos o bien en Amazon.co.uk, que tiene los precios un poco más bajos, pero que envían desde Reino Unido y hay que tener en cuenta los gastos de envío. En Amazon.es, desde hace poco, hay también cochecitos, yo diría que menos que en la versión inglesa de la página, pero quizás encontremos aquel que queremos a buen precio.
sábado, 19 de enero de 2013
Niños: La edad de los porqués
Si tu hijo te sorprende con cuatrocientas preguntas diarias del tipo "por qué moja el agua", no hay duda de que ha entrado en la etapa de las preguntas. Quiere saberlo todo y no admite un no por respuesta. Descubre cómo contestar a tanto "por qué" sin perder la paciencia.
Los niños son exploradores incansables. Al principio, cuando apenas manejan el lenguaje, esa exploración se centra en una incesante manipulación de objetos y en una investigación exhaustiva del entorno. Y, de pronto, florece el lenguaje, esa poderosa herramienta, y con ella vienen las preguntas, que les sirven para seguir conociendo el mundo.
Se dirigen a los padres porque los niños no asimilan la realidad de un modo directo, necesitan intermediarios, unos guías. Y de la calidad y disponibilidad de esos guías dependerá en gran medida el modo en que el niño se relacione con el mundo durante toda su vida.
Una fase normal
Lo que pasa es que a esta edad la avalancha de preguntas es tal que puede poner a prueba nuestra paciencia. Por eso, siempre es bueno recordar que se trata de una fase normal y tener presente nuestra responsabilidad como padres.
Las preguntas de los niños pueden ser disparatadas, absurdas, innumerables, agobiantes... pero eso no nos autoriza a menospreciarlas, ignorarlas o ridiculizarlas. Se ha demostrado que los adultos más espontáneos y creativos son aquellos cuyas familias, de pequeños, fomentaban una expresión abierta y sin trabas y aceptaba las manifestaciones de los niños.
Como el lenguaje es para ellos una adquisición reciente, quieren ejercitar su habilidad para preguntar y responder, con la entonación y la forma gramatical correspondiente. Esto por sí mismo les divierte, y por eso a veces ni siquiera esperan ni parecen atender a la respuesta y se limitan a encadenar preguntas.
Tampoco debe extrañarnos que haga la misma pregunta varias veces. A los niños les gusta la repetición, que sus certezas se confirmen una y otra vez. También les gusta lo predecible, reafirmar que a tal pregunta le corresponde siempre tal respuesta. No hay que extrañarse ni enfadarse.
Una llamada de atención
A veces las preguntas también son un recurso para buscar nuestra atención. Los niños disfrutan del placer de que les dediquemos tiempo y hablemos con ellos. Entonces, el interés está más en el hecho de hacernos hablar que en el contenido de nuestras respuestas. Por eso se dan «diálogos para besugos» del tipo: «¿Por qué ladra el perrito?», «Porque está feliz», «¿Y por qué está feliz?».
En estos casos, en lugar de llamar al niño pesado o mandarle callar, podemos intentar convertir el interrogatorio en una conversación. Por ejemplo, contraataquemos con: «¿Tú te pones feliz cuando te sacan a pasear?», «¿Por qué te pones contento?», «¿Te acuerdas del perrito que vimos ayer?». Él en cuanto pueda volverá con sus preguntas, pero habremos pasado de un interrogatorio a un intercambio más equitativo.
Cambiar los roles
Por ejemplo, si nos cansamos de responder a la pregunta: «¿Por qué echas crema a los zapatos?» con el consabido: «Para que brillen», podemos variar y contestarle con una respuesta absurda: «Para que puedan volar». Un niño de tres o cuatro años edad es crédulo, pero no tanto. Si nos contesta: «Pero los zapatos no pueden volar», podemos decirle «¿Para que sirven los zapatos?». «¿Hay más cosas que sirven para caminar?». Así romperemos el círculo vicioso.
Echarle ingenio no significa ridiculizar a nuestro hijo ni reírnos de él. Nos hace preguntas porque confía en nosotros. Nuestro sarcasmo, nuestras evasivas o nuestro silencio le defraudarán y le desanimarán a seguir preguntando. Y con ello lo único que lograremos es limitar su espontaneidad y su impulso de comunicarse.
Fomentar la comunicación
El hecho de que las preguntas sean ignoradas, ridiculizadas o castigadas («cállate ya, no seas pesado»), puede llevarle a la timidez. También puede causar problemas de adaptación o fracaso escolar.
No hay que obsesionarse con encontrar la respuesta precisa, ni tampoco complicadas explicaciones científicas. Respondamos con naturalidad y sentido común. El niño no siempre entenderá, pero eso no es tan grave. Lo importante es que sepa que las preguntas tienen respuesta, que él puede buscarla y que nosotros le apoyamos.
Siempre que podamos, aprovecharemos sus preguntas para introducir nuevas palabras y conceptos. Si el niño nos pregunta «por qué funcionan los coches», todavía no podremos introducirle en los secretos de la mecánica, pero es una buena ocasión para iniciarle en nociones como «rueda», «conductor», «velocidad» o «gasolina», con lo que se favorece su capacidad de observación y se enriquece su vocabulario.
Puede que, tras esforzarnos en encontrar una respuesta, el niño apenas la escuche y se distraiga o pase a otra pregunta. No nos enfademos ni nos desanimemos. No importa tanto el contenido como el mecanismo de la comunicación en sí.
Claro que no siempre podemos estar disponibles para el juego de las preguntas, y a veces tenemos derecho a estar agotados. Entonces es lícito decir: «Espera a que acabe con esto y después te contesto a todas las preguntas», y también: «Bueno, unas preguntas más y lo dejamos para mañana». Lo importante es dejar abierta la línea de comunicación y no transmitirle que sus preguntas nos desagradan.
Los niños son exploradores incansables. Al principio, cuando apenas manejan el lenguaje, esa exploración se centra en una incesante manipulación de objetos y en una investigación exhaustiva del entorno. Y, de pronto, florece el lenguaje, esa poderosa herramienta, y con ella vienen las preguntas, que les sirven para seguir conociendo el mundo.
Se dirigen a los padres porque los niños no asimilan la realidad de un modo directo, necesitan intermediarios, unos guías. Y de la calidad y disponibilidad de esos guías dependerá en gran medida el modo en que el niño se relacione con el mundo durante toda su vida.
Una fase normal
Lo que pasa es que a esta edad la avalancha de preguntas es tal que puede poner a prueba nuestra paciencia. Por eso, siempre es bueno recordar que se trata de una fase normal y tener presente nuestra responsabilidad como padres.
Las preguntas de los niños pueden ser disparatadas, absurdas, innumerables, agobiantes... pero eso no nos autoriza a menospreciarlas, ignorarlas o ridiculizarlas. Se ha demostrado que los adultos más espontáneos y creativos son aquellos cuyas familias, de pequeños, fomentaban una expresión abierta y sin trabas y aceptaba las manifestaciones de los niños.
Como el lenguaje es para ellos una adquisición reciente, quieren ejercitar su habilidad para preguntar y responder, con la entonación y la forma gramatical correspondiente. Esto por sí mismo les divierte, y por eso a veces ni siquiera esperan ni parecen atender a la respuesta y se limitan a encadenar preguntas.
Tampoco debe extrañarnos que haga la misma pregunta varias veces. A los niños les gusta la repetición, que sus certezas se confirmen una y otra vez. También les gusta lo predecible, reafirmar que a tal pregunta le corresponde siempre tal respuesta. No hay que extrañarse ni enfadarse.
Una llamada de atención
A veces las preguntas también son un recurso para buscar nuestra atención. Los niños disfrutan del placer de que les dediquemos tiempo y hablemos con ellos. Entonces, el interés está más en el hecho de hacernos hablar que en el contenido de nuestras respuestas. Por eso se dan «diálogos para besugos» del tipo: «¿Por qué ladra el perrito?», «Porque está feliz», «¿Y por qué está feliz?».
En estos casos, en lugar de llamar al niño pesado o mandarle callar, podemos intentar convertir el interrogatorio en una conversación. Por ejemplo, contraataquemos con: «¿Tú te pones feliz cuando te sacan a pasear?», «¿Por qué te pones contento?», «¿Te acuerdas del perrito que vimos ayer?». Él en cuanto pueda volverá con sus preguntas, pero habremos pasado de un interrogatorio a un intercambio más equitativo.
Cambiar los roles
Por ejemplo, si nos cansamos de responder a la pregunta: «¿Por qué echas crema a los zapatos?» con el consabido: «Para que brillen», podemos variar y contestarle con una respuesta absurda: «Para que puedan volar». Un niño de tres o cuatro años edad es crédulo, pero no tanto. Si nos contesta: «Pero los zapatos no pueden volar», podemos decirle «¿Para que sirven los zapatos?». «¿Hay más cosas que sirven para caminar?». Así romperemos el círculo vicioso.
Echarle ingenio no significa ridiculizar a nuestro hijo ni reírnos de él. Nos hace preguntas porque confía en nosotros. Nuestro sarcasmo, nuestras evasivas o nuestro silencio le defraudarán y le desanimarán a seguir preguntando. Y con ello lo único que lograremos es limitar su espontaneidad y su impulso de comunicarse.
Fomentar la comunicación
El hecho de que las preguntas sean ignoradas, ridiculizadas o castigadas («cállate ya, no seas pesado»), puede llevarle a la timidez. También puede causar problemas de adaptación o fracaso escolar.
No hay que obsesionarse con encontrar la respuesta precisa, ni tampoco complicadas explicaciones científicas. Respondamos con naturalidad y sentido común. El niño no siempre entenderá, pero eso no es tan grave. Lo importante es que sepa que las preguntas tienen respuesta, que él puede buscarla y que nosotros le apoyamos.
Siempre que podamos, aprovecharemos sus preguntas para introducir nuevas palabras y conceptos. Si el niño nos pregunta «por qué funcionan los coches», todavía no podremos introducirle en los secretos de la mecánica, pero es una buena ocasión para iniciarle en nociones como «rueda», «conductor», «velocidad» o «gasolina», con lo que se favorece su capacidad de observación y se enriquece su vocabulario.
Puede que, tras esforzarnos en encontrar una respuesta, el niño apenas la escuche y se distraiga o pase a otra pregunta. No nos enfademos ni nos desanimemos. No importa tanto el contenido como el mecanismo de la comunicación en sí.
Claro que no siempre podemos estar disponibles para el juego de las preguntas, y a veces tenemos derecho a estar agotados. Entonces es lícito decir: «Espera a que acabe con esto y después te contesto a todas las preguntas», y también: «Bueno, unas preguntas más y lo dejamos para mañana». Lo importante es dejar abierta la línea de comunicación y no transmitirle que sus preguntas nos desagradan.
Lávate las manos con frecuencia para evitar infecciones en el embarazo
El lavado de manos es uno de los hábitos de higiene indispensables para la embarazada, por tanto uno de los consejos que debes tener muy en cuenta es lavarte las manos con frecuencia para evitar infecciones en el embarazo.
La embarazada debe ser muy cuidadosa con su higiene personal, no sólo por ella sino para prevenir contraer enfermedades que pueden ser riesgosas para el bebé durante la gestación.
Recuerda lavarte las manos:
Recuerda lavarte las manos:
- Antes de manipular alimentos y con frecuencia durante su preparación
- Antes de comer
- Después de ir al baño
- Después de manipular carnes rojas o de ave crudas
- Después de hacer labores de jardinería o tocar la tierra o el suelo
- Después de cambiar el pañal a un bebé
- Después de sonarse la nariz
- Después de tocar basura
- Después de manipular sustancias químicas (incluidas las utilizadas para limpiar)
- Después de jugar con mascotas
- Después de fumar
- Por último, evita cambiar la arena sucia de la caja para gatos por el riesgo de toxoplasmosis, pero si no hay opción, lávate muy bien las manos después de hacerlo.
La exposición a la luz en el embarazo es vital para el desarrollo ocular
Nuevo estudio encabezado por el Centro Médico Infantil del Hospital de Cincinnati y la Universidad de California (Estados Unidos), determinaron que es importante la exposición a la luz en el embarazo, para el correcto desarrollo ocular del bebé en gestación.
Los hallazgos han sido claves para comprender el desarrollo fetal del ojo y las enfermedades oculares causadas por trastornos vasculares, en particular la llamada retinopatía del prematuro que puede provocar bebés prematuros ciegos.
Los fotones de la luz activan una proteína llamada melanopsina directamente en el feto, no en la madre, para ayudar a iniciar el desarrollo normal de los vasos sanguíneos y las neuronas de la retina en el ojo. Para ello, la madre debe exponerse a la luz una determinada cantidad de horas en su embarazo tardío para lograr que el hijo desarrolle su visión.
Uno de los propósitos de la vía de respuesta a la luz es suprimir el número de vasos sanguíneos que se forman en la retina, esenciales para las neuronas retinianas, que requieren grandes cantidades de oxígeno para formar y funcionar.
Cuando la retinopatía del prematuro ocurre en los bebés, los vasos retinianos crecen casi sin control y esta expansión continua ejerce una presión intensa en el desarrollo del ojo y en casos extremos causa un daño grave y ceguera.
Los hallazgos han sido claves para comprender el desarrollo fetal del ojo y las enfermedades oculares causadas por trastornos vasculares, en particular la llamada retinopatía del prematuro que puede provocar bebés prematuros ciegos.
Los fotones de la luz activan una proteína llamada melanopsina directamente en el feto, no en la madre, para ayudar a iniciar el desarrollo normal de los vasos sanguíneos y las neuronas de la retina en el ojo. Para ello, la madre debe exponerse a la luz una determinada cantidad de horas en su embarazo tardío para lograr que el hijo desarrolle su visión.
Uno de los propósitos de la vía de respuesta a la luz es suprimir el número de vasos sanguíneos que se forman en la retina, esenciales para las neuronas retinianas, que requieren grandes cantidades de oxígeno para formar y funcionar.
Cuando la retinopatía del prematuro ocurre en los bebés, los vasos retinianos crecen casi sin control y esta expansión continua ejerce una presión intensa en el desarrollo del ojo y en casos extremos causa un daño grave y ceguera.
martes, 15 de enero de 2013
Humidificadores para evitar resfriados
La humedad del cuarto del bebé tiene que rondar entre el 30 y el 50 por ciento, pero en invierno por el uso de la calefacción puede disminuir y favorecer la aparición de catarros. Para evitarlos, están los humidificadores. Aquí tienes unos consejos para su buen uso y una selección de los modelos para niños que hay en el mercado.
No todo el mundo necesita comprar un humidificador para el cuarto del bebé, solo es necesario si el aire de la casa es muy seco: en invierno la calefacción alta lo favorece. Para comprobarlo, hay que utilizar un higrómetro (muchos humidificadores lo llevan integrado). Si el ambiente está muy húmedo, un humidificador no solo no es necesario, sino que puede provocar la aparición de hongos y, en consecuencia, alergias en el niño. Por el contrario, si el cuarto está muy seco, las mucosas del pequeño se irritan y le hace más vulnerable a los catarros. En todo caso, es importante no tenerlo conectado todo el día para no humedecer demasiado la habitación.
Tipos de humidificadores
Existen dos tipos de humidificador. Los que son de aire frío y funcionan con ultrasonidos: expulsan gotitas minúsculas y no hacen ruido y tienen otra ventaja: consumen muy poca energía. Y los de aire caliente, que podrían ser un poquito más peligrosos porque, al expulsar aire caliente, pueden provocar quemaduras.
Modo de uso
Los humidificadores funcionan con agua del grifo. Ojo, es importante que no sea mineral ni destilada porque no permiten que se forme vapor de forma correcta. La mayoría desponen de un interruptor que regula la intensidad del vapor que queremos emitir (hay que cerciorarse de que el chorro de vapor no da directamente al niño).
Hay que tener cuidado con los humidificadores que permiten añadir esencias aromáticas: el mentol está totalmente desaconsejado.
No todo el mundo necesita comprar un humidificador para el cuarto del bebé, solo es necesario si el aire de la casa es muy seco: en invierno la calefacción alta lo favorece. Para comprobarlo, hay que utilizar un higrómetro (muchos humidificadores lo llevan integrado). Si el ambiente está muy húmedo, un humidificador no solo no es necesario, sino que puede provocar la aparición de hongos y, en consecuencia, alergias en el niño. Por el contrario, si el cuarto está muy seco, las mucosas del pequeño se irritan y le hace más vulnerable a los catarros. En todo caso, es importante no tenerlo conectado todo el día para no humedecer demasiado la habitación.
Tipos de humidificadores
Existen dos tipos de humidificador. Los que son de aire frío y funcionan con ultrasonidos: expulsan gotitas minúsculas y no hacen ruido y tienen otra ventaja: consumen muy poca energía. Y los de aire caliente, que podrían ser un poquito más peligrosos porque, al expulsar aire caliente, pueden provocar quemaduras.
Modo de uso
Los humidificadores funcionan con agua del grifo. Ojo, es importante que no sea mineral ni destilada porque no permiten que se forme vapor de forma correcta. La mayoría desponen de un interruptor que regula la intensidad del vapor que queremos emitir (hay que cerciorarse de que el chorro de vapor no da directamente al niño).
Hay que tener cuidado con los humidificadores que permiten añadir esencias aromáticas: el mentol está totalmente desaconsejado.
Dieta alta en grasas generan niños más tendientes a la obesidad
Nuevas investigaciones afianzan la idea de que la dieta en el embarazo de la mujer tiene mucha influencia en la futura salud de los niños, concretamente en la obesidad.
En efecto, una alimentación con alto contenido de grasas saturadas, tiene una influencia en la predisposición futura a la obesidad infantil, y los alimentos que las contienen son por ejemplo los fritos, hamburguesas, mantequilla, carne vacuna, entre otros.
Pero al mismo tiempo, los aceites grasos, tales como ácidos grasos tipo omega-3, no tienen influencia negativa.
Para esta investigación, se tomaron muestras de sangre de embarazadas, luego se comparó con el porcentaje de grasa corporal de sus hijos de 4 a 6 años. En este rango de edad, cuanto más grasa saturada habían consumido la madre, mayor era la tasa de grasa y masa corporal del infante.
“Los resultados sugieren que hacer cambios en la dieta de la madre podría ser beneficioso para la composición corporal del niño en desarrollo”, explicaron los científicos.
El estudio indica, sin embargo, que aquellas madres que consumen suplementos de omega 3 contribuyen en el desarrollo óseo y muscular de sus hijos.
En efecto, una alimentación con alto contenido de grasas saturadas, tiene una influencia en la predisposición futura a la obesidad infantil, y los alimentos que las contienen son por ejemplo los fritos, hamburguesas, mantequilla, carne vacuna, entre otros.
Pero al mismo tiempo, los aceites grasos, tales como ácidos grasos tipo omega-3, no tienen influencia negativa.
Para esta investigación, se tomaron muestras de sangre de embarazadas, luego se comparó con el porcentaje de grasa corporal de sus hijos de 4 a 6 años. En este rango de edad, cuanto más grasa saturada habían consumido la madre, mayor era la tasa de grasa y masa corporal del infante.
“Los resultados sugieren que hacer cambios en la dieta de la madre podría ser beneficioso para la composición corporal del niño en desarrollo”, explicaron los científicos.
El estudio indica, sin embargo, que aquellas madres que consumen suplementos de omega 3 contribuyen en el desarrollo óseo y muscular de sus hijos.
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