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lunes, 4 de febrero de 2013

"Castigar no sirve". Entrevista a la psicóloga Ana María Valenzuela

Las entrevistas que hago suelen producirme una gran satisfacción, pero debo decir que, en esta ocasión, me ha encantado hablar con la psicóloga Ana María Valenzuela y descubir que una profesional piensa como yo en estas cuestiones. Vamos a seguir aprendiendo con ella sobre Psicología Positiva, límites, emociones y pensamientos negativos y también sobre positividad y talentos.

¿Es bueno que los niños se atrevan a cuestionarlo todo?

    Una de las fortalezas de las que habla la psicología positiva es, justamente, la capacidad de tener un pensamiento crítico y una mentalidad abierta.

El cuestionar las cosas no es más que ejercitar esta fortaleza. Claro que a veces necesitamos que los niños respondan rápidamente a nuestra petición, porque no es buen momento para deternos a dar explicaciones, sea por urgencia real o peligro, sea porque tenemos delante a una persona determinada.

En esos casos, ha de haber un trabajo previo con ellos para que comprendan que no siempre podremos dar todas las explicaciones, que han de confiar en nuestro criterio un poco a ciegas.

Tienes toda la razón, pero, ¿cómo conseguir que nuestros hijos tengan esa confianza en nosotros?

Siendo auténticos y honestos con ellos, con nosotros mismos y con el resto de personas con que nos relacionemos. Si hemos fallado en el pasado, admitámoslo sinceramente. Tener buenas habilidades de comunicación también ayuda mucho.

¿Debemos mentir a los niños?

¿Tú que crees? Y ahora no me preguntes por los Reyes Magos porque esta es una de las grandes contradicciones intelectuales del mundo, algo que yo racionalizo apelando a las virtudes de la fantasía y la creatividad, pero que mucha gente no acepta como argumento válido.

¿Recuerdas lo que me preguntabas de cuestionar todo? Bueno, hay cosas que pertenecen al ámbito de las creencias no fundamentadas en nada real, son un acto de pura fe, y no hay quien nos convenza de lo contrario.

Otra pregunta sería, ¿debemos decir toda la verdad? Y aquí mi respuesta sería que no siempre es necesario que sepan todos los detalles de todas las situaciones.

Voy a poner un ejemplo a ver si se entiende: ayer y hoy todo el mundo está comentando la situación de la contabilidad escondida de un partido político, ¿cierto?

Ahora piensa en un niño de 8 años que se entere y empiece a hacer preguntas. Las respuestas se adaptarán a su conocimiento previo de la situación, y se ceñirán a lo que él pregunta, ¿correcto?. Si el niño tiene 4 años, se le contestará de otra forma, sin mentirle, pero a lo mejor sin darle tantos detalles. Y si tiene 14, igual se le explican más cosas y usando otras palabras.

¿Y que hacemos si descubrimos que nuestros hijos nos han engañado o mentido?

¿Qué le ha llevado hasta ahí? Necesito saber qué le sucede, cómo se siente, qué necesitaba. ¿Cómo puedo reforzar lo que es naturalmente sano y positivo en él? ¿Cómo puedo ayudarle a que no necesite mentirme?

¿Crees que los castigos son positivos en algunos casos extremos?

    No. En eso soy categórica. El castigo es una necesidad del adulto para decir la última palabra y quedar como autoridad reconocida.


Esa necesidad surge de la impotencia que sentimos de pequeños cuando los mayores mandaban y nosotros teníamos que ingeniárnoslas para salirnos con la nuestra y aún así eso no era válido. Así que la forma “válida” es mandar ahora que somos “los mayores”.

Si sientes que tu hijo de ha engañado, castigarle no va a solucionar nada en el presente, ni tampoco va a prevenir que te vuelva a engañar en el futuro. No sirve.

Pero, ¿y si el niño tiene comportamientos agresivos o peligrosos?

Te contesto lo mismo que cuando antes me preguntabas por los engaños. Si un niño está mostrando algo negativo, es porque no está a gusto, ¿qué puedo hacer para ayudarle a estar a gusto?

A veces, le podemos ayudar a expresar esa agresión de otra manera, o acompañarle en eso peligroso para que no lo sea tanto. Otras veces sencillamente es imposible hacer eso, y entonces hemos de asumir el incómodo papel de impedir que la agresión se repita o que el niño se ponga a sí mismo en peligro o lo haga con los demás.

Pero impedir eso no es castigarle. Yo no hablo de pegarle un bofetón o dejarlo sin tele, sin cine o sin ir de campamentos. Hablo de literalmente ponernos enmedio e impedírselo, acompañarle en todo el proceso de calma, y luego hablar tranquilamente a ver qué sucedió y qué podemos hacer la próxima vez.

¿Que es los límites adecuados que debemos ponerles a los niños?

¿Cuál es el tamaño adecuado de una habitación para que tú estés a gusto en ella? Perdona, sé que choca, pero odio la palabra límite.

En lugar de interpretarla como delimitación, mi cabeza la interpreta como limitación, y odio sentirme limitada.

Sin embargo, la comparación que hace Rebeca Wild en su libro “Libertad y límites, amor y respeto”, me gustó, me cuadró.

A mi también me gustó mucho, si.

Los compara con una pared, que delimita espacios, impide caídas, sostiene el tejado, etc. Así que depende de quién seas tú, quién sea tu niño y dónde estéis, el límite estará más allá o más acá. Así de forma general, si no hay peligro y no hay agresión hacia otro o hacia uno mismo, el límite lo pondrá tu imaginación.

¿Y qué hacemos con los defectos o fallos de nuestros hijos?

Amarlos. ¿Conoces a alguien perfecto? Fíjate mejor en sus talentos, en todo lo que podría llegar a hacer si a él le apeteciera hacerlo. Acompáñale en su autodescubrimiento. Fascínate con él.

¿Las emociones negativas deben reprimirse?

No. Reprimir o ignorar una emoción negativa, tratar de no sentirla a toda costa, es como oír llorar a un bebé y encerrarlo en el armario, poner el volumen de la televisión a tope, y fingir que no lo oímos. Una emoción negativa está expresando una necesidad no resuelta.

¿Pero, cómo les enseñamos a los niños a expresarlas o canalizarlas?

Cada emoción tiene su sentido vital, es lógico experimentarlas en algunas situaciones. Reconocerla, ponerle palabras, encontrar qué la hizo aparecer, ver qué podemos hacer al respecto… de nuevo, pongamos nuestra creatividad e imaginación al servicio del bienestar común.

¿Qué podemos hacer si nuestro hijo dice de si mismo que es tonto o que es malo?

¿Qué le ha llevado ahí? ¿Quién le ha dicho algo así? Tal vez hayamos sido nosotros, bien de palabra o bien con nuestras actitudes. Tal vez sea cosa del colegio. O tal vez lo haya visto en la televisión (dan cada serie por ahí que es como para echar a correr).

Siéntate y haced juntos inventario de todo aquello que se le da bien hacer, es importante que tengas un buen vocabulario de palabras positivas, un inventario de habilidades al que recurrir si a él no se le ocurre nada, ejemplos de su talento.

    Si tienes un niño que suele hacer eso, prepara de antemano la conversación y aprovecha la próxima oportunidad para dirigir su atención hacia todo aquello de bonito que hay en su interior.

La alimentación del bebé durante el primer año incide en el desarrollo mental

Estudios sobre alimentación infantil han hallado que la alimentación del bebé desde la sexta semana de vida hasta los doce meses, tiene una influencia directa en el desarrollo mental del niño durante toda su vida, concretamente una deficiencia nutricional en esta importante etapa produciría daños irreversibles en el desarrollo neurocerebral de la persona.

Es durante esta etapa en la que el cerebro pasa de ser una estructura simple con mínimos surcos y circunvoluciones a ser una estructura compleja, desarrollándose procesos como la mielinización, la organización de neurotransmisores, arborización dendrítica y sinaptogénesis.

Y si bien estos procesos dependen de muchas variables como la genética o el entorno, la alimentación juega un papel de importancia también.

En este sentido, la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses es la forma ideal de abastecer al niño de todas sus necesidades nutricionales hasta esa edad, pero luego necesita que comencemos a ofrecerle alimentación complementaria.

El crecimiento cefálico es la forma por la cual los pediatras lograr evaluar el neurodesarrollo, ya que la medición de su perímetro se correlaciona con el peso estimado del cerebro y desarrollo los primeros dos años de vida.

Es importante cuidar además los nutrientes transferidos desde la placenta en el tercer trimestre, la alimentación con leche humana, el alto aporte proteico y ácidos grasos de cadena larga.

Es por eso que en el embarazo y luego en la alimentación de los bebés de seis meses a un año, se sugiere incluir en la dieta ácidos grasos de gran jerarquía para ayudar a la realización de los procesos de desarrollo mental. Estos componentes están presentes en los pescados, en frutos secos y en algunas semillas como lino, chía o sésamo.

miércoles, 30 de enero de 2013

Video: Cuál es la temperatura ideal del cuarto del bebé



Los bebés, especialmente los recién nacidos y los prematuros, son muy sensibles a los cambios bruscos de temperatura y el calor o el frío les alteran fácilmente. El pediatra Ernesto Sáez Pérez, experto en neonatología y asesor de Ser Padres nos indica cuál es la temperatura ideal para el cuarto del niño y la casa.

Dejar dormir a los niños en la cama de los padres es ir contra la naturaleza y contra el sentido común, dice un psicólogo

El tema del sueño y del dónde deben dormir los niños por la noche es uno de los temas en el que los profesionales de la salud y la mente menos de acuerdo se ponen. Unos te dicen que no pasa nada si el niño duerme con vosotros, pero que a los seis meses debe ya salir de la habitación, otros que no pasa nada si duerme con vosotros hasta los tres años, o incluso hasta los cinco y otros que hagáis lo que os dé la real gana, porque no es un asunto realmente importante mientras el niño esté bien.

Como yo me posiciono más bien entre los últimos, es decir, que el niño debe dormir allí donde esté a gusto y tranquilo, sea donde sea, sigo sorprendiéndome cuando alguien hace una recomendación muy tajante de alguna de las otras opciones, como es el caso de Miguel Silveira, un psicólogo que afirma que dejar a los niños dormir en la cama de los padres es ir contra la naturaleza y contra el sentido común.

Para saber de qué os estoy hablando podéis leer su texto en su blog, donde al parecer habla de un caso que ha atendido, una mujer, que debió consultarle preocupada por no poder “independizar” a su hijo, por no poder darle autonomía nocturna, al no querer irse a su habitación a dormir solo con dos años de edad. Esto, que para Silveira parece ser un problema generado por la madre, que no ha sabido ponerse en sus trece y que ha consentido que el niño mande en casa, me parece tan banal en realidad, que he querido usar mi sentido común, y no el suyo, para ofrecer mi opinión al respecto, que no es mejor ni peor, sino simplemente diferente.

Como habéis podido leer, si habéis leído el texto, comienza exponiendo el problema y luego ofrece su conclusión, que es la siguiente:

    El niño sigue y parece que va a ser así hasta que cumpla seis años, me confesó la madre. Al parecer había leído varios libros para resolver el problema pero había contradicciones. Mientras unos pretenden que el niño duerma solo cuanto antes otros profesionales dicen que si se le separa de sus padres se sentirá desamparado y romperá a llorar. El solo pensamiento de que su hijo pueda sentir el desamparo ha hecho que esos padres sucumban y sean capaces de dormir separados hasta que el niño pida dormir solo, lo cual puede ocurrir cuando tenga seis años o cuando tenga trece, vaya usted a saber.


Teniendo en cuenta que ahora tiene dos años, es posible que suceda con seis o con trece, como comenta, o que suceda con tres o con cuatro. Imposible saberlo realmente, así que no hace falta decir “trece” como cifra para mostrar lo absurdo que es dormir con un niño. Hablando de la lógica evolución de un niño, lo que un niño no alcanza a entender con dos años, porque su raciocinio está aún poco desarrollado, es posible que sí lo entienda con los mencionados tres o cuatro años, cuando es más capaz de pensar y entender que, aún estando solo por la noche, no le va a pasar nada. Y ya no hablemos si el niño tiene seis. Basta con tratar el tema con naturalidad para que el niño duerma solo sin agobios en el momento en que se lo propongamos. Un caso no sirve de nada, pero como en mi casa nadie trató de forzar a mi hijo a dormir solo cuando era pequeño, no tuvo ningún problema, miedo ni aversión a hacerlo cuando ya tenía, precisamente, seis años.

En cualquier caso, si yo fuera psicólogo, que no lo soy, le diría a esta madre que, por el bien de la pareja, si es que ellos quieren dormir juntos, tratasen de hacerlo añadiendo otra cama a la habitación o comprando una cama más grande para poder dormir juntos los tres.

Sigue Silveira su escrito diciendo lo siguiente:

    Es absurdo que un niño sufra tal desamparo que le produzca un trauma por dormir en su cuna o en su cama. Desde que nace un niño comienza un proceso de separación progresiva de su madre y sus padres que culmina con la emancipación al convertirse en un adulto y por eso, entre otras muchas razones, un niño no debe dormir con sus padres sino en su propia cuna o cama a los pocos días de nacer y no le pasa nada.

Bueno, trauma igual no, pero un buen rato de llanto puede ser que sí. Y oír a un bebé llorar molesta, molesta mucho, y como normalmente los niños se despiertan varias veces de noche y te dejan dormir poco, como el cansancio se va acumulando y los nervios acaban quedando a flor de piel, tener al niño un buen rato llorando para dormirse no es plato de buen gusto para ningún padre. Si hablamos de un niño de dos años, siendo un poco diferente, no deja de ser molesto, porque el niño te la lía. Con esa edad mucha gente accede o no según lo que pida el niño. Pedir estar junto a tu madre, pedir dormir con ella, pedir contacto físico no me parece insano, sino más bien todo lo contrario… no quiero verme nunca en la situación de ver que mis hijos han crecido y me rechazan porque un día les enseñé que no podían estar conmigo de noche. No quiero que no cuenten conmigo porque les enseñé que no podían contar conmigo. Digo esto porque él comenta que a los niños hay que ayudarles a emanciparse y que por eso tienen que dormir solos de noche… yo digo que se emanciparán cuando buenamente puedan tanto si duermen conmigo o no, porque no creo que quieran dormir ellos y sus parejas en mi cama. Y añado que, como quiero que además de ser independientes sean personas sociables, afables y personas que aprecien el contacto, un abrazo, el apoyo cuando se sientan solos y la atención cuando la necesiten, accederé siempre a dormir con ellos de noche si lo necesitan, para que aprendan eso mismo.

    Es ley de vida y dormir con sus padres va contra la naturaleza, contra el sentido común, contra la necesidad y conveniencia de que la pareja duerma junta por obvias razones, contra la ley que dice que todo ser humano deberá acostumbrarse a valerse por si, contra le ley que dice que un niño no puede establecer su dominio sobre los padres con la treta del llanto. Los que tienen que dormir en la cama matrimonial son los padres que para eso se llama matrimonial.

Es ley de vida pero el gobierno no está haciendo nada para evitar que la mitad de los jóvenes esté en paro y que en consecuencia no puedan comprarse un piso y emanciparse. Vamos, que les vamos a dejar llorar en sus habitaciones para que luego no puedan independizarse nunca. Coincido, eso sí, en que los seres humanos deben valerse por sí mismos, pero no alcanzo a ver cómo puede ayudar el hecho de que un niño duerma solo si luego resulta que cuando culmine finalmente el proyecto de emancipación y se vaya con su pareja, se van a meter juntos en una habitación a compartir cama, destrozando todo el trabajo que hemos hecho los padres. Quizás sea más importante que los niños adquieran autonomía durante el día en las rutinas habituales: que vayan aprendiendo a vestirse solos, que empiecen a ser responsables de sus cosas, que puedan tomar decisiones en casa, etc.

Con respecto a la treta del llanto, como he comentado, depende de cuál sea la demanda deberá ser nuestra respuesta. Pongamos que nuestro hijo llora y berrea, tirado en el suelo, arqueando su cuerpo y molestando a todos los vecinos porque lleva doce horas sin comer. Nadie hablará de treta del niño, sino en todo caso de irresponsabilidad de los padres, que no le han dado de comer en todo el día. Si en cambio el niño llora porque a las diez de la noche ha pensado que es un buen momento para ir al parque a columpiarse, aquí sí habrá que tirar de herramientas educativas y diálogo para evitar salir por la puerta de casa.

Y en referencia al dónde tiene que dormir cada cuál, no me parece un argumento de peso decir que los que tienen que dormir en la cama matrimonial son los padres, porque por eso la cama recibe ese nombre. Es un argumento muy simple el que daré ahora, pero es que muchas parejas no están casadas, no son matrimonio, y en consecuencia no deberían dormir tampoco en esa cama. Por otra parte, en mi casa la comida se hace en la cocina, pero también se come en la cocina. Ya, lo sé. Tendríamos que comerla en el comedor, que para eso se le llama así. Sólo espero que nuestros hijos no se vean afectados por nuestra extrema vagancia, al no llevar cada día los platos y utensilios al comedor, tanto de ida como de vuelta, como mandan las leyes del sentido común.

    Qué manera de desvirtuar las leyes naturales y atentar contra el sentido común! Y luego quieren que esos niños crezcan sanos y normales…¡Los niños a su cama!

Es que no sé qué ley natural se está desvirtuando. En mi casa hay paredes y por eso hay habitaciones, pero gracias a la burbuja inmobiliaria de hace unos años llegaron a hacerse pisitos de treinta metros cuadrados, donde una familia tiene que dormir junta aún después de leer lo insanos y anormales que van a crecer los niños. Y si nos paramos a pensar un poco, seguro que muchos de nosotros dormimos en nuestra infancia con nuestros padres y seguro que muchos de nuestros padres lo hicieron con nuestros abuelos. El mundo tendría que estar lleno de jóvenes abrazados a sus padres y lleno de adultos inseguros e incapaces de tomar decisiones por haber dormido de pequeños con sus padres.

viernes, 25 de enero de 2013

Video: En qué postura se debe colocar a un recién nacido

El bebé recién nacido necesita cambiar de postura cuando está tumbado. En este vídeo, el pediatra Ernesto Sáez Pérez, experto en neonatología y asesor de Ser Padres, nos indica qué posturas son las más recomendadas en cada momento y por qué.

Cómo ahorrar en la compra del cochecito de bebé

Hace unos días me encontré con un amigo que me dio la gran noticia de que va a ser padre dentro de unos meses. Al parecer lleva ya bastante tiempo buscando información y, como no andan muy sobrados de dinero (bueno, creo que poca gente puede decir hoy en día lo contrario), me comentó que estaba pensando comprar directamente una silla de paseo, porque muy poca gente parecía amortizar el cochecito de bebé.

Le contesté que me parecía una gran idea porque aunque yo sí lo compré en su día, para mi primer hijo, con Guim, el tercero, lo rescatamos del trastero y las veces que lo utilizamos pueden contarse con los dedos de una mano. De todas maneras, por si caso, le estuve explicando dónde podía comprar artículos de bebé a buen precio o incluso de segunda mano. A raíz de aquel rato que estuvimos charlando pensé que podría ser interesante explicar aquí cómo ahorrar en la compra del cochecito de bebé.

¿Comprar un cochecito de bebé?

El cochecito de bebé es el rey de los aparatos para bebé porque todas las parejas compran uno cuando van a ser padres. Estamos tan acostumbrados a ellos que parece que hayan existido toda la vida. De hecho, no son pocas las veces que la gente nos ha preguntado extrañada si no tenemos cochecito, porque “como lo lleváis siempre en mochila”. Sin embargo, no puede decirse que sea imprescindible, ni que toda la vida se hayan usado, porque no hace ni 100 años que se utilizan de manera habitual.

Como culturilla general, deciros que el primer cochecito (o lo más parecido a ello) fue contruido por William Kent en 1733, pero no tenía ruedas, pues estaba preparado para llevar al bebé en un pony. Más adelante, en 1899, se inventó una cuna desplazable, que podría considerarse como el precursor del cochecito, y ya en 1920, habiendo evolucionado un poco el invento, empezó a extenderse el uso de los cochecitos entre las familias de clase media.

Ya digo, no hace ni 100 años que se utilizan y, sin embargo, parece que sin un cochecito nos falta algo. No voy a decirle a la gente que no compre coche porque no lo utilizará, porque no sé qué tipo de bebé tendrá, pero yo puedo asegurar que si lo sé, no lo compramos. Digo esto porque mis niños, los tres, han sido de no querer el cochecito ni en pintura. Era soltarlos en él y empezar a llorar. Como ya he explicado en alguna ocasión, salíamos a la calle a dar una vuelta y de paso aprovechábamos a sacar a pasear al cochecito. Vamos, que hacíamos unos 20 metros con el niño dentro del cochecito y el resto del camino con el niño en brazos o en una mochila y el cochecito vacío. Así hasta que un día nos hartamos de hacer el tonto y decidimos dejar el cochecito en casa.

Pero oye, yo he visto a niños en los cochecitos la mar de tranquilos, calladitos, mirando el mundo pasar. Hasta he visto a niños que, al rato de estar despiertos, se han quedado dormidos y todo. Durante un tiempo creí que no existían, que esos niños eran una leyenda, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que sí los había y por eso nunca le diré a nadie que no compre un cochecito… como mucho puedo decir que si quiere, que espere a ver qué carácter tiene el bebé y cuántas son sus ganas de pasar tiempo con ellos (o que si quieren, sea el bebé como sea, se planteen el uso de mochilitas o portabebés, que es otra opción).

Cómo ahorrar si lo vamos a comprar

Si finalmente una pareja decide que va a comprar el cochecito pero quiere ahorrar un poco en la compra, y ya que hemos hablado de que no es del todo imprescindible tener uno, decir que para ahorrar lo mejor es no comprar lo que no vamos a usar. Yo no sé otros padres y madres qué uso le han dado, pero el capazo, ese elemento enorme que enseguida retiras y que es incomodísimo para usarlo en el coche, es para mí totalmente prescindible. Para el coche es mucho más seguro el “huevo”, más conocido como maxi-cosi, aunque esto es la marca y no el nombre real del elemento en cuestión. Con él el niño va en contra de la marcha y va más fijo al asiento que con el capazo, que va tumbado, de lado, a veces mal sujeto y que, como digo, es un engorro por su tamaño y poca manejabilidad. Ahora bien, el “huevo” no se recomienda para un uso frecuente (se dice que como mucho estén 90-120 minutos), porque acaban quedando demasiado encogidos y les puede costar un poco respirar normalmente.

Cuando el niño ya tiene unos cuatro a seis meses, que ya puede ir más sentadito, se puede empezar a utilizar la silla. Si hemos comprado el accesorio que convierte el cochecito en silla, dejamos el “huevo” ya sólo para el coche y la silla para el resto del día. Si no lo habéis comprado, es buen momento para haceros con una silla de paseo, más manejable en todos los sentidos (o sea, que realmente un cochecito sólo es relativamente práctico los primeros 4-6 meses).

Pero va, dejémonos de preámbulos y vamos a ver cómo se puede ahorrar en la compra de un cochecito de bebé. La primera opción, que es con la que más dinero ahorras, es que te lo compren. Vas a tener un bebé y lo más habitual es que todos se presten a regalarte algo que necesitas, pues bien, el cochecito puede ser uno de esos regalos que alguien pueda hacerte, o que puedan hacerte varios juntos, pues no es económico.

Otra opción muy ahorrativa también, pues tampoco gastas nada, es buscar a alguien que os lo pueda prestar. Los cochecitos, como habéis visto, se quedan pequeños enseguida y la mayoría de parejas lo dejan de lado en el plazo de un año (buscan una silla de paseo como alternativa ligera y práctica). Entonces lo que pasa es que en muchos trasteros habitan cochecitos con muy poco uso y en muy buenas condiciones, a la espera de que otros bebés los usen. Preguntando se llega a Roma y preguntando quizás encontréis a alguien que amablemente podría prestaros un cochecito a coste cero.

La tercera opción, si no conseguimos que alguien nos lo preste, sería intentar encontrar uno de segunda mano a buen precio. Como ahora internet nos pone al alcance de un click miles de anuncios lo ideal es buscar en los sitios de venta de segunda mano más utilizados, como ebay, que tiene una sección de bebés y niños, y segundamano, donde podemos escoger las ciudades de nuestra provincia para comprar cerca de casa. Si queremos mirar en webs de segunda mano más concretas, en las que sólo se venden artículos de bebé, podemos mirar en Parabebes.com, Segundamanobebe.com, Bebeanuncios.com y Megabebe.com, por poner algunos ejemplos.

Finalmente, si optáis por comprarlo nuevo siempre podéis buscar páginas de internet donde comprarlo a buen precio, como Pixmania, que tiene un volumen de ventas elevado y por eso puede vender a precios más bajos o bien en Amazon.co.uk, que tiene los precios un poco más bajos, pero que envían desde Reino Unido y hay que tener en cuenta los gastos de envío. En Amazon.es, desde hace poco, hay también cochecitos, yo diría que menos que en la versión inglesa de la página, pero quizás encontremos aquel que queremos a buen precio.

sábado, 19 de enero de 2013

Niños: La edad de los porqués

Si tu hijo te sorprende con cuatrocientas preguntas diarias del tipo "por qué moja el agua", no hay duda de que ha entrado en la etapa de las preguntas. Quiere saberlo todo y no admite un no por respuesta. Descubre cómo contestar a tanto "por qué" sin perder la paciencia.

Los niños son exploradores incansables. Al principio, cuando apenas manejan el lenguaje, esa exploración se centra en una incesante manipulación de objetos y en una investigación exhaustiva del entorno. Y, de pronto, florece el lenguaje, esa poderosa herramienta, y con ella vienen las preguntas, que les sirven para seguir conociendo el mundo.

Se dirigen a los padres porque los niños no asimilan la realidad de un modo directo, necesitan intermediarios, unos guías. Y de la calidad y disponibilidad de esos guías dependerá en gran medida el modo en que el niño se relacione con el mundo durante toda su vida.

Una fase normal

Lo que pasa es que a esta edad la avalancha de preguntas es tal que puede poner a prueba nuestra paciencia. Por eso, siempre es bueno recordar que se trata de una fase normal y tener presente nuestra responsabilidad como padres.

Las preguntas de los niños pueden ser disparatadas, absurdas, innumerables, agobiantes... pero eso no nos autoriza a menospreciarlas, ignorarlas o ridiculizarlas. Se ha demostrado que los adultos más espontáneos y creativos son aquellos cuyas familias, de pequeños, fomentaban una expresión abierta y sin trabas y aceptaba las manifestaciones de los niños.

Como el lenguaje es para ellos una adquisición reciente, quieren ejercitar su habilidad para preguntar y responder, con la entonación y la forma gramatical correspondiente. Esto por sí mismo les divierte, y por eso a veces ni siquiera esperan ni parecen atender a la respuesta y se limitan a encadenar preguntas.

Tampoco debe extrañarnos que haga la misma pregunta varias veces. A los niños les gusta la repetición, que sus certezas se confirmen una y otra vez. También les gusta lo predecible, reafirmar que a tal pregunta le corresponde siempre tal respuesta. No hay que extrañarse ni enfadarse.

Una llamada de atención

A veces las preguntas también son un recurso para buscar nuestra atención. Los niños disfrutan del placer de que les dediquemos tiempo y hablemos con ellos. Entonces, el interés está más en el hecho de hacernos hablar que en el contenido de nuestras respuestas. Por eso se dan «diálogos para besugos» del tipo: «¿Por qué ladra el perrito?», «Porque está feliz», «¿Y por qué está feliz?».

En estos casos, en lugar de llamar al niño pesado o mandarle callar, podemos intentar convertir el interrogatorio en una conversación. Por ejemplo, contraataquemos con: «¿Tú te pones feliz cuando te sacan a pasear?», «¿Por qué te pones contento?», «¿Te acuerdas del perrito que vimos ayer?». Él en cuanto pueda volverá con sus preguntas, pero habremos pasado de un interrogatorio a un intercambio más equitativo.

Cambiar los roles

Por ejemplo, si nos cansamos de responder a la pregunta: «¿Por qué echas crema a los zapatos?» con el consabido: «Para que brillen», podemos variar y contestarle con una respuesta absurda: «Para que puedan volar». Un niño de tres o cuatro años edad es crédulo, pero no tanto. Si nos contesta: «Pero los zapatos no pueden volar», podemos decirle «¿Para que sirven los zapatos?». «¿Hay más cosas que sirven para caminar?». Así romperemos el círculo vicioso.

Echarle ingenio no significa ridiculizar a nuestro hijo ni reírnos de él. Nos hace preguntas porque confía en nosotros. Nuestro sarcasmo, nuestras evasivas o nuestro silencio le defraudarán y le desanimarán a seguir preguntando. Y con ello lo único que lograremos es limitar su espontaneidad y su impulso de comunicarse.

Fomentar la comunicación

El hecho de que las preguntas sean ignoradas, ridiculizadas o castigadas («cállate ya, no seas pesado»), puede llevarle a la timidez. También puede causar problemas de adaptación o fracaso escolar.

No hay que obsesionarse con encontrar la respuesta precisa, ni tampoco complicadas explicaciones científicas. Respondamos con naturalidad y sentido común. El niño no siempre entenderá, pero eso no es tan grave. Lo importante es que sepa que las preguntas tienen respuesta, que él puede buscarla y que nosotros le apoyamos.

Siempre que podamos, aprovecharemos sus preguntas para introducir nuevas palabras y conceptos. Si el niño nos pregunta «por qué funcionan los coches», todavía no podremos introducirle en los secretos de la mecánica, pero es una buena ocasión para iniciarle en nociones como «rueda», «conductor», «velocidad» o «gasolina», con lo que se favorece su capacidad de observación y se enriquece su vocabulario.

Puede que, tras esforzarnos en encontrar una respuesta, el niño apenas la escuche y se distraiga o pase a otra pregunta. No nos enfademos ni nos desanimemos. No importa tanto el contenido como el mecanismo de la comunicación en sí.

Claro que no siempre podemos estar disponibles para el juego de las preguntas, y a veces tenemos derecho a estar agotados. Entonces es lícito decir: «Espera a que acabe con esto y después te contesto a todas las preguntas», y también: «Bueno, unas preguntas más y lo dejamos para mañana». Lo importante es dejar abierta la línea de comunicación y no transmitirle que sus preguntas nos desagradan.

martes, 15 de enero de 2013

Humidificadores para evitar resfriados

La humedad del cuarto del bebé tiene que rondar entre el 30 y el 50 por ciento, pero en invierno por el uso de la calefacción puede disminuir y favorecer la aparición de catarros. Para evitarlos, están los humidificadores. Aquí tienes unos consejos para su buen uso y una selección de los modelos para niños que hay en el mercado.

No todo el mundo necesita comprar un humidificador para el cuarto del bebé, solo es necesario si el aire de la casa es muy seco: en invierno la calefacción alta lo favorece. Para comprobarlo, hay que utilizar un higrómetro (muchos humidificadores lo llevan integrado). Si el ambiente está muy húmedo, un humidificador no solo no es necesario, sino que puede provocar la aparición de hongos y, en consecuencia, alergias en el niño. Por el contrario, si el cuarto está muy seco, las mucosas del pequeño se irritan y le hace más vulnerable a los catarros. En todo caso, es importante no tenerlo conectado todo el día para no humedecer demasiado la habitación.

Tipos de humidificadores

Existen dos tipos de humidificador. Los que son de aire frío y funcionan con ultrasonidos: expulsan gotitas minúsculas y no hacen ruido y tienen otra ventaja: consumen muy poca energía. Y los de aire caliente, que podrían ser un poquito más peligrosos porque, al expulsar aire caliente, pueden provocar quemaduras.

Modo de uso

Los humidificadores funcionan con agua del grifo. Ojo, es importante que no sea mineral ni destilada porque no permiten que se forme vapor de forma correcta. La mayoría desponen de un interruptor que regula la intensidad del vapor que queremos emitir (hay que cerciorarse de que el chorro de vapor no da directamente al niño).

Hay que tener cuidado con los humidificadores que permiten añadir esencias aromáticas: el mentol está totalmente desaconsejado.

Dieta alta en grasas generan niños más tendientes a la obesidad

Nuevas investigaciones afianzan la idea de que la dieta en el embarazo de la mujer tiene mucha influencia en la futura salud de los niños, concretamente en la obesidad.

En efecto, una alimentación con alto contenido de grasas saturadas, tiene una influencia en la predisposición futura a la obesidad infantil, y los alimentos que las contienen son por ejemplo los fritos, hamburguesas, mantequilla, carne vacuna, entre otros.

Pero al mismo tiempo, los aceites grasos, tales como ácidos grasos tipo omega-3, no tienen influencia negativa.

Para esta investigación, se tomaron muestras de sangre de embarazadas, luego se comparó con el porcentaje de grasa corporal de sus hijos de 4 a 6 años. En este rango de edad, cuanto más grasa saturada habían consumido la madre, mayor era la tasa de grasa y masa corporal del infante.

“Los resultados sugieren que hacer cambios en la dieta de la madre podría ser beneficioso para la composición corporal del niño en desarrollo”, explicaron los científicos.

El estudio indica, sin embargo, que aquellas madres que consumen suplementos de omega 3 contribuyen en el desarrollo óseo y muscular de sus hijos.

Acariciar al recién nacido sana los efectos del estrés en el embarazo

Las emociones que vive la madre durante el embarazo afectan de una u otra forma al bebé en gestación. Al vivir una situación estresante, su organismo reacciona liberando hormonas que llegan al bebé a través de la placenta, lo cual se asocia con diversas alteraciones en su desarrollo.

Pero una investigación reciente acaba de revelar que este efecto podría revertirse, pues acariciar al recién nacido sana los efectos del estrés en el embarazo. Las caricias maternas durante las primeras semanas de vida tienen un efecto tan poderoso sobre el bebé que pueden modificar los efectos del estrés tras el nacimiento.

Cuando el estrés de la madre se acumula y alcanza un alto grado en el embarazo, afecta a la mujer y por supuesto también al bebé, siendo capaz de alterar la forma en la que el niño responda a situaciones de estrés en el futuro.

Provoca cambios a nivel fisiológico, haciendo que se produzca una reducción de la actividad futura de los genes dedicados a generar una respuesta ante el estrés.

Se ha asociado el estrés que sufre la madre en el embarazo al hecho de que algunos niños presentan una mayor susceptibilidad a mostrar más miedo o enfado ante situaciones que no pueden controlar, relacionado a anomalías en la conducta y trastornos de ansiedad en la adolescencia y en la adultez.

El poder de las caricias

Pero investigadores británicos han estudiado el comportamiento de las madres y sus hijos que han participado en Estudio Wirral sobre Salud y Desarrollo Infantil para determinar que las caricias podrían modificar la actividad genética.

Observaron que las relaciones entre los síntomas de la depresión durante el embarazo y las emociones infantiles posteriores de miedo y enfado, así como la respuesta cardiaca ante el estrés a los siete meses, varían en función de la frecuencia con la que la madre hubiese acariciado al bebé en la cabeza, la espalda, las piernas y los brazos durante las primeras semanas de vida.

El estudio contínua en marcha porque pretenden averiguar si las caricias maternas siguen influyendo en posteriores etapas del desarrollo.

Las caricias de mamá tienen un efecto sorprendente sobre los hijos, fundamentalmente durante los primeras semanas de vida en los que se establece entre ambos una relación de apego muy especial. Tanto que son capaces de sanar los efectos del estrés en el embarazo.

miércoles, 9 de enero de 2013

Caries en niños: aprende a prevenirlas

Aunque no es muy frecuente, algunos niños tienen caries en sus primeras piezas dentales. Se producen por un contacto prolongado de los dientes con la leche o con alimentos muy azucarados. Pero, no te preocupes: con los cuidados adecuados se pueden prevenir.

Las bacterias utilizan los azúcares que quedan en los dientes como fuente de energía para formar ácidos que empiezan destruyendo el esmalte dental y siguen con la dentina. Eso termina produciendo una caries que puede llegar a provocar la pérdida de la pieza.

La leche materna es menos peligrosa para los dientes que otros alimentos, porque tiene componentes que disminuyen el crecimiento de las bacterias y la producción de ácido, pero el riesgo de formación de caries puede aumentar si se alterna con otras comidas o con bebidas azucaradas.

Cómo prevenirlas
  • Limpia con una gasita los dientes y las encías del bebé (incluso aunque no le haya salido ninguna pieza) después de cada comida.
  • No le ofrezcas biberones que contengan líquidos muy azucarados, ni chuches o alimentos que tengan mucho azúcar.
  • Evita que se duerma con el biberón en la boca.
  • Nunca untes el chupete con miel, azúcar o sirope para tranquilizarle.
  • A partir del primer año ya se puede usar un cepillo de dientes con cerdas suaves especial para bebés,

La exposición al polen predispone al asma en el niño

Un estudio encontró que una madre que se expone al polen en las etapas finales del embarazo, tendrá un hijo con mayor probabilidad de padecer asma temprana, de acuerdo a investigadores de la Universidad sueca de Umea.

Estudios anteriores encontraron que cuando los niños nacen en época de alto polen, presentan más tasas de alertas respiratorias. Se encontró ahora que la exposición ya desde el final de la gestación en el vientre materno, también aumenta las tasas de asma temprano.

La exposición a altos niveles de polen durante las últimas 12 semanas de embarazo aumentan considerablemente el riesgo de hospitalización por síntomas de asma en el primer año de vida del niño.

Una alta exposición al polen en mujeres embarazadas que padecen alergia puede afectar al desarrollo del sistema inmune del hijo.

Embarazadas con alergias importantes al polen pueden también padecer complicaciones y, a veces, dan a luz antes de lo esperado, lo que eleva la tasa de problemas respiratorios.

viernes, 4 de enero de 2013

Accidentes domésticos Qué hacer cuando un niño se traga algo

Nuestro pequeño ya camina y sigue llevándose todo a la boca: una combinación peligrosa que puede darnos más de un susto. Te contamos cómo hay que actuar cuando se traga un objeto.

Para nuestro hijo, el mundo es un lugar fascinante, lleno de cosas que tocar, chupar, morder y… si son lo bastante apetecibles, tragárselas sin más. Las monedas son de los manjares más solicitados, pero el menú también puede incluir juguetes pequeños, globos, trozos de revistas, jabón, plastilina… A los padres les preocupan estos accidentes domésticos, pero tranquiliza saber que, en el 80% de los casos, el objeto en cuestión pasa a través del sistema digestivo y se elimina sin más con las heces. Cuando se trata de objetos punzantes, tóxicos o el niño sufre un atragantamiento, hay que tomar medidas de seguridad.

Monedas

Es lo más común y también lo más sencillo de resolver. A los niños les fascinan estos objetos redonditos y brillantes. Como no tienen bordes ni aristas y son de pequeño tamaño, la mayoría pasan por el tracto intestinal sin más (sobre todo las que tienen menos de dos centímetros de diámetro) y se eliminan a las 24 o 36 horas con las heces.

¿Qué hacer si se las tragan?

A los papás les queda la ingrata tarea de buscar la moneda en sus deposiciones y, si no nos quedamos tranquilos (en muchos casos echan la moneda y ni la vemos o no se la habían tragado realmente), habrá que pedir cita con el pediatra, que irá siguiendo los movimientos de las moneda por el tubo digestivo con sucesivas radiografías. Y no hay que preocuparse porque estén sucias.

Pilas de botón

Están en un montón de artículos, entre ellos juguetes, y su ingesta se considera urgencia médica, ya que contienen sustancias tóxicas como mercurio, cinc o litio y, si se abren pueden producir una quemadura importante de la mucosa gástrica o esofágica.

¿Qué hacer si se las tragan?

En este caso, también cuando nuestro hijo se ha tragado un objeto punzante o cortante, como un palillo de dientes o una aguja, hay que acudir a urgencias para sacar el objeto peligroso lo más rápido posible.
Pastillas

Los niños son bastante aficionados a “automedicarse” cuando nos despistamos, ya que les suele gustar el sabor de los preparados especiales para ellos.

¿Qué hacer si se las tragan?

No suele ser un problema porque los medicamentos para los pequeños no están concentrados, pero sí hay que tener cuidado si ha tomado un preparado en forma de gotas (suele estar concentrado) o gran cantidad de ibuprofeno, que puede resultar tóxico para el hígado. En el caso de las pastillas de los mayores hay que tener más cuidado. Si el niño toma, por ejemplo, antidepresivos o los medicamentos para la diabetes de la abuela, puede ser peligroso.

Frutos secos

Este tipo de alimentos (sobre todo los cacahuetes y las pipas de girasol) deberían estar prohibidos en la dieta de los niños pequeños ya que, al no estar capacitados para triturarlos adecuadamente, se corre el riesgo de que pasen de la boca a las vías respiratorias, lo que puede provocar atragantamiento y, en un caso extremo, asfixia. Tampoco deberían consumir aceitunas con hueso, cerezas, chicles ni caramelos y, con precaución y bajo supervisión paterna, alimentos como jamón serrano, chorizo o salchichón (sobre todo con piel), calamares, pulpo o palomitas de maíz.

Bebés y niños que duermen con la luz encendida, ¿más riesgo de miopía?

Es habitual en los países desarrollados que los bebés y los niños pequeños duerman con una luz de acompañamiento, cuando no con la luz principal. También son cada vez más habituales en estos países los casos de miopía ¿Existe alguna relación entre estos hechos? Tener encendida la luz por la noche, que puede ayudar a calmar al pequeño, podría tener consecuencias negativas para su salud.

Un estudio publicado hace años en la revista Nature, reseñado como “Keep your babies in the dark” (“Mantén a tus bebés en la oscuridad”) establecía una relación entre dormir habitualmente con la luz encendida entre el nacimiento y los dos años de edad y un incremento de la miopía.

A partir de una encuesta a los padres de 479 niños que asistían a su clínica de oftalmología pediátrica como pacientes ambulatorios, el doctor Richard A. Stone y sus colegas encontraron una fuerte relación entre la miopía y la exposición a la luz durante la noche en dichos bebés y niños.

La investigación, realizada por el Medical Center de la Universidad de Pensilvania y el Children’s Hospital de Filadelfia, indicaba que:
  • Un 10% de los niños de entre 2 y 16 años que habían dormido a oscuras hasta los dos años eran miopes en el momento de realizar el estudio.
  • Un 34% de los niños que habían dormido los dos primeros años de vida con la luz nocturna de un piloto tenue eran miopes.
  • Un 55% de los niños que habían dormido con una lámpara o una bombilla encendidas contrajeron miopía en edad adulta, cinco veces más que entre los niños que habían dormido en la oscuridad durante sus primeros años de vida.
La hipótesis para explicar estas cifras sería que el ojo se desarrolla sobre todo durante los primeros años de vida, y por lo tanto, es más vulnerable a la luz, por ello no existiría relación entre dormir con luz y miopía después de la edad de dos años y las cifras descienden según desciende la intensidad de la luz nocturna.

Los investigadores admiten que la búsqueda de una correlación entre la iluminación nocturna y la miopía posterior no significa que se haya encontrado una causa directa, y que no han descartado otros factores.

Por ejemplo, los niños que duermen en estancias iluminadas podrían llegar a ser miopes porque sus padres lo son (la propensión a la miopía de hijos de padres miopes es alta) y estos prefieren dejar las luces encendidas para que puedan ver a dónde van y no tener un accidente.

Pero según afirmaban en su estudio sí está claro que la ausencia de oscuridad en el sueño nocturno puede ser un importante factor de riesgo para el futuro desarrollo de un cuadro de miopía.

¿Podría se esta la explicación a que en el último siglo hayan aumentado tanto los casos de miopía en las poblaciones más desarrolladas? Hay datos que señalan que, especialmente entre la población asiática, la miopía supera el 70% (no obstante, solo un 1% de los niños del estudio eran de origen asiático).

¿Dejar luz o no mientras el bebé duerme?

Frecuentemente se hace referencia a este estudio (que data de 1999) para aconsejar a los padres que no mantengan luces encendidas cuando el bebé duerme.

De hecho los mismos investigadores recomendaban esta actuación como medida de precaución, al menos hasta que hubiera más estudios que corroboraran la relación, pero lo cierto es que han pasado años y no tenemos constancia de que se haya vuelto a estudiar el tema.

Los expertos aconsejan que los bebés pequeños no duerman totalmente a oscuras durante el día para no alterar su ritmo circadiano que se está formando, pero aquí estamos hablando de dormir por la noche.

Yo supongo que la razón principal para que dejemos una luz de acompañamiento es la comodidad a la hora de levantarnos por la noche a amamantar al bebé o a cambiarle el pañal, a calmarlo… sin tener que encender la luz principal, muy molesta a media noche.

Pero también es cierto que nosotros al final vimos que la luz no era necesaria (mis dos hijas durmieron en nuestra habitación los primeros meses) hasta que efectivamente tuviéramos que encenderla para ver qué le sucedía al bebé. Para dormirse, sí que tenían luz tenue, pero después la apagábamos.

Es decir, las niñas (y nosotros) dormíamos sin luz, pero teníamos a mano una luz piloto para cuando hiciera falta. Una luz suave, poco molesta, y lo suficientemente válida para movernos sin peligro, acomodarnos para darles de mamar o cambiar el pañal…

Ahora ambas duermen sin luz en su habitación, y cuando nos llaman o necesitamos verlas encendemos la luz del pasillo, indirecta, que no les molesta.

En definitiva, yo creo que lo principal es que los bebés y niños estén tranquilos a la hora de dormir y descansen lo mejor posible, pero no creo que ello dependa de tener o no encendida una luz por la noche (y menos toda la noche).

Si efectivamente las luces por la noche aumentan el riego de miopía en los niños, pensemos que lo mejor es que los pequeños nos tengan cerca, que sientan que estamos ahí y vamos cuando nos necesitan, esa es la mayor luz que les podemos dar, y además no conlleva ese probable riesgo de miopía.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Seguridad para niños en la cocina

Cuando los niños dejan de ser bebés se vuelven cada vez más curiosos. A partir del año, gateando o andando, llegan a lugares muy peligrosos. Y la cocina es uno de los sitios donde más accidentes se producen. Te explicamos qué precauciones tomar para evitarlos y te enseñamos algunas protecciones muy prácticas que existen en el mercado.

Cocinas seguras para los niños

Todos estos elementos habituales en la cocina pueden resultar peligrosos para los niños cuando empiezan a andar y moverse:

Productos de limpieza

Una de las causas más frecuentes de i ntoxicación en niños de estas edades es la toma por error de productos de limpieza. Evitarlo es muy fácil: poner un cierre de seguridad en los armarios y, si es posible, colocar esos productos en un lugar alto.

Utensilios de cocina

Muchos utensilios de cocina son peligrosos. Con una bolsa de plástico se pueden asfixiar, con los cuchillos y tijeras se pueden cortar y con los imanes de la nevera podrían atragantarse.

El cubo de la basura

Tiene que estar siempre bien cerrado y fuera de su alcance. Contiene muchos desperdicios nocivos para su salud y es una fuente directa de gérmenes.

La puerta del lavaplatos y lavadora

Es importante que estas puertas estén siempre bloqueadas para que el bebé no pueda introducirse en el interior.

Pequeños electrodomésticos

No olvidemos apagar los pequeños electrodomésticos (tostadora, cafetera o microondas) cuando no los usemos. Y es mejor colocarlos en un lugar alejado, para que no los agarre y se le caigan encima.

El horno

También representa un peligro: la puerta desprende calor cuando está encendido y el pequeño puede quemarse si se apoya en ella.

Sentar al bebé le ayuda a aprender

La sedestación, sentarse de forma autónoma, es algo que todo bebé hace tarde o temprano, la mayoría entre los cuatro y los siete meses. Como en el proceso de caminar o en el habla, cada uno tiene su propio ritmo, pero un estudio sugiere que sentar al bebé le ayuda a aprender.

Animarle a mantenerse sentado sin respaldo hace que el niño pueda alcanzar, manipular objetos y explorar el entorno, lo cual contribuye a mejorar el desarrollo cognitivo, es decir habilidades como pensar, la percepción y la memoria.

La pregunta está en si tenemos que dejar que el proceso de sedestación se de por sí mismo o si debemos enseñarle al niño a sentarse.

A partir de los seis meses, los bebés tienen la oportunidad de ver y tocar objetos y usar patrones para diferenciarlos. El no tener que estar concentrados en mantener el equilibrio les permite estar más pendientes de explorar el entorno que les rodea. Les permite alcanzar, agarrar y manipular objetos.

Un retraso en la capacidad de sentarse solos puede hacer que pierdan la oportunidad de desarrollar esas habilidades cognitivas, pero cada niño es un mundo y hay quienes a los 8 meses todavía no consiguen sentarse por sí mismos sin ningún tipo de apoyo. La sedestación será un paso más hacia la bipedestación y más adelante, la marcha.

Es cierto que como padres podemos estimular al niño para que este proceso se de más rápidamente, como por ejemplo colocando al bebé boca abajo en el suelo desde que es pequeño, encima de una alfombra o una mantita de actividades, para que vaya desarrollando los músculos de la espalda.

De todas formas, no es algo que tengáis que forzar, porque puede ocasionar problemas en la columna si el bebé no está preparado para sentarse.

Una vez que empiece a mantenerse sentado con apoyos, podéis ayudarle a perfeccionar el sentarse y a mantener el equilibrio, pero siempre teniéndonos cerca. Podemos poner juguetes que le motiven delante de él para que se incline ligeramente hacia delante y los intente coger y luego volver a la posición inicial.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Qué triste que te critiquen por cuidar de tus hijos

Es muy habitual oír que tenemos que educar a nuestros hijos en valores, ponerles límites y enseñarles que la vida no es un camino de rosas para conseguir que sean como nosotros los adultos, que al parecer tenemos muchos valores. Es habitual pero es fácil darte cuenta después que por la boca muere el pez y que los mayores, los que tenemos más responsabilidad a la hora de tejer el entramado social, somos muchas veces más egoístas y envidiosos que los niños.

Para ser más concretos, me estoy refiriendo a todas esas mujeres (y hombres, aunque de estos hay menos) que, decididas a cuidar de sus hijos, alargan la baja maternal, se reducen la jornada o cogen excedencias, recibiendo críticas de personas de su entorno y de su trabajo. Y digo yo: qué triste es que te critiquen por cuidar de tus hijos.

Los bebés nos necesitan, mucho

Los bebés vienen al mundo para ser felices, aunque su primer objetivo es sobrevivir. Hacen lo posible por tener a sus cuidadores cerca, por estar bien alimentados, por sentirse bien y por eso lloran y se quejan mucho. Lo hacen normalmente hasta que son capaces de valerse por sí mismos y por eso son tan demandantes de pequeños, porque nos necesitan muchísimo.

La baja maternal es de 16 semanas, menos de cuatro meses, que hacen que una madre se separe de su hijo siendo aún un bebé, casi tan demandante como el primer día. Seguro que si preguntamos a cualquier madre que está a punto de incorporarse al trabajo por la duración de la baja maternal nos dirá que es muy poco tiempo. Fijaos si es poco tiempo que ni siquiera da para seguir una de las recomendaciones más conocidas de los últimos tiempos: dar leche materna exclusiva hasta los seis meses. No es que no se pueda hacer, pero es una gran traba que a los cuatro meses mamá tenga que irse de casa para trabajar.

Muchas madres buscan soluciones

Entonces, ante el panorama de dejar a tu bebé chiquitín totalmente dependiente en manos de otras personas muchas madres acaban por buscar soluciones temporales que les permitan seguir cuidando de sus hijos: reducciones de jornada, excedencias, etc., medidas que no siempre son bien vistas por el entorno directo de la mujer.

Si lo haces por poco tiempo es más que probable que nadie diga nada. Ahora bien, si la cosa empieza a alargarse las bocas empiezan a abrirse: que si vas a enmadrar al niño, que si cuándo vuelves al trabajo, que si sólo trabaja él, que por qué tú no haces nada, que el niño ya está creciendo y ya tendríais que buscar una guardería, que como te has reducido la jornada las demás tienen que hacer tu trabajo, que si no eres mejor madre por quedarte más tiempo cuidando de tu hijo, que si…

Y todo ello es muy triste, mucho, porque muchas veces es la misma familia, o la familia del marido quien te lo dice. A veces son tus compañeras, esas con las que tan buenos ratos has pasado, que a la que has tenido un hijo se quejan por darle más importancia a tu hijo que a tu trabajo. Y digo que es triste porque nadie piensa en el bebé.

Ese bebé que aún no tiene un año necesita a su madre y a su padre los primeros meses, eso nadie lo discute, pero también los primeros años. Ya, estoy loco, hablar de años, pero es que es así: años. Lo que pasa es que en las familias tiene que haber un equilibrio entre el dinero que entra y sale y tenemos que acabar trabajando mucho y a menudo hay que dejar a nuestros hijos para que los cuiden otros, que no quiere decir que sea necesario para ellos, sino una solución a un problema.

Por eso, cuando una madre decide dejar de trabajar, cuando una familia decide apretarse el cinturón y cuando escoge dedicar su tiempo a tratar de hacer feliz a su hijo para que crezca sano, fuerte y bien educado todos deberían alegrarse y como mucho tenerle envidia sana, esa de “qué suerte tú que puedes”.

Sin embargo hay gente egoísta, amargada y tóxica cuya felicidad parece depender de la infelicidad de los demás. Gente que luego encima te dice eso de “hay que educar a los niños en valores” o “hay que enseñarles a vivir”. Triste, muy triste.

Elegir el mejor juguete según la edad del niño

Con los Reyes Magos a la vuelta de la esquina, los juguetes se convierten en el mayor objeto de deseo. Todos los padres nos planteamos cómo acertar y cuál le hará más ilusión a nuestros hijos. Te damos algunas pistas en función de la edad del niño.

Los mejores juguetes no son los mas caros, sino los que proporcionan más tiempo de juego y se adaptan a los gustos, el carácter y el momento evolutivo del niño. Y recuerda: son necesarios para el desarrollo del pequeño, pero no eximen a los padres de jugar con sus hijos.

Los siete criterios de la buena compra

Lo primero es atender las preferencias de sus futuros dueños: el juguete debe servir de diversión y entretenimiento. Pero, a la hora de comprarlos, deberíamos estar pendientes de que cumplan estos siete objetivos:

    Que cumplan las normas de seguridad vigentes.
    Que no sean sexistas.
    Que sean adecuados a la edad del niño y a su momento evolutivo.
    Que no sean muy sofisticados.
    Que fomenten la comunicación.
    Que sean agradables para los sentidos del niño.
    Que no sean bélicos ni violentos.

Pensemos también en si hay otros hermanos más pequeños en casa. Los accidentes ocurren porque es imposible supervisar en todo momento el juego infantil. Con estas normas básicas, lo siguiente es saber qué tipo de juguetes es más apropiado para cada edad.

0-6 meses. Observa todo lo que ocurre a su alrededor

Para nuestro bebé todo es nuevo, así que nos sorprenderá con su enorme curiosidad. Le veremos escuchar atentamente los sonidos, seguir con la mirada a personas y objetos y, a partir de los tres meses, ya será capaz de coger cosas, agitarlas y llevárselas a la boca. Los juguetes le ayudarán a diferenciar colores, texturas, sonidos, movimientos... Pero no olvidemos que el principal juguete para un bebé son sus papás.

Podemos comprarle:

    móviles para la cuna;
    artilugios musicales;
    sonajeros de colores vivos;
    muñecos blanditos de goma o tela;
    anillas grandes para agarrar y morder;
    mantitas de actividades;
    libros de tela o plástico;
    bloques multicolores...

6-12 meses. No para un momento: se voltea, repta, gatea... ¡Rebosa vitalidad!

Si está tumbado boca abajo, se desplaza rodando hasta alcanzar sus juguetes. Puede pasarlos de una mano a otra y tirarlos mil veces. Enseguida será capaz de reptar, tal vez gatee y, muy pronto, podrá ponerse de pie. Como ya se sienta, su mundo de juegos se amplía. Le encanta parlotear y que respondamos a sus balbuceos, señalará lo que quiere, y ¡ay si no se lo damos!

Necesita:

    muñecos blanditos;
    pelotas, tacos y aros;
    encajables sencillos;
    juguetes musicales, sonoros y con teclas;
    juegos de baño;
    libros blanditos;
    bloques para meter y sacar;
    arrastres...

1 año. Primeros pasos hacia la independencia

Comienza a andar y a despegarse de papá y mamá, aunque se vuelva, muerto de miedo, en cuanto no les siente cerca. Ya sabe pedir y exigir lo que quiere, con una palabra o con gestos imperiosos. Su afán de exploración no conoce límites, y no podemos quitarle la vista de encima ni un solo instante.

Le gustan:

    los correpasillos, columpios, arrastres... y todo lo que se mueve;
    juguetes que emiten sonidos (causa-efecto);
    juguetes que prueban las leyes físicas: arrastrar, golpear, abrir, cerrar...

2 años. Ya quiere tomar sus propias decisiones

El niño ya tiene opiniones y deseos propios, expresa su voluntad y desea tomar decisiones. Claro que, a veces, se enrabieta al comprobar que todavía tiene un montón de limitaciones. Nuestro niño es un terremoto: todo lo toca, va de acá para allá, lleva y trae cosas, hace mucho ruido... Quiere aprender a todas horas y disfrutará un montón imitando a los mayores. Aparece la concentración en el juego, y ya no solo es capaz de representar papeles, sino también de pensar en la mejor forma de levantar una torre.

Necesita:

    muñecos y accesorios;
    cacharritos;
    granjas con animales;
    coches y camiones;
    teléfonos;
    carros para transportar cosas;
    pinturas;
    libros (como a cualquier edad);
    útiles para jugar con agua y arena.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Dar a luz en Nochebuena o Nochevieja: qué tiene de especial

Cuando se acerca el momento de dar a luz, a la futura mamá le asaltan las dudas y los miedos de última hora. Suele ocurrir que si se sale de cuentas en Nochebuena o Nochevieja, los nervios se multiplican. ¡Y no debería ser así! Te contamos por qué.

Algunas madres y especialistas de una gran maternidad aseguran que la asistencia al parto en estos días festivos es igual de profesional que en cualquier otra fecha. Y, además, se realiza con la ilusión de que quizá el bebé venga al mundo con el privilegio de ser el primero del año.

Qué dicen los médicos

Tras 47 años asistiendo partos, el doctor Antonio González, del Hospital Materno Infantil La Paz de Madrid, reconoce que los días de Navidad son especiales, porque hay un ambiente festivo, pero eso no supone que la labor asistencial esté desatendida. “El personal sanitario intentamos cenar juntos, cuando la situación lo permite, y somos más tolerantes con las madres y su familia. El horario de visitas se amplía para que puedan comer juntos las uvas y las mamás no se encuentren solas en fechas tan entrañables”.

Tantos años en la maternidad le han permitido asistir con orgullo al nacimiento del primer bebé del año en el hospital e incluso de toda España. “El niño que nace más temprano recibe la visita del director de la maternidad y de los médicos”.

¿Es recomendable salir a celebrar estas fiestas?

Es recomendable evitar los desplazamientos largos a partir de la semana 38ª, cuando el embarazo está casi a término. “Hemos visto niños que han nacido antes de llegar al hospital porque sus padres se han quedado atrapados en un pueblo por la nieve, un inconveniente a tener en cuenta en invierno”, dice el doctor Antonio González. Pero si se acude a cenar o comer a un lugar no muy alejado de la maternidad, no hay problema. Eso sí: mejor llevar la maleta para el hospital y los papeles del embarazo y contar con un vehículo que pueda llevar a la futura mamá al hospital.

¿Se puede adelantar el parto para estar más tranquila?

En las maternidades públicas es muy difícil que se autorice adelantar el parto, si no existen razones médicas que lo aconsejen, porque entre el 40 y el 50 por ciento de los partos programados terminan en cesárea, frente al 19 por ciento de los partos, que se inician solos. Algunos centros privados autorizan el adelanto del parto para asegurarse de que lo asistirá el ginecólogo que ha seguido el embarazo, si este ha llegado a término y el cuello uterino está dilatado.

¿Hay menos personal en la maternidad en Navidad?

En Navidad la plantilla es la misma que cualquier otro día de guardia y , al ser festivo, se refuerza con un obstetra más, ya que se pasa visita a las habitaciones, como en cualquier otra fecha.

Anestesistas, neonatólogos, matronas y ginecólogos están pendientes de las madres e, incluso se realizan análisis de sangre del feto a cualquier hora del día, si se sospecha que no está recibiendo suficiente oxígeno y hay que realizar una cesárea de urgencia, siguiendo los protocolos médicos.

¿Cesárea con el estómago lleno?

El doctor Antonio González insiste en que no hay que preocuparse. Aunque lo ideal es entrar a quirófano con el estómago vacío, si el niño tiene que nacer y es necesaria una intervención, los médicos ya disponen de técnicas para solventar este problema y otros que puedan presentarse. Así que la madre puede cenar tranquilamente estas noches tan especiales en familia, sin el temor de ponerse de parto antes de tiempo y perjudicar a su bebé.

¿Podré donar la sangre del cordón umbilical?

Los profesionales estarán encantados de atender la petición de las madres, siempre que avisen de su intención porque, como dice le doctor Antonio González, “no se puede desaprovechar una sangre tan valiosa”.

Consejos saludables para vivir el embarazo en Navidad

Se acerca una fecha muy especial que es la Navidad, y si estás esperando un bebé seguramente que este año será para ti particularmente memorable. Pero claro, tu condición de embarazada hace que debas vivir los festejos con algunas precauciones extras, así que repasemos algunos consejos saludables para vivir el embarazo en Navidad.

Recuerda que algunos alimentos como los embutidos o algunos pescados, también determinados quesos, no son recomendables en esta etapa. Cualquier preparación que incluya carne cruda como el carpaccio o el sushi, no se recomiendan en absoluto.

Recuerda que el alcohol tampoco se considera seguro, así que a brindar con zumos o refrescos.

El aumento de peso no es nada recomendable, así que es importante controlar las calorías que se ingieren, además hay que evitar las comidas copiosas pues puede acrecentar los malestares digestivos de esta etapa.

Otra sugerencia es descansar debidamente. Son días en los que solemos irnos a la cama más tarde, pero en esta ocasión, procura no hacerlo tan tarde y descansar lo suficiente.

En las fiestas, las mujeres tratamos de lucirnos con nuestro atuendo, sin embargo, la embarazada debe estar cómoda, esto incluye no llevar ropa muy ceñida ni tacones altos.

En general, se trata de tener sentido común y adaptarse a las moderadas limitaciones que supone la gestación, siempre pensando en el beneficio del bebé.